sábado, febrero 29, 2020

RÓMULO QUIJADA, MEMORIAL DEL TÍO MUERTO



RÓMULO QUIJADA, MEMORIAL DEL TÍO MUERTO


MERY SANANES [mediaislaEsta breve obra, recogida en 31 poemas de no más de cuatro o seis versos cada uno, nos deja con las ganas de saber qué más ha escrito este maestro de escuela, que amaba hacer de la palabra un talismán. Y del verbo una esperanza de infinito.   

De Rómulo Quijada, Margarita (1944-2002) poco sabemos, salvo de esta obra titulada Memorial del Tío Muerto, publicada por Ediciones Salitre, Santa Ana del Norte, Isla de Margarita, 1982 y que se graduó de Maestro en la Escuela Normal “Pedro Arnal” Cumaná en 1973 y de Profesor de Castellano y Literatura en Ciudad Bolívar en 1983. Se sabe también que cursó dos años de Derecho en la en la Universidad Central de Venezuela, pero que los interrumpió para regresar a su pueblo La Vecindad para dedicarse a ser maestro de escuela. Y en esas labores se planteó realizar Concursos de Poesía, para maestros y para niños. Y a escribir cuentos.

Un amigo, de esos que perduran para siempre, me lo hizo llegar. Y en verdad nos sorprendió su contenido.  Su obra es enviada al certamen de cuentos “Vicente Fuentes” convocado en 1982, en Santa Ana del Norte, Isla de Margarita. El jurado le otorga Mención Honorífica y es publicada por Ediciones Salitre en ese mismo año.  Lo que resulta curioso es que esta obra haya sido considerada en un certamen de narrativa, cuando al leerla lo que se encuentra es pura poesía.
HACER DE LA PALABRA UN TALISMÁN Y DEL VERBO UNA ESPERANZA DE INFINITO

Esta breve obra, recogida en 31 poemas de no más de cuatro o seis versos cada uno, nos deja con las ganas de saber qué más ha escrito este maestro de escuela, que amaba hacer de la palabra un talismán. Y del verbo una esperanza de infinito.Hay una voz poética que se despliega casi como quien no quiere. Como si hubiese decidido a volcar su pensamiento, su sentir, en versos fugaces que sin embargo se inscriben en un torrente marino, que nos los devuelve con fuerza oceánica.
¿Qué hace a un poeta? El mirar y el transformar lo mirado en un asombro que encuentra en la palabra un bajel para ponerlo a navegar. Rómulo viene del mar y por el mar siguen sus pasos. Y es quien encuentra en la gota de agua la inmensidad de los océanos y en éstos la transparencia de la gota salobre que se hace lágrima en sus azules recuerdos.
UN MIRAR QUE ATRAPA Y PROCESA A LA VEZ

Es un mirar que atrapa y a la vez procesa, sin juego intelectual alguno, hasta convertir lo visto en signo y señal del vivir. Lo que pudiera parecer una visión inocente en realidad es un devolvernos lo que no somos capaces de aprehender, convertido en un verso que se hace oleaje.
En su sencillez radica su complejidad. Lejos de llevar lo sentido y observado a una expresión cerrada y difícil, el poeta lo transmite con su equipaje marinero. Y con esas herramientas de qué manera nos describe un Memorial que no pertenece sólo a ese tío, sino a un hombre vulnerado incontable, que él traduce con una fuerza inédita.
Nos dice: El tío vivió / sus últimos años / en una casa de agua que construyó entre /el cielo y la tierra. El mismo que coleccionaba: en los / ojos gotas de agua salada / de esas que saltaban sobre / el mar cuando las olas / chocaban con el barco. El tío que: Cuando la luna se perdía en el mar / salía en su barco a buscarla.
Frente a qué personaje nos encontramos que le bastó el mar para dejar inscrita su historia sobre la navegación que crece en el asombro. Y esta es su palabra: Cuando no encontraba peces / en el mar, el Tío / para no llegar a casa / sin nada se paraba en / la cubierta y tiraba su / anzuelo para el cielo. / Después llamaba a Dios.
LA SED DEL PESCADOR Y EL SILENCIO DE LOS PECES


Cómo logra en la brevedad de estos versos mostrarnos la sed del pescador y el silencio de los peces. Y la magnitud de un canto que no sabe de orillas: El canto / de más allá de Cubagua / decía el Tío se perdía del mar / cuando la luna alumbraba / desde la otra orilla de Macanao.

