jueves, diciembre 23, 2021
LOS PARCHES DE LA EXISTENCIA
Este texto lo escribimos el 26 de diciembre del 2014, seis meses antes de su partida al encuentro con Julia y hoy 23 de diciembre está de cumpleaños y se lo festejamos con alegría porque con alguna de sus cuenterías debe estar entreteniendo las madrugadas mientras julia engalana la mesa navideña y ambos se detienen a contemplar como siempre lo hacían ese cielo estrellado más luminoso que nunca que fue y seguirá siendo su alfabeto de vida
A Salvador, a Don Anselmo
Un hombre pasa la vida sobre los
parches de la existencia galopando
en el plumaje de un ruiseñor
Tiñe sus bolsillos del rubor de
las peonías y lleva mojado
su ajuar con el agua de una quebrada
que le da de beber a las estrellas
Un hombre con un machete se
va al bosque a nutrir de leña su
fogón mientras desgrana el maíz que
arderá sobre sus fuegos
Abre surcos en la intemperie de
un campo sin cercas para ver crecer
la espiga de una mazorca que guarda
su dulzor en la estación de las
lluvias
Un hombre recorre las noches
con su sola sombra a cuestas
recogiendo las historias sin fin
de un tigre empeñado en robarle
la sonrisa
Espanta fantasmas y ensalma culebras
sabe que la muerte es una aventura
con
la que se topa una sola vez
Un hombre moldea con sus manos
el barro hasta convertirlo en
amasijo
para levantarle un recinto a su
julia
le prende una flor a la ventana y
se va a buscar los ciruelos que
aroman
sus amores
Astrolabio o instructor de
luciérnagas
repasa el cielo como si fuese un
agrimensor
para establecer el tiempo de las
cosechas
y la migración de las semillas
Dirime el nacimiento de un
ternero y de un ave con una sola
mirada y ordena los días al compás
del vuelo de los patos de la laguna
No hay trocha que no desande
ni atajo que desconozcan sus ojos
de pozos serenos
Desde su silleta la geografía es
una ciencia inédita y sus dedos
saben anunciar las sequías
Puede transportar dos barriles
de sueños en el arrecife de su
espalda y seguir erguido hasta
el portal de las auyamas sin que
una sola grieta trastoque el sabor
de las matas de onoto
Conoce de hechizos y menjurjes
conserva inscrito en el viento un
abecedario de hierbas y un
instrumental
quirúrgico para picadas de arañas
y mordeduras de culebras
En sus manos inmensas el sol se
posa sobre el horizonte para
regalarle a los polluelos su
canto nocturno mientras él
revisa la creciente de luna y el
pedestal de sus árboles de mamón
Sus conversas comienzan desde
el inicio del mundo y dan cuenta
de cuanta cuita adormece en los
párpados de los hijos o del canto
extraviado de algún nieto que
dejó hace mucho el bahareque
de sus ilusiones
Su sonrisa siempre va atravesada
de una tristeza de crepúsculos
y cuando se le fue su julia del patio
de las chirimoyas a sembrarse
en un horizonte de aguaceros
aquel hombre de esencias se
le quebró su estirpe de árbol
se apagó el lucero que cargaba
sobre el pecho y se quedó
adherido a aquel fogón de donde
manaba pan de horno y aquella
hogaza de maíz que nutría su alma
Ahora desde su silleta le entrega
al silencio el bordado mágico de
su palabra y se va tragando los días
como un almácigo de tentaciones
El dolor le crispa aquellos pasos
que sabían de abismos y follajes
y ahora se tienden sobre el
solar del vivir como un tiempo
inmóvil en el cual sólo a veces
vuelve a incendiarse de sonrisa
su rostro de dulzura y panela
En ese hombre cabe la ternura
en sus trazos más altos
y hoy cuando alcanza noventa
circunferencias de un calendario
sin números uno ha aprendido
que en él la vida adquiere una
dimensión de señorío que dibuja
porvenires sobre esta pobre y
triste tierra en la que hoy sólo
prevalece la desmesura
En ese hombre que atrinchera
en sus predios un cuatro en boca
sólo
para dispararle a los malos sueños
se conjuga la humanidad que habrá
de aposentarse algún día en el
hemisferio de las alegrías
Y para celebrarlo aquí le dejo
el cometa que nos construyó para
que aprendiéramos a coser los días
con hilos de lumbre a consagrar
la tierra como la casa sagrada del
hombre y a apacentar las noches
turbulentas en el manso río de
la armonía
texto / mery sananes
foto / danielita barrolleta
23 de enero del 2014
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario