martes, diciembre 22, 2020
ROSAS MUERTAS
viernes, diciembre 11, 2020
TIEMPO DE LUNA
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sábado, noviembre 28, 2020
EN LAS ALAS DE UN CORCEL
una partitura de trinos
sobre el paladar de
un sinsonte
tramontando su andar
mientras se adelgaza en el
interior de un cilindro
de alquímicas aleaciones
hasta devenir en
tormenta de fogatas
anticipando los
fulgores del amanecer
ADAGIO
atizando destellos un
oboe de tristezas
en busca de un tiempo
sin soledades
mientras se recuesta
sobre cuerdas detenidas
en el umbral de un sol
que aguarda aún encender
los faroles del día
PRESTO
radiante cabalgando sobre
las alas de un corcel
en busca del horizonte
que será su nido mientras
derrama los matices de un
poniente desmesurado
sobre el fragor de bosques
deshabitados
Concierto en re menor para oboe y orquesta
jueves, noviembre 26, 2020
MANJAR DE SOLES
el árbol ofrenda sobre
la vasija de sus ramajes
frugal podamos abrir una
la orfandad de los silencios
lunes, noviembre 23, 2020
LUNA DE INVIERNO
martes, noviembre 17, 2020
DEL MÁGICO OFICIO DE VIVIR
Quién no lleva una ausencia
en su lindero una conmoción
que jamás se borra
Quién no lidia con una tristeza
que no concluye un agazapado
giro de la vida que trastoca
toda certidumbre
Quién logra zafarse cada vez
de los infortunios tendidos a
nuestro alrededor como campos
minados sembrados a la
intemperie aguardando
la caída
Pertenecemos a una historia
inmemorial sin misericordia que
sólo se refresca cada cierto tiempo
para darle continuidad a la
permanente erosión de todo
lo humano
Objetos de un experimento que
cada día pone a prueba nuestra
resistencia a la muerte
la que acecha sin saberlo la que
nos sorprende cuando creíamos
encontrar la plenitud de un vivir
mientras ella ya se iba en fuga
con el estandarte de nuestra alegría
¿Qué ha entonces de calmar
nuestra zozobra paliar la herida
con la que ya venimos sofocar
la lágrima recomponer la fracturada
ingeniería de un corazón cuyos
latidos nos secuestraron?
No hay respuestas escritas ni
recetas que aplicar no existe un
manual de instrucciones para
sobrevivir la perplejidad de los
derrumbes ni los agrietados pasos
de un andar en caminos ya
cerrados
Sólo nos queda resistir en solitario
como el hombre común atravesado
de sed despojado de todo mientras
sigue dibujando en un cielo que aún
no le pertenece la odisea de una
esperanza desesperanzada
Ese ser que todavía sigue
creyendo que la puerta al otro hay
que mantenerla abierta que el pan
debe alcanzar en tantos trozos como el
hambre lo solicite y que cultiva entre
las sombras un café que jamás se agota
y que brinda en un pocillo y un diminuto
plato para que allí lo derrame y no se
queme con un sorbo inadvertido de
brasa junto a un pan duro cocido en
los fogones del alma
Y desde ese mágico espacio que
inventamos contra toda lógica y
razón tendremos que seguir resistiendo
porque en ese impensable espacio
del no ser resurge siempre la real
esencia de esa materia humana de
la que estamos hechos y la cual
ni la muerte en cualquiera de sus
formas podrá jamás exterminar
por más tierras y mares que sigan
poblando con sus fosas porque allí
sigue y seguirá latiendo incontenible
e indeclinable la vida
texto y foto
mery sananes
16 noviembre 2020
Tomaso Antonio VitaliChaconne
miércoles, noviembre 11, 2020
jueves, noviembre 05, 2020
VUELVE NOVIEMBRE
VUELVE NOVIEMBRE
Vuelve noviembre
con
el vuelo de sus
ángeles
vivir
la
sonoridad de Egmont
esparciendo
mieses
de
libertad en la punta
de
una batuta más grande
que
tus ansias y aquel
laboratorio
sembrado en
los
balcones donde reinventabas
la
fórmula química de
la
alegría mientras destilabas
agua
y regabas tu huerto