Un tío y un sobrino que se encuentran ante una misma realidad y un solo anhelo. Desafiar lo que existe e irse por los caminos silenciados para alcanzar una voz que sigue sin que nadie la escuche. El poeta es esa voz. ¿No es acaso la búsqueda de toda poesía?
Y así asume ese reto que nadie le ha impuesto ni al tío ni al sobrino: Cuando el mar / estaba triste / el Tío le daba palmaditas / en los hombros y le cantaba / canciones. Si el mar seguía / triste entonces el Tío le / quitaba con sus manos toda / la tristeza de encima y se / la llevaba hasta la orilla / más cercana y allá la dejaba / para que se muriera.
EL POETA ES AQUEL QUE QUIERE BORRAR LA TRISTEZA DEL MUNDO
SABIENDO QUE NO PODRÁ LOGRARLO

 El poeta es ese hombre que quisiera borrar la tristeza del mundo, aun sabiendo que no podrá lograrlo. Pero sigue insistiendo porque la poesía nadie la termina: No había / una noche una sola noche / sin que el Tío dejara / de soñar con el mar.

Y observemos lo que es capaz de hacer la poesía ante las causas del hombre, siempre vencidas por aquellos que sin saber mirar aspiran imponerle el signo de la muerte a todo lo que existe: El Tío en / el mar hacía / cosas extrañas. Por ejemplo, / cuando el sol se ocultaba / el Tío abría bien la boca /y se tragaba la noche.
¿Y QUÉ POETA NO SE HA TRAGADO LA NOCHE PARA ENTREGARLE AL DÍA UN AMANECER LUMINOSO?

¿Pero qué poeta no se ha tragado la noche para entregarle al día un amanecer luminoso? ¿Y cuantos no hemos sido tragados por una nocturnidad inventada para volvernos ciegos? El poeta todo lo trastoca, a sabiendas de que todo seguirá donde lo puso el viento.
Por eso agrega: Cuando el Tío / no tenía motivos / para permanecer / en el mar, / se arrancaba del cuerpo / todos los huesos y los tiraba al agua. / Después, esperaba que / flotaran y los recogía uno por uno. Ay del hombre que es capaz de deshacerse tan sólo para hacerse de nuevo agua para la sed, sal para la vida, canto para el silencio.
“En la ciudad / del Tío, las olas / no salían del mar / sino de los ojos del Tío.” Y se puede preguntar uno: ¿entonces el mar es la suma de las lágrimas derramadas de un hombre solitario y lacerado? El mismo que: A las seis / de la tarde / derramaba en el mar / toda su soledad y se / quedaba solo. Después / le daba miedo y la recogía.”
¿Es entonces el mar quien recoge toda la soledad de un hombre a quien le han robado los ojos?  El tío es aquel que: cuando se echaba a navegar / tiraba al agua su nombre de / pila. Entonces, se formaba un / hueco en el mar que se llenaba / de agua días después cuando el / Tío regresaba y recogía su nombre. ¿Y quién acaso tiene un nombre que, lanzado al mar, el mar lo devuelve a quien le pertenece?

