mery sananes
Prólogo al libro de cuentos
LA LOLA-LOLA
escrito por Lolita Aniyar de Castro
Lolita viene de
muchas raíces, tantas como su memoria puede enhebrar en los caminos que aún no
ha recorrido. Pertenece a una estirpe nómada para quien el vivir fue una
sucesión de travesías inconclusas. Y se juntaron, en su recinto particular,
antiguas y nuevas profecías, salmos que primero escuchó sin entender y que
luego entendió dejando que su música tomara un cauce diferente.
Proviene de un
solar que se hizo centro del mundo y que al abrir sus puertas hacia otros
confines, la dejó desvalida de cielos. Tal vez por eso hizo destino un andar
buscando un patio sin cercas que contuviera todos los frutos de la tierra.
DE
SU MADRE LE VIENE LO
MÁGICO
De su madre le
viene lo mágico, el sonido detrás del silencio, las claves del vuelo, las
líneas de la mano y una profunda identidad con lo trascendente, que ella
encontraba en el hecho más simple, en las hebras de una tela, mil veces
reparada con hilos que le dejaban las luciérnagas en sus incursiones nocturnas.
La Reina le
decían y “regaba su palabra sonriente
como una dádiva para los desconcertados. Tuvo el poder de descifrar los
jeroglíficos de las manchas del techo. Descubría los mensajes en los pliegues
de las nubes. Las mujeres le entregaban las manos boca arriba, y ella dibujaba
allí, con su dedito, un destino de vida hermosa, al que nadie se podía resistir.”
De su padre, los
caminos infinitos que aquel dril blanco paladeó hasta el cansancio para
alcanzar una nueva casa para los mismos pasos.
LA
FUGACIDAD DE UN TIEMPO
SIN RELOJ
Sólo que
pronto se detuvo aquella vida intensa que lo contenía todo, en aquel espacio
cercado a todo lo que pudiera quebrar los sueños. Las maderas erguidas dieron
paso a una maleza desconocida, que dejaba entrever el desarraigo y la
desconsolación, la fugacidad frente a un
tiempo sin reloj, el estruendo de los otros haciendo blanco en un pájaro que
quedó sin canto.
La muerte
primera la conoció en aquel gatico, sin madre, que se acunó en esos espacios de
reverencia y amor. Y quedó la huella como una semilla que encontró sembrada en
más de una ilusión.
RECINTO
DE GERANIOS Y
DE PAN FRESCO
Así también un
buen día la vida le quedó dividida en dos recintos de aromas diferentes. Uno de
geranios adosado al primer beso. Y otro
de pan fresco para siempre adherido a la piel de la madre.
Hasta que
entendió que debía dibujar su propia huella. Equipaje tenía, aunque lo fue
dejando en los lugares de sus búsquedas. Amalgamó como pudo enseñanzas bíblicas
y maternas, aquel espíritu de justicia que hizo suyo, pero que no consiguió
armar en parte alguna.
Y como si
fuese suma de exilios incontables, como si tuviese adosada a sus huesos el filo
de aquella espada de un abuelo convertido en general, después de una expedición
de diez años en busca de un lugar sin nombre y de un nombre conocido y
acariciado que no sabía a qué lugar había ido a parar, ella se hizo prófuga de
su propio destino y se hizo a la mar de un planeta adolorido y exhausto.
EMPRENDER
EL ITINERARIO PROPIO
Así emprendió
su itinerario propio, en un calendario sin fechas fijas, que ella iba
entrelazando a los deberes adquiridos. Se hizo abogada, no había mucho donde
escoger un destino. Criminóloga para más seña. Aquel ser que reconocía que su
mayor vulnerabilidad consistía en saberse absolutamente indefensa, escogía la
ruta de los inocentes y los culpables en una sociedad en la cual la raya
divisoria entre ambos hace muchos milenios se esfumó.
Parió hijos y
libros, habitó y deshabitó casas, como si fuesen los vestuarios de tiempos
finitos. Y bebió hasta la saciedad de todas las arenas y los lodos, los
jardines y los fangos, los ríos desbordados y las florerías resplandecientes. “En cada dedo, real o figurado, de mis pies, -dice-
hay paisajes de todos los colores y un muestrario gigantesco de caminos.”
