jueves, noviembre 20, 2014
¿ESTÁ HERIDA DE MUERTE LA POESIA?
¿ESTÁ
HERIDA DE MUERTE LA POESIA ?
mery
sananes
a Juan Sánchez Peláez
1922 -2003
¿Está herida de muerte la poesía
porque un poeta se fue a habitar el país de los silencios? No. El poeta no se
va, apenas se transmuta. Como queda el hombre, siempre, en la pupila amorosa de
quien toma en sus manos su palabra para sembrarla en nuevos solares con el
sueño de que la tierra toda, un día sea purito reverdecer. La poesía, si vamos
a su esencia, tiene que ver con esa
condición de ser hombre, que aún no alcanzamos. Poesía es vida. La vida de una
humanidad que da vida al hombre y que no lo sepulta. Verso es todo suspiro que
el hombre deletrea ante aquello que lo conmociona y asombra. Poema es el vivir
del hombre cuando no hiere de muerte la vida. Algo que transcurre anónima y
silenciosamente, como el crecimiento de una planta, la combustión de una estrella, el paso de la
neblina a la llovizna.
PERO
NO HA NACIDO AÚN EL HOMBRE-POESÍA
Pero ocurre
ciertamente que aún no hemos llegado a ese estadio del hombre en el cual se
hace hombre-poesía de verdad. Apenas hemos iniciado un tránsito desesperado
donde toda devastación ha sido posible. Despojado de su propia identidad, el
hombre queda abandonado en medio de una muerte que tiene todas las dimensiones
y hendiduras. Y entonces la vida, que
acampa en las flores, las hojas, las noches, los pájaros y las colinas,
deshabitada del hombre como está, se convierte
en una especie de estrellita fugaz que apenas se divisa. Rayito de luz
que de pronto se enciende. Palabra que naufraga hacia los confines de otros
significados. A veces se detiene en un
corazón y lo nutre y alimenta, para que
se haga huella y cántico, lágrima o silencio arrebatado a la fiesta de los
bosques. Entonces se levanta una voz solitaria, dibujando cabriolas en el aire,
haciendo temblar los muros, buscando andenes hacia otras primaveras.
EL POETA NO
HACE AUSENCIA DE MUERTE
No es que
nazca un poeta, es que de pronto en ese corazón, la poesía que está en cada uno
de los habitantes de este planeta, se vuelve verbo en su garganta. Y nace un
poema, que no es hechura de un hechizo, sino laborioso andamiaje de un sueño
colectivo que adquiere el arrebol de un
atardecer único e insustituible. Juan Sánchez Peláez, en su silencio magistral,
es uno de ellos. Y su vivir fue fraguar diminutos metales con las palabras para
que se hicieran guijarros en la movilidad de un río. ¿Cómo, quien nombra los
dones del hombre, habrá de marcharse alguna vez? No será nunca su ausencia la
que hiera de muerte la vida, sino quienes no sepamos reconocer sus señales. No
en la palabra sino en el vivir. No se
trata de convertirnos en poetas sino de avanzar hacia la condición de ser
hombres.
Allí estará
Juan Sánchez Peláez habitado por sus caballos, sus lechuzas, su Malena, sus
prados y vergeles, de la mano poblada de luciérnagas de Mateo, junto a la ardilla de alquimia de Vicente
Gerbasi, los cielos que dibujan claridades en la casa de César Moro, en los
jeroglíficos que teje su memoria, en el paraje del fruto vano y el acíbar,
franqueando la línea de su desarrollo,
en la perplejidad de las cosas en vigilia, en la piel de fósforo de sus
nudillos, en la gran araña del viento y la helada flor de los umbrales. Y en esos
umbrales Juan Sánchez se pregunta: ¿qué armadura nos sostiene y lleva? Y responde: sólo yo
tengo resplandor propio cuando no pierdo el curso del río, cuando no pierdo su verdadero sol. Por esta
hora que es ahora. Y por eso nos son
urgentes en verdad, las sílabas hechas de praderas y vergeles, para que ningún
muro le ponga solapas a los amaneceres.
POETA
DE ESTÍO Y MANANTIAL
Y para esa tarea recolectora no le
hace falta al corazón más verde que el que nos regalan los verdes pájaros del
atardecer. Para alcanzar la pureza del estío y el canto del manantial /sobre los pinos en una hora alta de paz y
alegría. ¡Salud poeta!
mery sananes /
2003
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MS Atrilerías - A Juan Sánchez Peláez,
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