La grandeza / más grande del Tío / consistía en sentarse / en la playa cuando el / mar estaba bravo y contentarlo. Ay si el hombre pudiera sentarse a orilla de las batallas para contentar a las partes que no se reconocen y entregarles un poco de ilusiones de vida y amor.
Este era el tío: Por las noches / siempre por las noches / el Tío recogía de cubierta / pedacitos de sol iluminados. ¿Y no es acaso la función del poeta, del hombre común cuya voz hace suya, para espantar las sombras e iluminar la vida con pedacitos de sol?
El Tío se sentía / hombre solamente una vez / en el día cuando el agua del / mar se le metía en los ojos. Y del mar se hicieron sus lágrimas, sus tristezas, sus soledades. Y las combatió con lo único que tenía a su alcance, que, siendo tan aparentemente pequeño, nada ni nadie se lo podía arrancar. El ser del agua y para el agua, un cántaro para saciar la sed de una humanidad a la que han robado hasta sus lágrimas.
BUSCAR EL ARCO QUE A CADA UNO LE PERTENEZCA PARA RECOGER
LO HUMANO RESCATADO

Valdría la pena aprender a beber de ella. Y viene al recuerdo un hombre del mar: Saint John Perse, quien nos dejó dicho: “A veces, el corazón del hombre a lo lejos se extravía, / y bajo el arco de su ojo hay, como en los grandes arcos solitarios, / ese muy grande lienzo de mar de pie en las puertas del Desierto”…
Porque en el Tío no hay extravío sino alianza. Hallazgo no desvarío. Y una siembra de mar en sus ojos por los que navega buscando esa hora única en la cual el agua se le metía en los ojos, para sentirse hombre al fin. Y su poema nos invoca a alcanzar lo mismo, buscando en el vivir el arco que a cada uno le pertenezca, para recoger y multiplicar lo humano rescatado en este tiempo de tanta, desmedida y perversa muerte.
NOTA NECESARIA

Llegamos a conocer a Rómulo Quijada por vía de un amigo muy cercano que vive actualmente en Margarita. Tenía a mano unos papeles suyos que me hizo llegar. Y apenas comencé a leerlos me dije que estaba ante alguien con una voz poética que cautivaba. Indagué por su persona y me encontré con un enorme vacío. No lograba una imagen suya, a pesar de que había sido Cronista de su pueblo La Vecindad. Tampoco portada de algunos de sus libros. No había información alguna que nos pudiera dar razón de este personaje de quien lo poco que sabíamos era que fue por mucho tiempo maestro de escuela.
El tiempo de consignar estas notas se aproximaba y decidí dirigirme al Diario El Sol de Margarita quien acababa de publicar una entrevista con Andrés Quijada, su hermano. Hice un correo colectivo y lo envié a toda la plana de redacción. Y, en efecto, uno de ellos me respondió. Y al entrar en contacto con su hermano Andrés, lo primero que me soltó fue: Rómulo escribió 16 libros. Y aunque no me sorprendí por el número,  sí por el silencio en torno al poeta, que se me hizo aún más abismal.
Y no hubiera podido cerrar este texto sin siquiera mencionar algunos de esos títulos, cuyos libros físicos no he podido alcanzar. Helos aquí: Primera Antología de Poesía Infantil del Maestro margariteño (1976), Relatos del Kilómetro Veinte (1977), Amén es la palabra que se escucha (1978), Amaneciendo Dios (1982), Camino de regreso desde esta madrugada (1983), Allá en el pueblo un día (1992), Entre el cielo y la tierra, una canción (1992), Cuando la noche es inocente (1992), Mi último sueño (1993), Esa tristeza de octubre que viene por las noches a la casa vieja (1993), Memorial del Tío muerto (1982), Eran pájaros raros (1992), Cenizas de pájaro (2000).

Afortunadamente, con la invalorable colaboración de la familia de Rómulo Quijada y de Cledis Velásquez, Andrés Quijada y Amador Romero, hemos podido obtener su foto. Estamos completando su historia de vida. Quedo en deuda, por tanto, con Rómulo Quijada. Y espero, en alguna otra nota dar cuenta de un escritor de alto vuelo, hombre de mar, que habrá que dar a conocer en todas las orillas donde las aguas tomen la palabra en la dimensión en la que Rómulo Quijada las ha escuchado, para con ellas escribir sus poemas.