SER
ÁRBOL DE RAÍCES
Sabía sin embargo, que más allá de todos sus esfuerzos, no lograba
avanzar en el único territorio que realmente le era suyo. Ser árbol de raíces,
ser siembra de un campo común, ser aroma de geranios para despertar un amor que
no se deshiciera en retazos sin memoria. “Soy
sólo una persona que de vez en cuando se enfrenta a un auditorio para decirle,
con mayor o menor brillantez, según los días,
un montón de cosas inútiles, para que todos nos enfrasquemos en un divertimento pasajero.”
Y tal era su
prisa que sólo ahora comienza a desmenuzar entre unos y otros, porque
investigadora como es, no podía darse el lujo de desechar dato o imagen alguna
de las que iba recogiendo su pupila cerrada mientras navegaba a tientas sobre
cauces diversos. “No cae nada, dice. Todo se queda allí, incrustado”
DUEÑA
DE TODOS LOS PAVIMENTOS
“Me diluía yo, dice. Y también mi piel, para
entonces teñida con color Tierra de Siena. Era, sin embargo, fuerte y cegata, arrogante
y coleccionista de bellezas. Dueña de todos los pavimentos. Estaba sin duda en
riesgo seguro.”
Este era el
tiempo de las certezas que, como las pruebas en un juicio, pueden ser escritas
por una sabia jurisprudencia o por los vericuetos de las negociaciones. Porque quien es
dueño de todos los pavimentos sabe que,
en verdad, aún le faltan muchos por recorrer.
Sólo que hay quien se queda en ser coleccionista de bellezas o de
miserias, sin ir más a allá a hurgar quiénes somos en medio de una división
inexistente que inventamos sólo para reponer nuestra propia inutilidad.
DESCUBRIR LOS SECRETOS CON LOS CUALES SE TEJEN LOS DESTINOS
Y ella escoge el camino a la inversa, consciente de su significado y su
alcance: “Y fue así que, sin ver ni oír
ni oler ni tocar, y, sin saber nadar, resbalé en ese mar de papeles mil veces
manoseados. Papeles como anzuelos sinuosos, con agujas escondidas. Llena de
sed, agobiada de preguntas, engullí todos los alfileres. Pez rebelde, agité mis
aletas en busca de aires claros.
Descubrí entonces los secretos con los cuales se tejen los destinos.
Entre otras cosas, que no hay aires claros. Descubrí la muerte, el escalofrío,
el grito, el disparo, el golpe, el alarido, el piso, el techo y el camino.
Todas las violencias del amor.”
El espejo
cobra su verdadero sentido para mostrar, no lo que se ve reflejado en ella,
sino lo que el cristal descubre en lo más invisible de los pliegues del vivir. Ella
lo sabe: “el misterio no ha muerto. A veces asoma su cabeza, rizada y oscura, en
la maraña de los días. Y yo me encrespo como un interrogante.”
ES EL MOMENTO DE TOMAR EN SERIO LOS DESPRENDIMIENTOS
Y este libro es el peligroso ascenso hacia uno mismo. Como quien se
desviste de su propia piel para indagar en los músculos, en las arterias, en
los huesos, la dimensión de lo vivido o por vivir. “Haces
tu inventario, sacas la cuenta de lo que queda de ti, de tus ideas, expresiones,
reacciones y emociones; te cuentas, te pesas y evalúas, te palpas, te
escudriñas. Es el momento de tomar en serio los desprendimientos. Lo que
perdiste se ha ido quedando en esos escenarios para siempre. Pero lo que
incorporaste de los otros no te dejará ya dormir.”
Estos textos
son producto de ese insomnio, de tomar en serio los desprendimientos y a la
vez, sujetar lo esencial, dentro de la maraña de intrascendencias que nos
amortajan.
PEZ EXTRAÑO ATRAPADO EN UN MAR DE VIVOS COLORES
Búsqueda permanente de un solar desaparecido, en medio del diluvio de
las incongruencias y los absurdos. Ir y venir hacia atrás y hacia dónde ni
siquiera aún apunta el mapa de los deseos. Y así lo expresa: “Vaya Ud. a saber cómo influye un apellido indeciso, o cómico,
o extraño, en el crecimiento y la maduración de una persona. Creo que los psicólogos
no han indagado sobre eso, pero yo podría decir cómo me iba encogiendo dentro
del marco estrecho de mi singularidad apelativa, en mi cuasi especificidad,
como si se tratase de una sub-serie, una subred, o algo así de derivado o
diminuto.”
