Un cadáver con un impacto de bala en el cráneo permaneció junto a Jaime por más de una hora. El visitante a la cárcel tuvo que dejar a su cuñado, Arquímedes Ortiz Ratis, quien murió a causa de una herida ocasionada por arma de fuego. Ambos lograron entrar a las nueve de la mañana al centro penitenciario, luego de haber hecho una fila desde las seis de la mañana.
jueves, agosto 23, 2012
¿PUEDE LA LITERATURA SALVAR UNA CIUDAD?
Esta pregunta la formulan, desde Ciudad
Juárez, México, un grupo de escritores (Antonio Flores Shroeder, Yuvia Cháirez y Edgar Rincón
Luna) que se han dado a la tarea de organizar una lectura simultánea en 24 países
y 131 ciudades el primero de septiembre del 2012 con el propósito de hermanarse
con esta ciudad que ha sido golpeada por la guerra contra el narcotráfico, que
ha dejado en cinco años 80 mil muertos y miles de desaparecidos.
Se considera a Ciudad Juárez la
ciudad más peligrosa del mundo por estar
al lado de Estados Unidos y ser el corredor de las drogas en América Latina.
Y de alli surgen las preguntas que
se formulan los organizadores: “¿Cómo se recupera una ciudad de un descalabro
de tal magnitud? Ellos responden: la humanidad se recupera recobrando los actos humanos más
simples. Sí, la poesía puede salvar una ciudad, abrir un libro, salir a la
calle.”
Cuando la ciudad agoniza las artes
son el resguardo humano, -explican- el motivo de congregación social, la expresión
que nos recuerda de lo que estamos hechos y lo que nos une a otros seres
humanos.
Para ellos este movimiento de
Escritores por Juárez es una iniciativa que ha dado un aire de renovación, un
respiro para mirar con esperanza el futuro y saber que en los ciudadanos reside
la fuerza para volver a reconstruir los lazos de confianza, civilidad y la paz
que rompió el miedo.
MI RESPUESTA
No. La literatura no puede salvar una ciudad. Ni a un
pueblo, ni a un barrio, a veces ni siquiera a un hombre solitario.
La literatura existe porque hay hombres que matan y
hombres que mueren a manos de los hombres que matan.
Existe porque hay unos hombres que, en medio de su
impotencia e imposibilidad de salvar a alguien, asumen la voz de todos los que
ni siquiera tienen una voz que se haga escuchar en alguna parte.
La literatura, esa que conocemos, que tiene nombre y
apellido, propiedad intelectual, que se encierra en libros, portadas y ahora en
tras los muros de las más altas tecnologías, habla la palabra que nadie
escucha.
No, la literatura no sirve para salvar una ciudad.
Pero el hombre que la escribe tal vez pueda juntarse al hombre común para hacer
algo, que sólo colectivamente cobra fuerza.
Si es que de verdad es la conciencia de su tiempo, su
deber y su militancia reside en multiplicar esa conciencia al infinito. A la
vez que ser lo suficientemente humilde para aprehender que allí, en ese
territorio minado por la violencia y el terror, la muerte y el sufrimiento
atroz, hay un hombre que no escribe pero que deja sus señas.
Hay que salvar una ciudad, y una nación, y un
continente y más allá todo este triste y desvalido planeta. Y hay que comenzar
por tratar de salvarnos a nosotros mismos, de la distracción, del engaño, de
las trampas, del conocimiento que es adorno, de la tecnología que es un
espectáculo, de las artes que son privilegio de algunos, y que aún no aprenden
a romper sus propias barreras.
Quiero dejar aquí el registro de una realidad que
acabamos de vivir, capaz de sacudir a cualquiera, que debiera estremecer la
sociedad toda. Y sin embargo, no pasa de ser un parte noticioso, que mañana se
convierte en un periódico de ayer.
Fusilaron a los reos en el
juego de softbol
Guerra entre expolicías y
bandidos causó la muerte de 25 personas en Yare
TOMÁS RAMÍREZ GONZÁLEZ | EL
UNIVERSAL
martes 21 de agosto de 2012 12:00 AM
Una rencilla vieja entre los líderes negativos del sector
conocido como Las Torres (en su mayoría exfuncionarios policiales) y los
"pranes" del territorio denominado como Los Talleres fue la carga
explosiva. El detonante resultó ser una bala que salió accidentalmente de un
arma de fuego durante un cónclave, de bandas rivales, celebrado en el área
administrativa de la cárcel de Yare I, a las cuatro de la tarde del domingo.
La ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela
informó que un visitante y 24 internos murieron durante la reyerta que
permaneció durante cuatro horas. Al menos 43 personas fueron trasladadas a los
centros asistenciales de los Valles del Tuy, nueve de las cuales se encuentran
gravemente heridas, de acuerdo con las declaraciones de la principal del
ministerio de prisiones.
"Algunos de los cadáveres quedaron irreconocibles
porque les dispararon a quemarropa. Solo han sido identificado 17 de los 25
fallecidos", detalló Varela, la tarde de ayer.
Los cabecillas de las dos bandas que controlan el penal
estaban fuertemente armados al momento de la ignición del motín. Paralelamente
a la reunión en la que se buscaba la paz entre los referidos grupos
irregulares, se desarrollaba un torneo deportivo para celebrar el acuerdo.
