Manlio Sardi
UN HOMBRE DE PIEDRAS Y ALEGRÍAS
Mi queridísimo Manlio
Hoy cumples 90 años. ¿Pero contienen esas palabras las resonancias de tu tiempo andado, la lumbre de tus días? ¿Quedan grabados en esa afirmación la totalidad de lo sembrado
y recogido, de lo regado que no se levantó en vuelo vertical en la flor que
aguardábamos?
Ay mi Manlio, te conozco desde que tengo memoria, allá en aquellos días
en los que creíamos que podíamos cambiar el mundo y nos abriste tus brazos y tu
corazón con esa bonhomía que jamás has perdido y que retrata quien fuiste y
quien eres, con certera exactitud. Repartías sonrisas cuando las penas se
hacían muy grandes. Consejos cuando alguien se descarrilaba. Tus manos como dos
fuertes vigas por si se nos ocurría deslizarnos en algún agujero de la
historia.
Y todo lo hacías, como lo sigues haciendo, con una sonrisa que se quedó
prendida en nuestras retinas como un regalo inusitado y asombroso que la vida
nos entregaba, en aquellos tiempos sin otras coordenadas que las que alguien
lanzaba como si se tratara de arrear ganado o lanzar una carnada al mar.
Tú fuiste, como ahora, madera de un árbol vigoroso y fuerte que nunca le
faltaban ramas para entregarnos su asombro y su protección. Y el tiempo pasó y
fuimos creciendo en quienes queríamos ser y alejándonos de lo que otros querían
que fuésemos. Y fueron otros tiempos – o tal vez la repetición de los de antes-
de pérdidas, de rupturas, de desconsuelos y de una tarea solitaria, de la que
tanto aprendimos de ti.
Porque más allá de ese taller odontológico en el que ejercías el milagro
de rehacer sonrisas a quien llegaba atribulado, tu verdadera tienda estaba en
la paciente labor de ser maestro. En cada sitio que llenaste, cada labor que
desarrollaste, cada oficina que ocupaste, la constante era tu increíble
paciencia, tu obstinada sonrisa, tu hablar despacio, sin grito alguno, porque
sabías que convencer no era asunto de agresiones sino de entendimiento y
conciencia. La que a ti te sobraba y en los otros estaba ausente y sin ganas de
adquirirla.
Para ti la universidad fue siempre un recinto sagrado y la tarea del
universitario, cualquiera fuese su rango era enseñar y aprender a vencer las
sombras con mucho más que unos gritos. Tú asumías el papel, que aún ejerces, de
ser maestro en el verdadero sentido del oficio, como lo enunciaba Pío Tamayo, de cuya Cátedra eres fundador y Maestro Floricultor.
Pero también aquella universidad como el país, quedó a oscuras. Y se
hizo aún más solitaria la tarea de intentar labrar futuro, cuando ni siquiera
teníamos claro el presente que se nos venía encima, sin que nada lo detuviera.
Y durante todos esos procesos fuiste y eres una señal porvenirista, un mensajero de la escuela de idealidad
avanzada de Pío Tamayo, un verdadero Maestro Floricultor. Y conste que no he
intentado hacer la síntesis de tus noventa hermosos años. Porque nos llevaría
la vida recoger lo que sembraste, no importa que aquellas tierras generosas se
convirtieran en tierras de nadie. Subterráneas están tus lecciones y algún día surgirán
impetuosos y florecientes sus frutos.
Pero lo que sí puedo decirte es que hoy, en este año 2020, en el que
cumples tus 90 años, he entendido más que nunca el sentido y contenido de
aquellas conversitas que siempre tuvimos sobre las piedras y los guijarros. Y
recojo aquí unas palabras que tú mismo me escribiste un día:
foto Danielita Barrolleta
“Aquí estoy, absorto mirando estas aguas, siempre lo hice. Ellas eran
puras, tan cristalinas. Cuando en las
mañanas los rayos del sol las hacían más transparentes podía yo ver en su fondo
las piedritas, esas piedritas que tanto me atraían.
Al sacarlas de su lecho, ya en mis manos, me transmitían el amor que,
seguramente nos regalan las hadas. Ahora, en estos tiempos las lluvias caídas
en las cabeceras de su cauce las han ido enturbiando, ni hundiéndome en ellas
alcanzo a distinguir los tesoros de su fondo. Sin embargo, los sinsabores
colectivos no instilan desesperanza en nuestras almas.
