martes, febrero 28, 2012
TIERRERÍAS 12 - MAHLER
Gustav hoy encontré toda
la fuerza de tu tierra en
las trompetas invencibles
de la coronación de peones
alfiles y torres
agustín blanco muñoz
serie tierrerías
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Gustav Mahler
lunes, febrero 27, 2012
LOS POEMAS DE EUGENIA LEÓN
escritos a sus nueve años
NEGOCIO
Mi negocio es agacharme
y coger una flor
y ponerla en un jarro
y echarle agua
No sé hacer otra cosa
LA CIUDAD
Hay que levantar la ciudad
para que pase por debajo el camino del sueño
FUENTE
Hay una fuente
llena de días
que sólo sirven
para el recuerdo
LLUVIA
Un suspiro profundo
es un pájaro que vuela para taparte la lluvia
Para acceder a otros poemas de
EUGENIA LEÓN
de su libro
Ahogada sirena, La
editado por Carlos Morales en el 2001
abrir el siguiente enlace
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Eugenia León
sábado, febrero 25, 2012
DÍGAME - DE LUNAS
Dígame
una luna haciendo
fogatas en los recuerdos de
los amores de todos los
sonidos de la eternidad
agustín blanco muñoz
serie dígame
foto / mery sananes
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Renée Fleming
jueves, febrero 23, 2012
CARLOS MORALES - PALABRAS PARA EUGENIA
Se llama Eugenia, una niña, que un día descubrió que sus ojos no sólo servían para mirar, sino para reinventar el mundo. Un acto de magia para el cual sólo hace falta abrir los párpados que, como sístoles, danzan rítmicamente en armonía con los rayos solares, las alas de los pájaros, el movimiento de una hoja, o las sinuosidades de una lluvia que no se detiene cuando su garúa toca la tierra sino que se eleva de nuevo como un espejo incandescente retratando su interior de arcoiris.
Eugenia lo descubrió, transeúnte de sus propios pasos, buscando el silencio tras la algarabía y la razón del agua en los pétalos de una flor. Pero no sólo lo hizo, como suelen hacerlo los niños a quienes nadie les ha arrebatado su infinita capacidad de ser espectadores de lo esencial. Sino que además se nutrió de esa alacena de vida y tan maravillada estaba que un día decidió dejar sus huellas en papeles sin otro propósito que el de describir la hazaña de los milagros que se vuelven cotidianos.
Y Carlos Morales, ese misterioso ser que viaja por las palabras como si fuesen estrellas de constelaciones que aún no han nacido, para luego recogerlas y reordenarlas en la circunferencia alada de los asombros o en el barro de un toro, en su incansable oficio de recolector de encantamientos, ha tomado esos papeles, que la madre poeta iba guardando en el cofre de sus memorias, y puso a andar este libro, cuyo prólogo transcribimos aquí.
Invitamos a leerlo, como anticipación a ese texto que buscaremos para ofrendarlo a los enamorados de la vida, en la convicción de que en cada corazón de niño anida una Eugenia, una mirada que traspasa los dinteles de las ventanas, un río de murmullos que descifra la sabiduría de todo lo que existe, para que cada uno pueda aprender a experimentar, como ella, la breve sensación de que la vida cambie y descubrir que hay una rama en un árbol que puede ser diferente a todas las demás, porque es una rama que nada más sirve para la alegría de los rayos del sol.
¿No es ese acaso el verdadero oficio del hombre sobre la tierra? Eugenia y Carlos pertenecen a estas Embusterías, cuyos predios quieren alcanzar la estatura de esa rama única que sirva para reflejar la alegría del vivir. mery sananes
-Prólogo a Ahogada sirena, La,
El Toro de Barro, Tarancón de Cuenca, 2001-
por Carlos Morales
"El pequeño mundo que va rodando, siempre pone la misma luz./ La misma función hace todos los días a la misma hora./ La vida es siempre un agujero que da la vuelta"...por Carlos Morales
Acaso cansada de "ese" mundo, cansada también de "sonreír a la fuerza/ y guardar en el bolsillo/ un vuelo de pájaros",Eugenia León -tenía entonces nueve años de edad- decidió rescatar su propia "luz" un día y dibujar con ella las sombras de su vida con aquellas palabras misteriosas que entonces estaba empezando a frecuentar: quería experimentar "la breve sensación de que la vida cambie". Pero no le fue fácil, porque una cosa era jugar, "soltar las palabras" hasta que se perdieran, y otra, muy distinta, diseñar un nuevo orden para las cosas que habitaban en ese territorio desconocido que, lleno de acontecimientos encantados, le había entornado la puerta. Ella sabía quién era, y cuál su oficio: "me echo -nos cuenta- en un cojín, y contemplo las rosas hasta que se duermen". Tenía muy claro, también, cuales eran sus “limitaciones”: "mi negocio es agacharme/ y coger una flor/ y ponerla en un jarro/ y echarle agua./ No sé hacer otra cosa". Pero dispuesta como estaba a "levantar la ciudad/ para que pase por debajo el camino del sueño", y aun a sabiendas de que escribir era "como encerrarse en un rincón sin paredes", Eugenia acudió a la escritura, y la escritura le devolvió -con creces- su milagro y, con ella en la mano, al modo de una llave, atravesó el umbral y contempló, admirada, que quien salía del "aro" era "otra persona" capaz de ver lo que nadie podía ver, y de experimentar, gozosa, esa otra vida que transcurre en silencio muy dentro de la vida.
