martes, junio 06, 2017

FEDERICO GARCÍA LORCA EN OTRO JUNIO



A veces se pasan las fechas, Y eso sólo ocurre cuando un personaje, una obra, un sentir está integrado a uno sin calendarios que lo recuerden. Porque lejos de ser una memoria es una parte de nuestra esencia, un verso que aparece en cualquier instante, un poema que se cruza en la esquina sin querer, en medio de bullicio. Una sensación a fruta fresca y el dolor recio de un disparo repetido hasta la saciedad en un mundo carente de humanidad.

Es el amor cuando perfila sus sonoridades. La esperanza estampada en un porvenir que no llega. Un canto hondo y recio que no se acalla jamás. Por ello traer a nuestros espacios a Federico García Lorca, es un oficio diario, imprescindible y necesario.

Esta Casida de la mano imposible expresa la mano que todos deseamos, la que no tenemos, la que no alcanza al otro por más que alarguemos la nuestra, aunque pasemos mil noches sin lecho, para tener un ala para la muerte. Una paloma amarrada al corazón. Porque con ese tesoro lo demás pasa, lo demás es lo otro. Viento triste mientras las hojas huyen en bandadas.

Y Federico sabe bien cuántas manos acompañan las suyas, donde quiera que esté, para ahuyentar su agonía, para desviar el disparo con el cual pretendieron extinguirlo, y no pudieron.  Manos heridas, y manos florecidas. Manos laboriosas y manos jardineras. Las manos que le bordan palabras de verde yerba a las tierras resecas. Manos que nacen de las suyas para seguir ejerciendo ese oficio de la alegría que como sonoros cascabeles tienen sabor a granadas maduras.

Saludamos a Federico, en otro aniversario 
de su nacimiento.


CASIDA DE LA MANO IMPOSIBLE


Yo no quiero más que una mano;
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano
aunque pase mil noches sin lecho.

Sería un pálido lirio de cal.
Sería una paloma amarrada a mi corazón.
Sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.

Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.

Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.

Federico García Lorca




 

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