Publicado en MediaIsla
el 29 de febrero 2020

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viernes, febrero 28, 2020

PARPADEO CÓSMICO


Cielo del 20 Agosto 2019



Parpadeo cósmico
atrapando el instante
que ya pasó

 Fuga desatada 
de un velero inmóvil 
en busca de un crescendo

Preludio de una noche
atrapada entre alazanes 
de trigo y un azul
de pleamar

Y la mirada 
un lienzo inconcluso 
derramando silencios
sobre los horizontes
del canto

20 agosto 2019


texto y foto
mery sananes
El Libro de los Cielos
inédito


Bach / Preludio de la Suite Inglesa No. 2 BWV 807
con Glenn Gould









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miércoles, febrero 26, 2020

CÉSAR LIENDO SIGUE CANCIÓN ADENTRO




CÉSAR LIENDO
SIGUE CANCIÓN ADENTRO

César, es mucho el tiempo que hemos visto y sentido tu cabalgar por la vida que conviertes en otro mundo para la canción. Y en la memoria concordamos en los momentos  que vibran y vibrarán por su fuerza de entrega y decisión de compartir para la siembra de la necesaria y obligada trascendencia. Y así, a la hora de tu cumpleaños vuelvo al texto  escrito en 1991, y que  rescato en este día de febrero del 2020,  como la mejor forma de decirte  que 29 años después, la expresión de un reconocimiento y un afecto  han crecido en los años de manera sostenida y amorosa.

Para ti, César,  nuestro abrazo y agradecimiento  por haber sido y seguir siendo eje de ese mágico canto que dejaste establecido en las señales y pasos de  la Cátedra Pío Tamayo, como aporte de contenidos que serán puntales en la construcción de los tiempos del vivir que nos aguardan.  Mery, 26/02/20


CÉSAR, TE CONOCÍ  EN UNA ENRAMADA DE VIDA,
AMOR Y CANCIÓN

Un día, mientras contaba agujeros de chicharra y encendía cocuyos en los aleros de las casa deshabitadas, escuché una voz fuerte y recia, con sonoridad de tambor, que brotaba como un oleaje desde un mágico recinto de sonrisas. Detuve mis pasos y me dirigí hacia los territorios de donde manaba aquella cascada de arpegios. Y vi como aquellos ríos cantarinos, surtidores de sol mayor, enhebraban en los remansos hilos diminutos de agua en el interior de flautas dulces, en tiempo de jazmín y tentación.

Así conocí a César Liendo. Y fue como acampar en andenes de ternura, en adagios de combate e ilusión. En su corazón, la palabra se vuelve madrigal, la ira se transforma en lección de vida, las cuerdas en instrumentos del soñar. Comprendía que tenía por oficio convertir los alhelíes en silencios, para que los hombres los esparzan en las estaciones que habrán de construir la alegría para todos. Y me aposenté para siempre en aquellos espacios de caña y cundeamor.

César viene de Chuao, un pueblo de Aragua que mira al mar y que sabe repicar tambores. Allí aprendió la perseverancia de las mareas, la templanza del cuero. Fue viajero por los ciclos de la siembra y la cosecha. Estuvo en Yumare y Palmarito. Luego, con sus alforjas llenas de semillas de amor, de melodías anónimas y coplas populares, se hizo a la ciudad.

No fue su canto en tono menor. Antímano y Carapita fueron testigos de su combate, de sus esperanzas, de su trabajo incansable por la labor social, la alfabetización, la participación en corales, teatro popular, grupos culturales. Se formó en el Liceo “Luis Razetti” donde dejó también sus huellas musicales. Un día comenzó a llamarlo de nuevo la tierra y se fue a Maracay a hacerse agrónomo, para organizar sus ansias jardineras y cultivar los frutos y los granos en tiempo de sonata y a ritmo de fulía. 

Allí encontró el activismo político, la militancia clandestina. Pero pronto regresó a los espacios de la música, para hacerla también instrumento de lucha y de combate. Estuvo en la Coral de Voces Oscuras y la Coral Universitaria del Núcleo de Maracay de la UCV. Tiempo para formarse, para recoger y recopilar la inmensa riqueza de nuestros cantos populares y de recrear nuevas formas para echar a correr la vertiente mágica de su voz.

