Esta obra, como muchas otras que podrán ver en los enlaces adjuntos, pertenece a la época de la estadía en Gabón de Paloma Kuns
Fue un largo viaje desde la magia de los trazos de Luis Lucsik, en la Plaza de Bellas Artes, en Caracas, hasta esta ciudad africana, que antecede a la exposición actual que acaba de presentar en París.
Pero hay un hilo que junta todos esos destinos. La persistencia en la imaginación y en el trabajo creador.
Algo puede tener que ver con una madre que inventaba colores y sabores con solo un puñado de hojas de cilantro y unos ajíes dulces. Y con un padre mago que llevaba a sus hijas desde pequeñas a que se enamoraran de los árboles los parques los pájaros y la música.
Siempre buscando el sentido mayor de la vida.
Su etapa inicial como pintora tiene una particular importancia porque no sólo es el descubrimiento para ella de ese arsenal de creatividad que encontró en aquellos seres de ropajes multicolores y corazones hechos de pasión entrega y belleza sino porque su trabajo la llevó de de nuevo a un territorio del cual nunca había salido: el mundo asombroso de los niños.
Y allí en el patio de su casa fundó una escuela de pintura para aquellos niños que se asomaban curiosos a ver qué hacía ella con tantos colores.
Y bastó que colocara decenas de pocillos con pintura papel telas y pinceles para que aquellas manitos llenaran lienzos contenedores de sus sueños
Una experiencia única y maravillosa.
Invito a recorrer esa aventura que se sustenta una vez más en la práctica de que uno es, sólo en la medida en que se extiende hacia el otro, interactúa con él, nutre y se nutre de él, para hacerse numerosos, en el arte de ser más solidarios, fraternos, en fin, humanos.
Ningún otro sentido puede tener la belleza.
mery sananes
febrero 2016
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