Y el mundo de Eugenia comenzó, de repente, a cobrar forma. "Me asomo a la terraza -nos cuenta-/ y viene a acariciarme el invierno los brazos" y "veo caer lloviendo todas las enredaderas". Recuerda haber visto desde allí "una rama en un árbol, no como las demás./ Una rama que nada más servía para la alegría de los rayos del sol". También recuerda cómo un día su "pájaro amarillo abrió sus plumas,/ y mirando por la reja de la tristeza empezó a cantar"; y ahora, cuando, apoyada sobre la balconada, ese mismo pájaro se escapa de sus manos, percibe que, de pronto, "ha pasado un Ángel". Se acerca, después, a la chimenea de su casa, se sienta en su cojín, y escucha los cantos doloridos de la lumbre hasta que, de repente, cae en la cuenta de que "me he perdido en el fuego, y no encuentro la salida de una llama". Decide respirar el aire pero, tras saltar "la tapia de la lluvia/ al otro lado encuentro el silencio del agua"; sale "a buscar el margen de la noche/ y sólo encuentro un ramo de glicinias". En su mundo, "cruje" el otoño, el viento dibuja las cosas con los árboles y, oculta en las umbrías, existe "una fuente/ llena de días/ que sólo sirven/ para el recuerdo". Y vuelve al hogar, donde una mujer le espera con un lunar que parece "un granito de arena que cae del reloj", y al verla se da cuenta de que "cuando mamá sonríe, abre y cierra los labios/ como un tulipán rojo". Absorta frente a ese enorme espectáculo -"todo es resplandeciente en el querer"-, Eugenia se empina hacia esos ojos grandes que todo lo ven: "en el campo nace la brisa. Yo te la traigo. No tengo otro regalo". Por un "aro" Eugenia pasó, y otra persona salió que supo abrir un cauce para el "sueño" en el angosto mundo de todos sus mayores.
* * *
Y ahora me cuesta reaccionar, pues hasta "despertar es como desenrollar una cinta roja". Estoy leyendo, Eugenia, los poemas que dejaste en los armarios, sobre tu mesita de noche, ocultos en las páginas a lápiz de tu cartilla escolar, los poemas que fuiste olvidando en tu blusa de domingo, los mismos que, amorosamente, tus padres recogieron para que nunca olvidaras, Eugenia, que tuviste una niña dentro que sólo te cantaba para no morir de asombro ni de tanta ternura. Ante su rara precisión, solo alcanzo a reconocer lo mismo que tú misma dejaste escrito para Vicente Aleixandre: "no es fácil reconocer el precio/ cuando comercio con tu manera de imaginar las cosas". Leo tus palabras. Me cuentan que "un cortijo te atristeció" un día en que viste un olivar que se alejaba de la memoria "como si fuera a morir" y que, siendo el amor "una hoja de un árbol", cuando la hoja se cae "es cuando se separa el amor del corazón". Me dicen, también, que "un barco, al alejarse con su humo escribe palabras en el cielo"....Palabras en el cielo, sí, las palabras menudas de un libro que leo frente a esa lumbre que no quiere -que no puede- dejar de cantar...
Palabras -las tuyas- que me cuentan lo mucho que perdimos los poetas de mi generación -incluso los peores- cuando decidimos olvidar que la imaginación también existe; cuando, sometida nuestra visión, nuestro lenguaje, a los principios racionales que nos atan como esclavos a la realidad que vemos, renunciamos a ejercer nuestro derecho a crear de nuevo el mundo con las cosas que no podemos ver, las cosas pequeñas que la imaginación nos acerca cuando nos roza el hombro y nos saluda con el tasco suave de sus dedos. Eso me digo, Eugenia, cuando cierro tu libro, cuando abro puertas y ventanas y saludo al Ángel que, a mi lado, acaba de pasar bajo tus glicinias con una flauta en la mano: el Ángel que me deja en la boca toda tu verdad, esa extraña música que ya nunca podré cantar porque a mí se me murió el "pájaro amarillo" entre las canas del alma y, sin él, escribir es "encerrarse en un rincón sin paredes".
Y eso me atristece cada día un poco más, Eugenia, y no sé como decirlo...
