martes, julio 21, 2009

CUENTERÍAS


 


Hoy las embusterías vuelven a tomar el cauce de las cuenterías, de mano de un mágico fabulador, capaz de convertir al adulto más serio, en un niño otra vez.

Porque siempre el niño está antes que cualquier otra cosa. Es el inicio de lo que somos. La estación primigenia. Donde los sueños son lo natural. El encantamiento lo cotidiano. El asombro el abecedario niño que se confunde con el lenguaje de las hormigas, los pájaros, los saltamontes y las mariposas.

Sólo que después crecemos, como si fuese obligado alejarnos de nuestras más profundas raíces, para comenzar a ser una pieza social que otros ubican y determinan.

El cuento es siempre un regreso al niño que somos. Es la memoria y la travesía. Es la invención que hace renacer la ternura. Desenvuelve los sentimientos más hermosos. Nos devuelve los lazos que nos hermanan con el otro, que también somos, con el aire, la lluvia, el paisaje y el universo.

Leamos pues este texto de Armando Quintero, el creador de La Vaca Azul, poeta y pintor, cuentacuentos, maestro y profesor, pero por sobre todas las cosas, un ser del que manan los cuentos como la miel de un panal. MS

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Los cuentos nacen de las palabras vivas, sonoras, vibrantes y significativas. Poseedoras - aún - del aroma y del sabor del café o del chocolate que se expanden con ellas en espirales maravillosas, desde las tazas y las bocas, a los corazones enternecidos de los hombres y mujeres que las comparten.

-2-
Los cuentos nacen de las palabras que brotan en las hogueras, los patios, las reuniones, es decir, en todos aquellos espacios que comparten los que hablan y los que escuchan.

-3-
Los cuentos crecen, como los girasoles – siempre vivos y luminosos- de Van Gogh, para adornar los centros de las mesas en la sencillez de las casas, los apartamentos o los lugares donde el hombre vive, donde el hombre es.

-4-
Los cuento se donan desde adentro, como los frutos maduros y frescos de los bodegones de Cézanne: servidos para todos, en la mesa de todos.

-5-
Los cuentos son el corazón, son los pulmones, las entrañas todas de los que cuentan y de los que los escuchan. Y se dicen - “con toda la voz y con todo el cuerpo”- para verlos, más que para oírlos.

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La gente que escucha los cuentos y la que los cuenta ha aprendido que se hacen más hermosos con cada cuento. Por ello, los cuidan mucho: desde el mismo momento en que los eligen, hasta más allá de los momentos en que los donan.

-7-
La gente que escucha los cuentos y la que los cuenta se divierte, por igual, en reinventar los cuentos para que los reinventemos. Como ha sido por los tiempos de los tiempos y, entre todos, seguirá siéndolo.

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La gente que escucha los cuentos, y la que los cuenta, se despiertan con la llama viva que funde el esqueleto de cada historia, vibrando con sus sonidos en el viento y, asumen que “se improvisa sobre lo que se conoce, no sobre lo que se olvida o desconoce”, como nos ha aseverado Enrique Buenaventura.

-9-
La gente que los escucha y la que los cuenta conversan a través de la poesía de los cuentos, sabiendo que ninguno de ellos es inocente pero que están llenos de las posibilidades del amor, del humor, de la ternura.

-10-
La gente que escucha y la que cuenta cuentos forjan una conversación común - a su imagen y semejanza - con su tiempo, su espacio, su intimidad compartida.. A cada cual según se cuenta. Con cada cual según se sueña.

-11-
La gente que escucha los cuentos, y la que los cuenta, comparten sus miradas, sus movimientos, sus más pequeños gestos: compartiendo vidas para vivir más vidas.

-12-
A través de todos los lenguajes, la gente que escucha y la que cuenta cuentos, lee el relato que se hace, las historias que se reinventan, el cuento que revitalizan.

-13-
La gente que escucha los cuentos, y la gente que los cuenta, no perdonan a los que les mienten, o a aquellos que se mienten, ya que sus palabras - si es que las tienen - son cántaro roto, imposibilitados de servicio por su propia vaciedad.

-14-
Ante la complicidad de escuchar y de escucharse – que es su decir y su silencio preñado de palabras - la gente que escucha y la que cuenta devuelve multiplicada la voz de todos los cuentos.

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Los cuentos fueron, son y serán creados, recreándose, para guardarse en la memoria de los que vienen y de los que se van.

-16-
Los cuentos serán narrados, cuantas veces la memoria los revierta, en el acto siempre vivo de la palabra que se dice.

-17-
La gente que escucha los cuentos, y la que los cuenta, sabe desamarrar los mundos fabulosos que les abren sus puertas y ventanas para abrir nuevas puertas y nuevas ventanas, que vienen de otras puertas y otras ventanas que se abrieron frente a alguien, en algún momento, en algún espacio, bajo alguna situación.

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La gente que los escucha, y la que los cuenta, agradecen el amor de todos. Como agradecen la maravillosa existencia del Credo de Aquiles Nazoa, los cuentos de Luís Luksic, las tonadas de Simón Díaz, los colores y los matices de Armando Reverón, entre otras maravillosas realidades de lo posible y lo imposible.

-19-
Es desde el amor de donde nacen los mejores cuentos, las historias más grandes, las más pequeñas narraciones: las que todos aceptamos que nos dicen, porque dicen.

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La gente que escucha los cuentos es hermana de la que los cuenta, o viceversa. Aún más: son uno, porque son entre ellos con los otros.

-21-
La gente que escucha y la que cuenta aprendieron que contar es fundar un único corazón no solitario: un corazón solidario, multiplicado y multiplicador. Como siempre lo ha sido, y lo será, por los siglos de los siglos.

-22-
La gente que escucha y la que los cuenta ha sido, es y será como la rosa blanca de Martí: cultivada y cultivadora, en todo tiempo y para todos, entre las palabras de cada cuento.

-23-
La gente que escucha y la que cuenta los cuentos sabe que no sirven a la tecnología. Ella les sirve, entre tantas posibilidades, para hacer correr el viento más aprisa y dibujar arco iris con las palabras que se dicen.
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24-
La gente que escucha los cuentos, y la que cuenta:
“quebrarán las distancias
con el hilo mágico de la poesía
inscrita en las alas
de una fibra óptica
que tal vez nunca sospeche
la calidad de los pasajeros
que se cuelan entre sus redes
para irrigar la esperanza”

como algunos lo leyeron en un documento poético de estos tiempos, y que han hecho como suyo, por pertenecerles.

Texto de Armando Quintero. Tomado de ¿Cómo contar cuentos?

http://cuentosdelavacaazul.blogspot.com

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