Aquel trapecio preguntó
su nombre de muerte pero
no hubo respuesta más allá
de los vaivenes del suspiro
de los marineros solitarios
y de las aguas de las estaciones
que se sienten enlutadas
por la invención
del pelícano en vuelo de cielos
a pesar de las convocatorias
de amor de los transeúntes
pero nadie detiene la tarde del día
que se aleja de vida y peces
para que la piedra reciba el amor
que se lanza hacia las gotas
que servirán para regar
las hojas de las hierbas inmortales
abm / ofrenda musical
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