1 de enero de 2001
Posdata.-
¿Sabes, Eugenia? Desde que me enteré de la muerte de tu padre, no he parado de escarbar en los viejos cajones de mi vida para encontrar una manera hermosa de decirle que me alegra haberlo encontrado en el camino. Y lo de "alegra" -bien lo sabes- no es banal, porque Rafael era uno de los hombres más divertidos y ocurrentes que he conocido en mi vida. Y me da que este prólogo que tallé para abrir la edición de los poemas que escribiste cuando eras una niña, y que tu madre -por fortuna- iba recogiendo en silencio sin que te dieras cuenta, volverá a ser el mejor abrazo que un hombre puede recibir...
Recuerdo que, hace ya muchos años, allá por el 84, y con motivo de unas jornadas de poesía en Cuenca a las que fui invitado por Enrique Trogal y por mi maestro Ángel Crespo, publiqué un artículo dedicado a tu madre, María Victoria, a la que vi bajar absorto por las escaleras de la Posada de San José toda vestida de blanco, con un único y sencillo collar de piedras blancas en el cuello mientras él, Rafaél, la esperaba cuan largo era entre quejíos de guitarras, vino y humo de picadura y de pipa de ángel. Todo calló ante la presencia de tu madre descendiendo lentamente por los flacos escalones de nuestro corazón; cesaron las guitarras, congelados en el aire quedaron los quejíos, y las copas a medio levantar y sin llegar a la boca... Sí, todo calló ante la sola presencia de María Victoria bajando los escalones, uno tras otro, con su vestido blanco...
Yo entonces, que no era más que un chaval brutote de no más de veinticuatro, de tu madre solamente conocía sus poemas, que me habían encomendado presentar y me tenían absolutamente deslumbrado; pero a ella no lo conocía, no, a la mujer no... y, entonces le pregunté a tu padre y a Ángel el nombre de esa mujer que desembridaba a su paso los corceles del silencio. "Es María Victoria Atencia", me dijo el ángel pipa en boca; supongo que yo debía tener una cara demasiado cómica, porque tu padre, levantando el entrecejo y su enorme estatura, y totalmente muerto de risa, llegó a decirme con dedo admonitorio y obispal, "¡para, Toro, para ...detente, que esa mujer es mi santa esposa!"...Recuerdo, sí, lo recuerdo como si fuera ahora, que, al recibir la copia de aquel articulo tan atrevido que algún día, no tardando mucho, publicaré, tu madre me llamó halagadísima por teléfono "porque has hablado menos de mis versos que de mí", pero entonces tu padre, tu divertidísimo padre, le quitó el teléfono y me dijo, "oye, muchacho de Cuenca, espero que sepas usar la espada del soneto, porque a este paso te voy a tener que retar a duelo al amanecer"...Lo que pude reírme...
Ay, Rafael, tu padre, el califa de Málaga y la alegría, el poeta Rafael de León, ese junco alto, elegante y divertido, de día de noche encaramado a La Farola de su más hermosa Victoria, el hombre al que hoy recuerdo con una sonrisa en los ojos...y con una flor blanca prendida en la solapa...
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miércoles, febrero 22, 2012
ANTONIO MACHADO SIEMPRE
26-07-1875 / 22-02-1939
No olvidemos que, para llegar al concepto de masas humanas,
hemos hecho abstracción de todas las cualidades del hombre,
con excepción de aquella que el hombre comparte
con las cosas materiales: la de poder ser medido con relacion
a una unidad de volumen.
De modo que, en estricta lógica, las masas humanas
ni pueden salvarse, ni ser educadas.
En cambio se podrá disparar sobre ellas.
ANTONIO MACHADO
Juan de Mairena. Buenos Aires, Losada, 1957, t.II, p. 68.
SERRAT CANTA A MACHADO
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Joan Manuel Serrat
martes, febrero 21, 2012
ZUMO DE ORFEBRERÍAS
Qué mágicos encantamientos
guarda el corazón de un fruto
que se entrega así tan amorosamente
como el beso dúlcimo de un niño
Qué fuerza estelar alinea las
semillas en racimos solares
para esparcir su acidito
al paladar de los días
Qué nutriente le regala su verdor
mientras se viste de sepia
para ofrecerse al transeúnte
como un talismán de
sortilegios
Qué estructuras moleculares
bordan caminos de agua
en la inagotable majestuosidad
de sus tejidos
para derramar en oleajes
la savia inagotable de la vida
Y cuando el beso alcanza
su dimensión de mordedura
y el zumo de orfebrerías
remonta la sed de los cactus
¿acaso no masticamos
las claves incandescentes de
nuestro propio periplo de vida?
las claves incandescentes de
nuestro propio periplo de vida?
