Sabía que prefiguraba un orden para ser instaurado y lo celebró de antemano, porque celebró al hombre que debía levantarlo, y porque celebró el orden interno de cada uno. Y Whitman sabía que aún cuando no fuera para él la alegría de entrar de último en la ciudad conquistada, perduraba la visión profética, la alegría de ser mecido en el bravo torbellino de su tiempo, con la orgullosa conciencia de que fuere cual fueren las nubes, las seducciones o las claudicaciones del corazón fatigado, no había desertado jamás, no había desesperado, jamás había abandonado la fe. (Perspectivas Democráticas, p 77)
Esa conciencia de la batalla que se da en nombre de una alegría que es sólo visión profética de una victoria que no se vivirá; esa entrega total a nombre de los tiempos que vendrán, y el no haber desertado jamás en los tiempos de tinieblas, en los tiempos difíciles en que le tocó vivir, el no haber perdido jamás la fe y haberse aferrado a su canción, que es la canción del hombre a través del tiempo, esa conciencia le otorga al hombre el sitio más alto que puede ocupar.
Es la plenitud que se alcanza no en la realización de nuestra propia plenitud sino en la conciencia de estar salvaguardando la plenitud de los otros.
Es la alegría de los tiempos difíciles, más alta que cualquier otra forma de alegría porque contiene su propia tristeza y sin embargo no claudica no desespera jamás. Es la plenitud de los tiempos de insurrección, más extraordinarios que cualquier otra forma de plenitud, porque es una entrega que se hace a cambio del porvenir para entregárselo puro y limpio a los hombres que vendrán.
Y en ese instante en el cual el hombre es capaz de colocarse en la entrega de sí mismo, la ofrenda más alta, en ese momento es ya el hombre que vendrá. Y es ya el anuncio y la presencia de la plenitud y la libertad, la alegría y el amor del porvenir. Es la plenitud y la libertad del hombre que elige ser combatiente para vencer hasta la muerte porque él se prolonga como la hierba, en los otros hombres, hasta los hombres de los tiempos que vendrán.
Ese es el signo del poeta y esa es su canción. Es hierba y colina, sonido de mar, fruta fresca, la sal de la tierra y es el signo de advertencia, canto de insurrección para fomentar toda rebeldía.
Walt Whitman cumplió su misión. Nos entregó las señales para subvertir y nos anunció el nuevo orden. Es tiempo de transformar el mundo para hacer ese porvenir posible. ¿Cumpliremos nosotros?
mery sananes
Whitman, poeta de los tiempos que vendrán.Caracas, desorden, 1973.
31 mayo 2007
Walt Whitman / Su voz
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