Estos textos refieren, con toda exactitud, esa singularidad apelativa,
esa sensación de sub-serie, sub-red, diminutivo o derivado, que te convierte en
un extraño, en un expropiado de toda identidad, aún dentro de tus propios
dominios. A sabiendas de que aún cuando la obtengas, por trámites burocráticos,
eso no resolverá lo esencial, que es ese diminuto lugar que nos corresponde
ocupar aquí y ahora, en este mundo definitivamente finito.
EL
NO ME OLVIDES DE SILVINA
Este libro representa el ‘no me olvides’ de Silvina. Un escrutinio, a la
vez que no sólo se convierte en una autorradiografía, sino en un retrato
inquisidor de ese lugar donde somos depositados sin que al final del recorrido
sepamos a ciencia cierta si pertenecimos o no a él. No deja ella de lado el
amor. Esa ave escurridiza que sólo atrapamos en el instante de la ausencia. Y
se lo pregunta: “¿El amor, entonces, esa larga retahíla de
historias, es química, rito o ceremonia del inconsciente colectivo, o se trata
sólo de inventar un marco para congelar el miedo de morir a solas?”
MIS
CUENTOS PROHIBIDOS
Y ella misma
se responde: “La vida es corta y la muerte es larga. Aunque quisiéramos llevarnos la
carreta cargada con nosotros, siempre se muere a solas. A solas. Nos llevaremos
sólo sombras, recuerdos, pensamientos, ideas, los que no compartimos. O las experiencias
sofocadas para que no fluyan al exterior con rostros de cuentos prohibidos.
Siempre se muere a solas.” Estas
narraciones son su versión de los cuentos prohibidos, que por primera vez deja
salir, sin rubores, para que ese pez extraño que quedó atrapado en un mar de
vivos colores, regrese a plantarse a su
orilla de origen.
DE LOS LINGOTES FALSOS A LO VIVIDO Y POR VIVIR
Ella sabe que nadie ‘cargará su maleta’ y se niega, a través de la
palabra, a quien alguien grite?, al final: “mujer
muerta, solitaria, andando !” Este es un libro
sobre la vida. Y no hay registro que no guarde en su arsenal de imágenes: “Los caminos son tantos. Judía errante, impenitente, contraje la enfermedad de la aventura, del riesgo, de la inconformidad y las curiosidades. De emprender actividades nuevas, de
enfrentar otras gentes. De seguir descubriendo rincones inéditos. De
recoger y esparcir cariños frescos. Y
abandonar los viejos, arrugados, estériles, que en la balanza de los
años resultaron ser lingotes falsos.”
Y este su testimonio inicial de lo recogido y lo
abandonado, en esa búsqueda en proceso por lo vivido y por vivir, para que no
se agote en sí mismo sino que deje huella perdurable. Sabe que hasta ahora: “He sido una y muchas ¿quién no lo ha sido?
Aprendí a jugar mil roles en teatros sucesivos.” Y que ha llegado su tiempo
de interpretar el suyo propio, con un guión escrito desde el interior de una
piel que aún conserva su frescor.
DESCUBRIR LA SANGRE BAJO LA COSTRA APARENTE
“Así
que voy al espejo, me miro y me advierto, a mí misma: ¡cuidado! Que al escribir
estoy viviendo un período intenso de mi vida, disfrutando este hundirme en lo
más elemental de la emoción, de la cotidianidad y el intimismo, Descubriendo al
fin la sangre bajo la costra aparente. Tengo impulsos de nudismo. Decidí patear
la frase perfecta, elaborada, Saborear
una mala palabra que al fin se atreve, magullada, a salir de entre mis labios.
Rebelarme contra la mirada estable y las manos tranquilas reposando, en un
abandono sólo aparentemente confiado, sobre la m esa o el regazo, como en las
fotos públicas. Me aburre esa mansa actitud mía de simpatía permanente.
He
decidido resistirme a decir siempre cosas agradables o certeras. Me propuse
hurgar en mi ingenuidad, no tendré tal vez otra oportunidad de ser yo misma.
