domingo, diciembre 21, 2025

Un acercamiento a la memoria de pájaros y hombres

MEMORIAS DE PÁJAROS Y HOMBRES

PARA REPARAR LA PALABRA ROTA Y
RECUPERAR LA ESPERANZA
Enyerve Mejías 

“En el reino de paz por venir se reconciliaran
el ser humano y la naturaleza.
El ser humano ya no será más que un
conciudadano de una república de seres vivos
a la cual también pertenecerán las plantas,
los animales, las piedras, las nubes y las estrellas”. 

Byung Chul Han. Vida contemporánea. 

Reparar el correlato narrativo -palabra rota- consustancial a la barbarie civilizatoria -y su pulsión de muerte- y con ello recuperar la esperanza, es la labor de una Maestra y ese precisamente ese es el trabajo adelantado por Mery Sananes en su libro Memorias de Pájaros y Hombres.

Consciente de los efectos de la historia que nos fue impuesta y el rol de la academia en el quiebre de las mismas, la Poeta se dispone a rescatar las mismas y nombrar como si fuese por primera vez cada instancia que nos fue expropiada en el pasado y presente.

En este mundo tan extraviado -tiempo de guerra y muerte- cómo hacerlo, cómo dotar a la palabra del vuelo y profundidad necesaria para designar las cosas como por vez primera. Para ello, Mery abre el corazón y los sentidos e invoca para que vengan en su auxilio a quienes enseñaron a los hombres el andar en el vuelo y la canción: los pájaros. 

Desde entonces, el huerto - hospedaje de cantos- de la casa donde vive la poeta- construida con hilos de lumbre -es visitada regularmente por una pajarería-colibríes, ruiseñores, cristofué, golondrinas, palomas, turpiales, mirlos, carpinteros, gorriones, jilgueros, pelícanos, gaviotas, guaiti, azulejos, tucusitos, cardenales, gonzalitos, tejeros, tortolitas, chirulíes, quetzales, garzas, zumayas-  dispuesta para la misión. 

A partir del entronque con los seres alados, ni la misma Poeta, conocida también como la hija de la luna, volverá a ser la misma. Ahora, se le designa con otro nombre -la señora de los pájaros- su cabellera   tronca -en un nido de risas- y sus haberes crecen y traen de cabeza a los gendarmes del capital, quienes no saben cómo contabilizarlos. 

Después de ese momento, los pájaros y Mery sostienen un diálogo fecundo -trino a dos voces- y se disponen a renombrarlo todo -lo lejano y cercano- haciendo de toda una unidad inseparable. Y es precisamente   en esa comunión, donde la palabra rota es reparada -resucitada-, donde todo adquiere una fisonomía distinta -ciudad, país, hemisferio, planeta, etcétera-, donde se abre espacio para el porvenir -preludio de la esperanza-. 


Queda a cada lector abrevar de esas Memorias de Pájaros y Hombres para reparar la palabra rota y recuperar la esperanza.

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