Tu y yo veremos cuando las gentes, plenas de gozo, tomarán las piedritas
y las lanzarán por los aires para
expresar su alegría.”
Los guijarros y las piedras eran nuestro tema favorito, por lo que dices
en tu texto y porque en ellos se sintetizan todas las formas de vida, mojadas
por esas aguas cristalinas y transparentes y que transmitían ese amor que,
seguramente nos regalaban las hadas.
Y como bien lo dijiste entonces: la transparencia se hizo turbia y ni
hundiéndose en esas aguas alcanzamos a distinguir los tesoros de su fondo. Pero
lo que escribes, como final, es lo que nos sigue salvando: “Tú y yo veremos cuando
las gentes, plenas de gozo, tomarán las piedritas y las lanzarán por los aires para expresar su
alegría.”
Y yo he venido a decirte, mi queridísimo Manlio, que sí, que así será, y
que esos guijarros que nos transmitían amor, mañana expresarán, navegando con
alas en los cielos abiertos, la transparente alegría de los niños.
Y que en vez de nosotros llevarte una ofrenda en este día de tus nueve
décadas, somos quienes nos llevamos en el paladar otra de tus tantas lecciones,
aquella en la que –como tú- seguiremos sembrando guijarros en tierras áridas, y
ejerciendo la sonrisa como la forma más transparente de la verdadera alegría.
Pero, sabemos también, Manlio, que en tus últimos años, la vida te ha
sometido a duras pruebas que tú con tu don de la paciencia y tu espíritu de
árbol centenario, has sobrellevado y sigues sobrellevando con asombrosa
indulgencia. Y venimos a decirte lo que ya sabes: que nutrido como estás del
amor del agua, de los guijarros y las piedras, no habrá nada que derrumbe ni tu
sonrisa ni tu bonhomía, ni el afecto que derramas sobre todos nosotros.
Y que con ese equipaje que cada día nos dejas vamos dándole forma a
energías siderales, a pócimas milagrosas, a vientos amables y a ríos claros, en
cuyas orillas nazcan verdes hierbas y alacenas de flores aromadas, hasta que
nada perturbe esa tu sonrisa con la que todos nos sostenemos en estos tiempo
obscuros.
Junto a tus Virginias, celebramos este nuevo cumplevida, bebiendo agua
fresca en la copa de una flor y brindando por tanto que nos has entregado y que
nos seguirás entregando en esa batalla desigual por defender el derecho de
todos a la vida.
Te queremos en forma proporcional a tus años cumplidos y los que habrás
de seguir cumpliendo, sintetizado en esos abrazos que se quedan después que uno
se ha ido.
mery sananes
26 febrero 2020
AUDIO DEL TEXTO
4 comentarios:
Saludos ProfeEs menester expresarle el gusto que me trasmite cada vez que me deleito con sus escritos. Gracias por compartirlos
Felicitaciones al Dr. Manlio Sardi, cuasi paisano, en su cumpleaños. Años bien vividos y muy logrados. Felicitaciones a la amiga profesora Mery Sananes por ese hermoso regalo que le hace al Dr. Sardi: Un hombre de Piedras y Alegrías. Ojalá logremos leer pronto "El Libro de las Cartas". Fuerte abrazo para ambos. Absalón.
¡¡ FELICITACIONES !! Hermoso texto al amigo, al maestro, impreso con la tinta de la nostalgia y el aroma de las alegrías que denotan juventud, esperanza y un luminoso canto a la vida.
Cordiales saludos,
Bernardo Conde
EXCELENTE TEXTO DE RECONOCIMIENTO A UN INNOVADOR, LLENO DE FRATERNIDAD
ALEJADO DE LAS AMBICIONES, EN COMBATE PERMANENTE POR ENSEÑAR Y APRENDER,
OBSERVANDO LA TOTALIDAD DE CADA PROBLEMA Y SU CORRESPONDIENTE SOLUCIÒN.
"EL AGUA MANSA EN MOVIMIENTO TRIUNFA CONTRA LA DURA ROCA CON EL TIEMPO"
Bertold Brecht.
SALUDOS CORDIALES.
ELBANO PIERUZZI
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