martes, marzo 29, 2016
CUMPLEAÑOS CELESTIAL - CARTA A MI HERMANO
René Magritte / El infinito reconocimiento
Maracay, 9 de marzo de 2016
Señor
Omar Salvador Santaella Yegres
Cualquier rincón cuántico del mundo etéreo
Presente:
Recordado hermano, esperamos te encuentres bien y a gusto en compañía de
nuestros padres, hermana, sobrina, demás miembros lejanos y cercanos de la familia,
así como de los amigos, disfrutando de aquellos parajes de belleza insospechada
como inexistentes en nuestra tercera dimensión.
Hoy cumples dos años en aquel hábitat de recintos espirituales de pura
energía en relaciones fantasmales, desde donde percibimos momentos de acercamiento
a esta tercera dimensión, hechos de pura luz e impalpables en la mayoría de las
veces, intentando hacernos compañía. Otras veces, advertirnos en ustedes,
expresiones o mensajes que pocas veces logramos interpretar.
¡Sabes algo!, pareciera de ayer el instante de tu partida y más allá de tu
complacencia por la nueva residencia y compañía de nuestros padres,
percibimos el distanciamiento de tu
ausencia, más allá del desdoblamiento cuántico posible generado por la relación
inter-dimensional de tu presencia fantasmal en estos paisajes tridimensionales
que subyacen a los paisajes excepcionales del mundo etéreo, desde donde
trasciendes entre los que aún permanecemos en este mar de “felicidad suprema”, estrictamente
revolucionario.
Ese contexto espiritual o energético también es parte existencial como necesaria
y obligante en los recuerdos, sueños y semblanzas de quienes fuimos y somos tus
hermanos, al referirnos a tu pretérita existencia.
Para que tengas idea de lo expresado, podemos decir que los miembros de la
familia residentes en aquellos referenciados paisajes, pocas veces han sido soñados
como ha estado ocurriendo contigo; como hecho curioso o particular, nos hemos
encontrado contigo en procesiones de una cualquiera de las iglesias del país y
hemos compartido cierto trayecto del camino, sin intercambiar palabras, antes
de desvanecerse el sueño.
Hablamos de particularidad porque eres la primera imagen del mundo etéreo
con la que hemos hecho contacto mirándonos de frente; en otras oportunidades, si
bien, los sueños ocurren ante cuerpos “vivos”, las imágenes con las que
convivimos aparecen de perfil y nosotros, observadores, en primer plano como si
no fuésemos parte del sueño, aunque el resto del paisaje presente sus 3 dimensiones;
algo así como si estuviésemos contemplando la obra de un determinado artista
ingenuo.
En otra oportunidad, tú y yo competíamos (siempre lo hacíamos) como
educadores universitarios, momento en el cual discutíamos en relación a la construcción
didáctica de los conceptos y la manera hermenéutica de expresarnos ante el
alumnado.
Entonces, usabas abrigo, calzado y resto de la ropa, de mayor talla y tu rechazabas
la crítica del alumnado, agitando el maletín que acostumbrabas portar, izándolo
como símbolo de victoria.
En fin, las cosas que nos impone el subconsciente durante los sueños son
inevitables, aunque muchas de ellas, más allá de las inconcebibles, nos
permiten revivir hechos pasados y casi siempre, nos obligan a sonreír. Muchas
han sido las ocasiones de encuentro. Tal vez, más de las que pudimos haber
tenido cuando vivíamos en la misma dimensión.
No obstante, aparte de esas “vivencias”, supuestamente, propio de la actividad
del subconsciente, tu presencia en los sueños, buena parte de las veces ocurre
en hechos del pasado, durante tu edad infantil; contemplamos tus juegos con
grupo de niños de tu edad y ello resulta por demás interesante porque por tu
intermedio ha sido la única manera de poder hacer “contacto” con mamá quien se
hubo resistido a ser soñada después de su viaje al infinito.
Aún recordamos sus palabras el día de su viaje a la eternidad: “Ustedes han
de perdonarme todas las calamidades sufridas por mi culpa, a consecuencia de mi
enfermedad pero, una vez que me marche de este mundo, no sabrán más de mí, es
una promesa” y por lo visto, pareciera haber querido cumplirla.
Ya se enteraría ella que todos sus hijos y demás miembros de la familia hicimos
lo que estuvo a nuestro alcance para atenderla y complacerla, en especial sus
hijas que fueron ángeles custodios desde
los inicios hasta el final y, gracias a tu viaje hemos podido soñarla, aunque
fuese en plano secundario.
Por supuesto, estamos conscientes de tu presencia por estos lares y no son
pocas las veces en las que pudiéramos afirmar que andas con nosotros como
queriendo recorrer de nuevo, los caminos que dejaras; incluso, a tempranas
horas del día cuando salimos a caminar, observamos algunos canes que nos
ladran, sin acercarse, cuando siempre han permitido que les hagamos cariño y
han respondido de la misma manera; entonces comprendemos que andas a nuestro
lado porque no eras amigo de los animales y ellos parecen advertirlo así.
No son pocas las veces que al asomarnos al espejo estés en nuestro rostro
como ha ocurrido con papá; momento que aprovechamos para hablar y saludarnos;
es el encuentro fantasmal de las dimensiones, tal como lo comprobara el físico
Niel Bohr en la década de los cincuenta.
Sabemos que para muchos, lo expresado es locura pero, habrá quien sepa que
estamos en lo cierto; lo interesante es la continuidad sostenida de la comunicación,
cada quien en su dimensión respetando lo que somos y ustedes, desde allá
conocen perfectamente, la manera de hacerlo, aun cuando buena parte de la
población no haya logrado confirmar ni comprobar que habitamos dos dimensiones
diferentes en un “mismo” espacio que para el físico referenciado, uno de ellos,
el etéreo o cuántico, es superpuesto.
Bueno, no te quitaré más tiempo, a sabiendas que ya no podemos discutir
como antes, más allá de la contemplación o actitud pasiva como corresponde a
cada habitante de aquel espacio-tiempo indeterminado o etéreo.
Hermano, feliz cumpleaños celestial, abrazos a papá, mamá, Yolanda, Dady y
a cuanto conocido encuentres en tu cotidiano andar. Te recordamos permanentemente,
al igual que a todos los que han estado en el tiempo de las edades de nuestra
vida.
Tu hermano mayor.
Ramón
Etiquetas:
Ramon Santaella - Carta a mi hermano
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