Quiero dejar a mi paso los jirones de piel que se me fueron convirtiendo en
duro e incorporado cuero, cueros que en una vulgar, mediocre, escenografía de
interminable rastacuerismo, van haciendo ese ruido, ese estrépito que me
esconde y me niega.”
Esa es la
búsqueda y la razón de ser de estos relatos. La justificación del ser y el
estar. Como si pudiese recomponer la historia desde sus inicios y dejar la
versión exacta de lo que ocurrió.
Y
SE DESPERTÓ UNA PREÑEZ SIN
LÍMITES
Y resulta
asombroso que este hallazgo-decisión, este tropel en medio de la mansedumbre,
se agite y se conforme a partir de una imagen que atraviesa todo el libro: la
pantalla de un televisor. Desde aquel primero, en blanco y negro, que su madre
le envió pensando tal vez que ella se aburría, hasta el actual que cuenta con
más de doscientos canales diciendo exactamente las mismas nimiedades sobre los
mismos conflictos que ahora televisados suenan a libretos, en vez de
realidades.
Algo detrás de
esa pantalla despertó en ella sus vivencias más profundas. Algo en los
personajes irreales hizo brotar lo que estaba hibernando en su interior. Ella
dice: “Tengo una preñez sin límites de emociones y vivencias, paisajes, libros, decepciones y esperanzas. Todo se
descarga, capas sobre capas, sobre lo que viene prefabricado en la pantalla, en
la que ahora se presentan mil imágenes diversas a la vez. Me veo arengando, me
veo amando, me veo organizando, me veo escribiendo, discutiendo, peleando,
corriendo bajo na lluvia de disparos, conociendo países, hablando idiomas
nuevos, cortando y recosiendo mi vida, pariendo con dolor.
Me veo furiosa, llena de fuerza o traicionada. Me
veo abrazada a un hombre, revolviendo ingredientes frente a un fogón, o bañada
de sol y de azul mediterráneo. Estoy despidiendo un barco, o hundiendo mis pies
en el barro de las inundaciones, recorriendo hospitales, o enfrentando
políticos malvados, observando impotente como mi madre desciende envuelta hacia
la tierra. Escenarios en fin, donde protagonicé mis propios dramas.”
UNA VICTORIA SOBRE LA MUERTE
Y el resultado es esta victoria sobre la muerte que
se asoma en los días en los que duermen nuestros ancestros los silencios
propios y “la oscuridad se desploma
aparatosamente sobre mi cabeza”.
Estos relatos son sus “cinco en
punto de la tarde”, cuando aún encoge su pecho como un acordeón. Y “hay un fuelle virtual que reacomoda mi vida
en su tránsito de la fantasía a la realidad. Me aferro a las imágenes más
puras. Como a un recurso de salvación.”
PARA
QUE TODO SIGA SIENDO
VERDE
Por ello no es
tan trivial ni inocente esta imagen. ¿Qué tiene ella que buscar en una pantalla
de televisor, si en sus fueros internos están grabadas las visiones de su mundo
vivido y las del tiempo histórico que las contiene?
Esta es su batalla “Entonces yo saldré a la mañana luminosa, al
verde copioso de los árboles, a las flores que despuntan, a los helechos que caen.
Respiro profundo. Mojaré mis zapatos en
la hierba húmeda e iré a la caza de hojas, tallos secos, flores mustias, para
hacerlos desaparecer. Habrá espinas leves que se incrusten en mis manos,
insectos invisibles que me acosen. Pero hay que forzar las plantas. Para que
todo siga siendo verde, todo, todo siga estando vivo, como yo, peleando con las
noches, conjurando al sueño. Que es la muerte. Porque dormir es como estar
muerto.”
SER PAN AL REVÉS
“Ya no hay ancla posible
para este navío grande”, exclama. Y cuando al fin está estacionada en el umbral de las
inutilidades, brota en ella como una incandescencia, una necesidad sin tregua,
la de ser pan al revés: “Pan que
regrese a su condición de masa para recomenzar el proceso de levantarse y
crecer. Para echar nueva costra: un sólido escudo de bronce o cobre para
aguantar las lanzas de los enemigos, o los sobresaltos de la vida, aunque
conservando el perfume y la ternura de la miga escondida.”