Así surge esta primera selección de cantos. Necesidad de amigos, petición de quienes lo han escuchado, sin poderse llevar consigo aquel océano de música. Exigencia del pueblo que requiere que sus cantores más auténticos lo representen, o lleven lejos, cabalgando en una tonada, que contenga su raíz de flor y sueño.

La ilusión tomó el cauce de la tecnología y nació este primer disco, para el cual me pidieron la presentación. Entonces convoqué a los dioses del trueno y el rocío, a los sacerdotes de la tempestad para que explicaran la conjunción de ríos de azúcar y sonajeros, el trayecto de trinitarias al ascenso, que son el santo y seña de César.

Fue así como la palabra se hizo ala diminuta, piquito de colibrí, estela marina, dejando solo el silencio, la sagrada emoción que insurge cuando se asiste a la consagración de las caracolas. El teclado se convirtió en un piano dúlcimo y dibujó sobre claves de sol las sonoridades que se anidan en César para construir sus cantos en pueblos de amor.

Y sus canciones comenzaron a brotar como caminos fluviales, se aposentaron en la brisa, en la armonía de los pájaros, en la sonrisa de la muchacha que grita rebeldías, en el huracán de este continente en marcha, en la historia por construir. Y comprendí que no hacía falta escribir, que bastaba abrir el cauce para que se derramara la música por los confines del azul.

Basta entonces escucharlo para acercarnos a sus treinta y ocho años de travesía por el asombro, a su calidad de maestro que convoca la justicia y la solidaridad. Basta entonar sus acordes para que se haga fogata de arpegios, armonía del viento. Y César, el infatigable almacenador del vivir, estará allí, incansablemente, en los lugares habitados por la tristeza, en los sitios donde nacen los combates, regalando su risa enamorada y construyendo cada día, una sinfonía concertante para cantor mayor, en clave de pueblo y porvenir.

julio 1991
mery sananes




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MANLIO SARDI UN HOMBRE DE PIEDRAS Y ALEGRÍAS



Manlio Sardi
UN HOMBRE DE PIEDRAS Y ALEGRÍAS

Mi queridísimo Manlio

Hoy cumples 90 años. ¿Pero contienen esas palabras las resonancias de tu tiempo andado, la lumbre de tus días? ¿Quedan grabados en esa afirmación la totalidad de lo sembrado y recogido, de lo regado que no se levantó en vuelo vertical en la flor que aguardábamos?

Ay mi Manlio, te conozco desde que tengo memoria, allá en aquellos días en los que creíamos que podíamos cambiar el mundo y nos abriste tus brazos y tu corazón con esa bonhomía que jamás has perdido y que retrata quien fuiste y quien eres, con certera exactitud. Repartías sonrisas cuando las penas se hacían muy grandes. Consejos cuando alguien se descarrilaba. Tus manos como dos fuertes vigas por si se nos ocurría deslizarnos en algún agujero de la historia.

Y todo lo hacías, como lo sigues haciendo, con una sonrisa que se quedó prendida en nuestras retinas como un regalo inusitado y asombroso que la vida nos entregaba, en aquellos tiempos sin otras coordenadas que las que alguien lanzaba como si se tratara de arrear ganado o lanzar una carnada al mar.



Tú fuiste, como ahora, madera de un árbol vigoroso y fuerte que nunca le faltaban ramas para entregarnos su asombro y su protección. Y el tiempo pasó y fuimos creciendo en quienes queríamos ser y alejándonos de lo que otros querían que fuésemos. Y fueron otros tiempos – o tal vez la repetición de los de antes- de pérdidas, de rupturas, de desconsuelos y de una tarea solitaria, de la que tanto aprendimos de ti.