Tal vez valga la pena
empalagarse con el verde
frenesí de sus tentaciones
frenesí de sus tentaciones
texto y foto
mery sananes
El Libro de los Frutos
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mery sananes
El Libro de los Frutos
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domingo, febrero 19, 2012
A LUIGI BOCHERINI
LUIGI BOCCHERINI
19 FEBRERO 1743 - 28 DE MAYO DE 1805
Luigi
no supe cómo decir
adiós ni que lamentar
a la hora del fandango
que se volvió destrozo
hasta el día del encuentro
con la risa de todos los
suspiros que vuelven
lirios cada uno de los
pasos del asombro
agustín blanco muñoz
ofrenda musical
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19 FEBRERO 1743 - 28 DE MAYO DE 1805
Luigi
no supe cómo decir
adiós ni que lamentar
a la hora del fandango
que se volvió destrozo
hasta el día del encuentro
con la risa de todos los
suspiros que vuelven
lirios cada uno de los
pasos del asombro
agustín blanco muñoz
ofrenda musical
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Luigi Boccherini
sábado, febrero 18, 2012
EN LAS CUERDAS DE UN GORRIÓN
El tiempo se deshace
en las cuerdas
de un gorrión
el canto es una cítara
sin cordajes
y el bosque ofrenda
sus nidos para afinar
un violín
habitado de azulejos
mientras
en el pórtico del
silencio
un campanario
desata
la voluptuosidad
de su vuelo
mery sananes
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viernes, febrero 17, 2012
DECIRES DE LIRIO
Lirio
una manera
de llamar la vida
que no está
Wanda Landowska
agustín blanco muñoz
serie decires
fotos / mery sananes
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Wanda Landowska
martes, febrero 14, 2012
PARTITURA DE FLAUTA - III/III
III / III
A los intervalos de silencio que le
tejes a las tempestades iré con una
partitura de flauta a bordarle una
cristalería de palabras al envés
de los geranios
mery sananes
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Juan Sebastian Bach,
MS Atrilerías
lunes, febrero 13, 2012
DECIRES DE AGUA
Temes a las trompetas
a las grandes
embarcaciones
al alpiste de los sueños
porque nunca te detuviste
en el remolino
de una música de agua
enardecida
agustín blanco muñoz
serie decires
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Smetana
domingo, febrero 12, 2012
EL RE DE UNA MANDOLINA II/III
II / III
En el naufragio de tus párpados
y los adioses adheridos
a la ventisca de tus dedos
esparciré el re de una mandolina
conjugándole soliloquios
a la melancolía
mery sananes
a la melancolía
mery sananes
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MS Atrilerías
sábado, febrero 11, 2012
DIGAME - DE LA LIBERTAD
y pensar que los siglos
de libertad eran mentiras
inventadas para hombres
libres, iguales y fraternos!
agustín blanco muñoz
serie dígame
agustín blanco muñoz
serie dígame
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ABM Dígame - Egmont,
ABM Libertarías
viernes, febrero 10, 2012
UN FAGOT ENARDECIDO I/III
I / III
A los bosques que habitas
en busca de pájaros mudos
iré con un fagot enardecido
a derramar en el pozo solar
de tus besos una urdimbre
de notas danzando en el mi
menor de los susurros
mery sananes
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Antonio Vivaldi,
MS Atrilerías
ALMACIGUERÍAS
porque los almácigos
están a la diestra de los
floreceres mayores
agustín blanco muñoz
serie / almaciguerías
foto / danielita barrolleta
agustín blanco muñoz
serie / almaciguerías
foto / danielita barrolleta
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miércoles, febrero 08, 2012
EL PALADAR DE UN CORNO I/IV
Hoy escancio la sed sobre la noche
y dejo en el paladar de un corno
el salobre descalabro de un pez
haciendo música con el filo de su espada
mery sananes
mery sananes
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MS Atrilerías
martes, febrero 07, 2012
CUENTERÍAS DE RÉQUIEM
Guayasamin
Sólo pudo explicar
sus lágrimas de siempre
cuando supo que su vida
comenzó en el propio
camino de los réquiem
que no tienen amor
agustín blanco muñoz
serie cuenterías
sus lágrimas de siempre
cuando supo que su vida
comenzó en el propio
camino de los réquiem
que no tienen amor
agustín blanco muñoz
serie cuenterías
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G Verdi
domingo, febrero 05, 2012
SOBRE EL ERIAL DE LA CORDURA
ANDANTE
Río poblado de pájaros
en busca de nidos de agua
ADAGIO
Murmullo escribiendo su nombre
sobre el erial de la cordura
PRESTO
Tiempo que transcurre en la
lúdica travesía de un desconcierto
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Alejandro Marcello,
MS Atrilerías
viernes, febrero 03, 2012
DÍGAME
Dígame
si en la luz de cada tumba
hubiera que escribir
una constancia de vidaagustín blanco muñoz
serie / dígame
foto / mery sananes
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