PARA RECUPERAR UN UNIVERSO SIN PANTALLAS
¿Y qué mejor estadio para el vivir?
Quedo presa de mis frustración y de esa extraña inquisición mía,
obstinada y necia, que la química, ella sola, no es capaz de responder.” Ciertamente,
la química sola no podrá responder, pero esa entidad humana, trashumante,
aventurera e indócil, sí. Y esa es la alquimia propuesta. Se trata de
recomponer una imagen que no es más un aglomerado de fragmentos de sí misma.
¡En el mar! Sí, en el mar. Llego a la orilla, me
inclino y me veo pero no exactamente como soy, más bien veo varios perfiles de
mi rostro desecho en paralelas, leves ondas marinas. Este es mi rostro en
realidad, me digo: un aglomerado de fragmentos del mismo, algo con
desdoblamientos, con toda la flexibilidad del agua, que repite y modifica a la
vez.”
Ella va dispuesta a recuperar un “universo sin pantallas”, donde todo
vuelva a ser “cálido, simple, elemental,
profundo. Y tan pequeño que podría reflejarse en una gota de agua. Ya con
petróleo, claro.”
Es su nuevo
ejercicio inquisitorio que comienza y concluye este primer boceto de una obra
que promete ser mucho mayor. Es como si al principio, no se moviera con
decisión dentro de sus propios dominios, pero la misma palabra le devuelve la
razón suprema de ser: dejar la huella imprescindible, que continúe las
recibidas e invoque las que vendrán.
UN
LIBR0 QUE A NADIE LE ES
AJENO
Un hilo que no
se puede romper, ni quedar detenido, en el umbral de sus propias urgencias.
Apenas ahora comienzan a fluir las aguas que vienen de antiguos ríos. Y por
ello este es un libro que muestra una cotidianidad que a nadie es ajena, que
retrata una capacidad narrativa que está mucho más allá de las conferencias
sobre el bien y el mal, que se desliza con suavidad y fuerza sobre
acontecimientos que, vistos tras su óptica, adquieren ese rango humano que a
todos nos toca y conmueve.
Es tiempo de
apagar la pantalla del televisor. De que los pies comiencen de nuevo a hacerse
de una suela con señales de tierra de arar. Que las manos dejen sobre el papel
las caricias inéditas, las memorias que se fraguan ante un fogón sin encender,
las historias que faltan por contar.
EL
COMPROMISO DE DEJARLE RECADERÍAS
AL PORVENIR
Quien viene de
los desiertos y logra construir vergeles, quien ha tenido que cercar las
flores, para no dejar entrar el aire contaminado de los odios, quien ha tenido
que cerrar los ventanales por donde transcurre la vida de los pájaros, para
internarse en las grutas de la sin razón de los hombres, tiene el compromiso de
dejar recaderías del porvenir.
Y este es
apenas el imán para enamorar a un lector que sabe que tiene sus propias
historias pero que requiere de la destreza que sólo se aprende en los
recorridos intensos por la tristeza, de donde provienen estos relatos, que son
una introspección que conduce inevitablemente a las historias que quedan por
contar.
En sus propias
palabras: sobre el espejo del mar ella está aprendiendo el arte de la fuga y la
estadía. Porque sólo entonces podrá saber: “si esos pájaros
que desaparecen en un punto de los azules mezclados se van de verdad
para siempre o alguna vez regresan.”
DESCUBRIR
EN EL ROSTRO DE LA MUERTE
EL SECRETO DE LA VIDA
Y lo explica: “En esa inmensa pantalla del mar me gustaría ver
llegar mis últimos años. Quién sabe cuántos son. Pues si son muchos, habré
ciertamente para entonces recogido mis peroles esenciales, y habré buscado
nuevos resplandores para mis ojos con sed.”
Como a uno de
sus personajes: un puñal de luz la ha penetrado por sorpresa. Ha descubierto en
el rostro de la muerte el secreto de la vida. Y es su tiempo ahora de
revelarlo, compartirlo, entregarlo al futuro.
mery
sananes
enero
2012
Lolita Aniyar de Castro
La Lola-Lola
Universidad Católica Cecilio Acosta
Serie La mano junto al muro
Mérida, Venezuela, 2014, 138 p.