Porque más allá de ese taller odontológico en el que ejercías el milagro de rehacer sonrisas a quien llegaba atribulado, tu verdadera tienda estaba en la paciente labor de ser maestro. En cada sitio que llenaste, cada labor que desarrollaste, cada oficina que ocupaste, la constante era tu increíble paciencia, tu obstinada sonrisa, tu hablar despacio, sin grito alguno, porque sabías que convencer no era asunto de agresiones sino de entendimiento y conciencia. La que a ti te sobraba y en los otros estaba ausente y sin ganas de adquirirla.

Para ti la universidad fue siempre un recinto sagrado y la tarea del universitario, cualquiera fuese su rango era enseñar y aprender a vencer las sombras con mucho más que unos gritos. Tú asumías el papel, que aún ejerces, de ser maestro en el verdadero sentido del oficio, como lo enunciaba Pío Tamayo, de cuya Cátedra eres fundador y Maestro Floricultor.

Pero también aquella universidad como el país, quedó a oscuras. Y se hizo aún más solitaria la tarea de intentar labrar futuro, cuando ni siquiera teníamos claro el presente que se nos venía encima, sin que nada lo detuviera.

Y durante todos esos procesos fuiste y eres una señal porvenirista,  un mensajero de la escuela de idealidad avanzada de Pío Tamayo, un verdadero Maestro Floricultor. Y conste que no he intentado hacer la síntesis de tus noventa hermosos años. Porque nos llevaría la vida recoger lo que sembraste, no importa que aquellas tierras generosas se convirtieran en tierras de nadie. Subterráneas están tus lecciones y algún día surgirán impetuosos y florecientes sus frutos.

Pero lo que sí puedo decirte es que hoy, en este año 2020, en el que cumples tus 90 años, he entendido más que nunca el sentido y contenido de aquellas conversitas que siempre tuvimos sobre las piedras y los guijarros. Y recojo aquí unas palabras que tú mismo me escribiste un día:

foto Danielita Barrolleta

“Aquí estoy, absorto mirando estas aguas, siempre lo hice. Ellas eran puras, tan  cristalinas. Cuando en las mañanas los rayos del sol las hacían más transparentes podía yo ver en su fondo las piedritas, esas piedritas que tanto me atraían.

Al sacarlas de su lecho, ya en mis manos, me transmitían el amor que, seguramente nos regalan las hadas. Ahora, en estos tiempos las lluvias caídas en las cabeceras de su cauce las han ido enturbiando, ni hundiéndome en ellas alcanzo a distinguir los tesoros de su fondo. Sin embargo, los sinsabores colectivos no instilan desesperanza en nuestras almas.

Tu y yo veremos cuando las gentes, plenas de gozo, tomarán las piedritas y las  lanzarán por los aires para expresar su alegría.”

Los guijarros y las piedras eran nuestro tema favorito, por lo que dices en tu texto y porque en ellos se sintetizan todas las formas de vida, mojadas por esas aguas cristalinas y transparentes y que transmitían ese amor que, seguramente nos regalaban las hadas.

Y como bien lo dijiste entonces: la transparencia se hizo turbia y ni hundiéndose en esas aguas alcanzamos a distinguir los tesoros de su fondo. Pero lo que escribes, como final, es lo que nos sigue salvando: “Tú y yo veremos cuando las gentes, plenas de gozo, tomarán las piedritas y las  lanzarán por los aires para expresar su alegría.”

Y yo he venido a decirte, mi queridísimo Manlio, que sí, que así será, y que esos guijarros que nos transmitían amor, mañana expresarán, navegando con alas en los cielos abiertos, la transparente alegría de los niños.

Y que en vez de nosotros llevarte una ofrenda en este día de tus nueve décadas, somos quienes nos llevamos en el paladar otra de tus tantas lecciones, aquella en la que –como tú- seguiremos sembrando guijarros en tierras áridas, y ejerciendo la sonrisa como la forma más transparente de la verdadera alegría.

Pero, sabemos también, Manlio, que en tus últimos años, la vida te ha sometido a duras pruebas que tú con tu don de la paciencia y tu espíritu de árbol centenario, has sobrellevado y sigues sobrellevando con asombrosa indulgencia. Y venimos a decirte lo que ya sabes: que nutrido como estás del amor del agua, de los guijarros y las piedras, no habrá nada que derrumbe ni tu sonrisa ni tu bonhomía, ni el afecto que derramas sobre todos nosotros.



