Entre los niños y los abuelos siempre se produce una maravillosa complicidad. Los primeros estan hechos de purita poesia. Son capaces de mirarlo todo como si fuera un espejo de su propio asombro.
Por eso cuando una abuela les dice: “los arboles extienden sus brazos a la tierra”, los niños salen corriendo a comerse a sorbos los caminos de seda de las arañas, los rayos de cristal limpio del aire y el canto del manantial entre las hierbas. Entre ambos, la poesia, que es la esencia mayor del hombre, retoma sus predios de gran oficiante del vivir.
Estas embusterias tratan precisamente de ese mundo resplandeciente que en las pupilas de los niños hace travesia hacia el futuro. Por ello, saludamos hoy a Karina Sacerdote, poeta, directora de la Revista Axolotl y enamorada residente del azul, y la sembramos aqui en su homenaje a Federico Garcia Lorca, venido del cuento de una abuela que se nutria de la poesia para devolverla al viento hecha golosina.
msMI ABUELA, EL LIBRO Y EL POETAPero, ¿qué voy a decir yo de la Poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas y nada más.
F. G. L
Tendría seis años cuando mi abuela me dijo: Voy a contarte un cuento. Recuerdo que estábamos en la cocina, sentadas a la mesa. Ella tomaba mates y yo quizás jugaba con la taza de leche caliente, como siempre. Me dijo: Hay dulzura infantil / en la mañana quieta. / Los árboles extiendes / sus brazos a la tierra... Solté la cucharita, puse los codos sobre la mesa, apoyé la pera sobre mis manos. Mi abuela sonrió: Un vaho tembloroso / cubre las sementeras, / y las arañas tienden / sus caminos de seda... / rayas de cristal limpio / del aire... Suspiré y me acomodé mejor en la silla. En la alameda / un manantial recita / su canto entre las hierbas. / y el caracol, pacífico / burgués de la vereda, / ignorado y humilde, / el paisaje contempla...
Y con la música en las palabras de mi abuela, los ruidos de la calle se escondieron.
(...)
Por el aire dulzón
ha cruzado una abeja.
La hormiga, agonizando,
huele la tarde inmensa,
y dice: "Es la que viene
a llevarme a una estrella".
(...)
Mi propio corazón acompañaba ese canto y la vida de esas palabras trajo a mí, por primera vez, la conciencia de la muerte.
(...)
Todo estaba brumoso
de sol débil y niebla.
Campanarios lejanos
llaman gente a la iglesia,
y el caracol, pacífico
burgués de la vereda,
aturdido e inquieto,el paisaje contempla.
(Los encuentros de un caracol aventurero, Granada 1918)
El silencio permaneció unos instantes después del poema. Y aun cuando lo cotidiano y los ruidos regresaron, el andar del caracol hacia lo eterno permaneció dentro de mí. Permanece. Tenía seis años y le rogué a mi abuela que me leyera más de ese libro que tenía en sus manos: Poesías completas de Federico García Lorca.
La obra de Lorca es un viaje hacia la naturaleza, el amor, la muerte. Un recorrido por los miedos, los símbolos y los dolores humanos. Nadie como él ha logrado el contacto entre el hombre y su existencia, ningún otro poeta ha influido tanto en las generaciones siguientes. La pasión sexual se entrelaza con la muerte, se desencadenan lo trágico y lo violento: es el intenso sentido de la vida
Su poesía es cambiante pero indiscutiblemente cabal. “Quemaré el Partenón por la noche para empezar a levantarlo por la mañana y no terminarlo nunca” escribió Lorca al poeta Gerardo Diego en el texto Poética de su primer libro “Libro de poemas” (1921). Y es verdad, toda su obra nace y muere en constante crecimiento. Capta y manifiesta lo popular sin alejarse de la tradición ni dejar de incurrir en las vanguardias aunque nunca se calificara a sí mismo como vanguardista. Acopla los elementos tradicionales con su propia imaginación. Y de esta fusión de ideas y formas clásicas y nuevas, obtiene imágenes únicas.
Vivamos bajo el gran espejo.
¡El hombre es azul!
¡Hosanna!
Su adhesión al surrealismo otorgó a su poesía un mayor peso onírico. Un lenguaje brutal y extraño que le permitió sondear aún más los temas que desde siempre le preocuparon. Su obra más representativa en este momento de su poética es Poeta en Nueva York (1929-1930).
Pero no son los muertos los que bailan,
estoy seguro.
Los muertos están embebidos, devorando sus propias manos.
Son los otros los que bailan con el mascarón y su vihuela;
son los otros, los borrachos de plata, los hombres fríos,
los que crecen en el cruce de los muslos y las llamas duras,
los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras,
los que beben en el banco lágrimas de niña muerta
o los que comen por las esquinas diminutas pirámides del alba.
(Poeta en Nueva York – La danza de la muerte)
Lorca siempre tomó la realidad como punto de partida para luego transformarla. Los símbolos son una marca en su universo místico que permite al lector una libre interpretación y que enriquece al poema. Estos signos se repiten insistentemente en toda su obra. Como por ejemplo la luna, que sintetiza los principales planos en que se impulsa la poesía lorquiana: por un lado la sensualidad y la vida, por el otro, el dolor y la muerte.
La luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento , que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira a la niña tocando
su dulce gaita ausente.
(Romancero gitano, 1924-1927. Preciosa y el aire)
La luna pudo detenerse al fin por la cueva blanquísima
de los caballos.
Un rayo de luz violenta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un
niño muerto.
(Poeta en Nueva York – Crucifixión 1929)
Y así, entre cicatrices y vértigos, su poesía y su vida se mantienen vigentes a través de los años. Abrazado a su musa aquél 19 de agosto de 1936, el poeta, nunca quedó sepultado ni su obra eclipsada.
Mientras mi abuela me leía los versos de Lorca, sus canciones de luna, sus espejos y elegías se me mostraban en música. En melodía viva y brutal y suave y dulce y sangrienta.
Esos versos continúan conmoviéndome. Seguí siempre leyéndolos, recordándolos en soledad. En ellos la voz de mi abuela canta, partes de mi infancia continúan.
En este libro que aún conservo, están las huellas de mi sangre. Fue la llave que ella me dio. Lorca con sus versos fue una nueva puerta. Yo, humildemente, me interné en la Poesía. Pero, ¿Qué voy a decir yo de la Poesía? ¿Qué voy a decir de esas nubes, de ese cielo?
karinasacerdote@revistaaxolotl.com.ar