Según el relato de los familiares, los miembros de un
equipo de softbol acribillaron a los integrantes de la novena rival pocos
minutos después de haber iniciado la guerra. "Los de La Torre estaban
mejor entrenados porque eran policías y militares. Cayeron más de los
talleres", explicó Josefina Pérez, testigo del hecho.
Al menos cuatro explosiones de granadas, ráfagas
producidas, con lo que al parecer fueron rifles de asalto, y proyectiles
percutidos por armas semiautomáticas acabaron con la infraestructura del área
administrativa.
Las esquirlas de una de las milgranas se expandieron por
el área conocida como "La Fosa", lugar insalubre donde pernoctan a la
intemperie más de 100 reos que fueron excluidos por las bandas que controlan el
penal por no haberles pagado una renta semanal llamada causa. Deben coserse los
labios y esperar a que las autoridades los trasladen a otro penal.
"La guardia fregó a la visita"
Jaime Rafael Graterol se desgarró la ropa interior
reptando a través del espacio de 50 centímetros que quedó entre el alambre de
púas, el torniquete y el suelo de la entrada al Centro Penitenciario de la
Región Capital. "Le rogamos a la Guardia Nacional que nos abriera el portón.
Nos rompimos los brazos con el alambre de púas para salvarnos la vida".
Un cadáver con un impacto de bala en el cráneo permaneció junto a Jaime por más de una hora. El visitante a la cárcel tuvo que dejar a su cuñado, Arquímedes Ortiz Ratis, quien murió a causa de una herida ocasionada por arma de fuego. Ambos lograron entrar a las nueve de la mañana al centro penitenciario, luego de haber hecho una fila desde las seis de la mañana.
Un cadáver con un impacto de bala en el cráneo permaneció junto a Jaime por más de una hora. El visitante a la cárcel tuvo que dejar a su cuñado, Arquímedes Ortiz Ratis, quien murió a causa de una herida ocasionada por arma de fuego. Ambos lograron entrar a las nueve de la mañana al centro penitenciario, luego de haber hecho una fila desde las seis de la mañana.
"Le rogamos a los guardias que no dispararan por
nuestra seguridad y lo hicieron. Les rogamos que le dieran un culatazo al
vidrio para que saliéramos y se quedaron cruzados de brazos. Todo esto ocurrió
por negligencia de ellos", expresó Graterol.
Así como los Graterol, 1200 visitantes se encontraban en
la instalación penitenciaria cuando inició el conflicto armado. Al menos un
millar, eran mujeres que pernoctaron desde el viernes.
El 18 de abril de este año, Iris Varela anunció la
suspensión total de las pernoctas en los 33 penales del país. Ella misma
admitió que la medida no ha sido respetada.
Vía crucis de Yare a Ocumare
Compañeros de su hijo le avisaron a Marielka Núñez Ojeda
que William estaba entre los que habían caído en el motín. A través de un
enrejado le exigió a los Guardias Nacionales la entrega de una boleta que
certificara que su había muerto, con el fin de poder reclamar el cuerpo ante
las autoridades del Cicpc.
En cola, recorrió 11 kilómetros hasta la subdelegación
del cuerpo policial ubicado Ocumare del Tuy, se internó en la morgue, caminó
entre cadáveres e identificó el cuerpo de su vástago. De ahí debía partir a la
Medicatura Forense de Bello Monte, en Caracas, donde los restos de William
Alexander Núñez, habían sido trasladado, con el fin de culminar los trámites
para el entierro.
El joven de 23 años, es uno de los 43 personas que han
sido asesinadas en el interior de la cárcel de Yare I este año, de acuerdo con
cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones.
La cárcel alberga a 3.150 presos y tiene una capacidad
para 750, lo que representa una sobrepoblación de 320%.
La guerra campal ocurrida en el penal mirandino es la
cuarta gran crisis carcelaria que se registra en Venezuela en los últimos 14
meses.
Esta realidad se repite en cada cárcel venezolana,
todos los días. En este expaís donde sobran los poetas y los muertos, tenemos
contabilizados más de ciento sesenta mil (160.000) muertos por inseguridad y violencia, desde 1999. Y la
literatura no ha podido salvar a nadie.
La muerte se sigue extendiendo y la literatura sigue
encerrada entre sus muros. Y el hombre que la escribe debe salir al encuentro
del hombre que muere, del que aguarda que lo maten, del desahuciado, del
vulnerable, del atropellado, del engañado. Y su única militancia debe ser con
la vida y su rescate.
Y si esta reflexión que ustedes hacen, si esa
instancia que expresan: La violencia es
la ausencia de la palabra, el fin de todo lo humano sintetizado en una
detonación de una arma, en la pólvora contenida que explota en una bala de odio
y silencia, destruye, poco a poco la sociedad, es la búsqueda de una palabra que
no espante ni distraiga, ni adormezca, entonces sean bienvenidos los que hacen
literatura y los que no la hacen sino que la viven y la mueren, a ver si entre
todos gritamos tan alto que seamos capaces de detener aunque sea una bala
perdida entre muchas, para salvar la vida de un niño, un hombre, una mujer, un
cielo sin trazo de humo, un huerto sin minas, un mañana con porvenir.
mery sananes
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