Y que con ese equipaje que cada día nos dejas vamos dándole forma a energías siderales, a pócimas milagrosas, a vientos amables y a ríos claros, en cuyas orillas nazcan verdes hierbas y alacenas de flores aromadas, hasta que nada perturbe esa tu sonrisa con la que todos nos sostenemos en estos tiempo obscuros.

Junto a tus Virginias, celebramos este nuevo cumplevida, bebiendo agua fresca en la copa de una flor y brindando por tanto que nos has entregado y que nos seguirás entregando en esa batalla desigual por defender el derecho de todos a la vida.

Te queremos en forma proporcional a tus años cumplidos y los que habrás de seguir cumpliendo, sintetizado en esos abrazos que se quedan después que uno se ha ido.

mery sananes
26 febrero 2020





AUDIO DEL TEXTO
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martes, febrero 25, 2020

CON VÉRTIGO DE COLIBRÍ

Fantin Latour


Un pincel se derrama
sobre un lienzo
lleva en sus hebras
el aroma de un rosal
y comienza a girar con
vértigo de colibrí 
mientras cincela 
en el aire el corazón de dos
rosas blancas que se
abren voluptuosas
a una mañana enardecida
de soles



texto / mery sananes
pintura / galería floral de Miguel Veyrat


VÉRTIGO
Jean Rondeau

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sábado, febrero 15, 2020

EL GRIS DE LOS NEBLINARES

Luna del 14 febrero 2020

No hizo presencia 
en mis neblinares esa 
luna inmensa que con su
carga solar habría de alumbrar
los cielos del nueve de febrero

Se vino a asomar esta
madrugada cuando ya el alba 
abría las compuertas de la 
mañana estallando en una 
media luna menguante

Y aún me pregunto
si el enigma a resolver
estaba del lado oscurecido
o en el fragor de su luz 
prestada

Sé que ahora miraré
el gris de la tarde
como un gran lienzo
de candiles apagados
que debemos encender
cada amanecer
haciendo estallar
en nuestras manos
la fugacidad del rayo 
que nos revela el milagro
de estar vivos 

SECUENCIA LUNAR


Luna 15 febrero 2020
5 00 am


Luna 15 febrero 2020
7 00 am



texto y fotos
mery sananes
14 febrero 2020
El Libro de los Grises








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domingo, febrero 09, 2020

SECUENCIA DE UNA CALA




Desenvuelve
su traje de verde hierba 
y aparece ataviada
de sol amanecido






En cadencia de si mayor
va abriendo sus alas
urgida de vuelo y 
trascendencia





Sabe bien que en su
amorosa copa un rayo
de fuego establecerá
la dimensión de su sed



Mientras  estaciona
en el carril de su vértice 
una gota de savia para 
cumplir el infinito instante 
de vida resurrección
de su especie



Ay del hombre que ha 
extraviado su esencia violeta 
el cauce salobre de sus
sueños y su gramática
de río para dejar sus
huellas de amor sobre 
el indeleble tejido del mar

texto y fotos
mery sananes
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viernes, febrero 07, 2020

AUNQUE SEA A CIEGAS


a miguel poveda

Su voz rompe el aire
traspasa el ángulo interno
del párpado se fija en las
cuerdas mudas de nuestra
palabra expropiada
y no se detiene 

Es la señal de la herida 
consagrando la voz humana 
que nos arrancaron con
el primer lamento

La resonancia de un
eco antiguo que tiembla
como si existiera otro corazón
anidado entre las aletas
inmóviles de un pez sediento

Y es el canto que reencontramos
en ese grito largo que devora el
silencio se extiende como un rumor
de aguas y se adhiere a la impetuosa 
tempestad de un concierto para
flautas deslumbradas 

Aunque sea a ciegas


texto
mery sananes

Miguel Poveda
A ciegas

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