hidropónico
a través de los
cauces
de un diminuto acueducto
recolector
de lluvia y de risas
Vuelve aquel día en que
concluías
tu viaje acuático
por
corredores de burbujas
y
huertos de caballitos de mar
para
asomarte asombrado
a
tu primera nocturnidad
y sólo sé de la cordura de
tu
mirada que contuvo el
llanto
para dar inicio a tu
respiración
de música y
amor
Vuelve el calendario a anidarse
en
el regazo de lo vivido y
asciende
un aroma a almíbar
de
naranja y un pan cuyos
límites
tu fijabas en el equinoccio
de
tu paladar
Y desde entonces hasta
ahora
te
veo pasajero de un historial
de
tumultos enarbolando la
paciencia
quirúrgica de quien
con
un estilete cruza los senderos
de
la piel para sujetar los arneses
del
desconsuelo que acude a tu
devoción
para rehabilitar ese
sustraído
sonreír
Un recorrido en el que
has dejado
las
señas de tu señoríos en todos
los
dinteles que atravesaste para
esparcir
tus abrazos de fruta dulce
sobre
todos los abuelos y abuelas
en
los que conjugaste tus afectos
Esforzado andar que
siempre has
honrado
con tu entrega a las causas
del
amor que no se mide sino por
su
fluir de río al océano de
oscuros
oleajes que rondan estos
tiempos
desasistidos de cordura
Y yo celebro tu robusta
arquitectura
de
árbol en busca de los frutos
recogidos
en el solar de las guayabas
que
endulzaron para siempre tu
condición
de eterno escarabajo de
fuego
escalando cortezas en procura
de
una libertad que aún no hemos
alcanzado
y que tú prefiguras en
todas
las estaciones de tu tránsito
enamorado
texto y fotosmery sananes06
noviembre 2020
L.V.Beethoven / EgmontItzhac Perlman
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lunes, noviembre 02, 2020
viernes, octubre 30, 2020
TRINCHERA DE FLORES SATURADA DE RABIA Y POESÍA
JUAN CARLOS CELIS
TRINCHERA DE FLORES
SATURADA DE RABIA Y POESÍA
Creen los asesinos que
después del disparo no vuelven a brotar en esos sitios los retoños, que la
canción que se quebró en el pecho no habrá de resonar jamás, que el verso rompe
el orden armónico de sus palabras hasta hacerse sólo grito. Se equivocan
los dueños de la vida ajena. Porque todo crimen cometido, toda masacre
ininterrumpida, ejercida sobre la tierra y el hombre, no han podido ni
podrán impedir que entre las grietas de los muros más altos se asome una
hojita de hierba, que en el corazón del hombre se sigan multiplicando los
sueños, que en el azul de la ilusión se dibuje el porvenir.
Nos dejan sí la rabia de
ver cómo se tala un bosque de flores, cómo se cambia el curso del agua para que
en vez de convertirse en río, tome el vuelo del rocío. Nos dejan el reto y el
compromiso de no ser indiferentes, de tomar por asalto el mediodía para hacer
del sol un arma de combate. De navegar de las madrugadas de menguante para ir a
recoger fogatas. Nos dejan la tarea militante de ser portavoces del invierno y
del verano.
Juan Carlos Célis tenía
25 años cuando fue atravesado por una bala que le destrozo su caja sonora, su
manantial de vida, su futuro jardinero. Era el 28 de febrero de 1989 y faltaban
seis horas para el toque de queda. Estaba frente al Núcleo de la UCV en
Maracay, en la avenida que conduce a El Limón con un grupo de compañeros que
protestaban por el asesinato de otra estudiante: Yulimar Reyes. Los
funcionarios dispararon desde una ambulancia en marcha y motocicletas
pertenecientes al cuerpo policial. El gobernador del estado era para el momento
Rafael Rodríguez Mérida y el Secretario de Política Andrés Tovar. Se señala
como autor material del crimen al oficial de policía José Antonio Castillo.
Tan sólo tenía entre sus
manos una trinchera de flores y sus ojos saturados de rabia y poesía. El
disparo fue fulminante. Fue uno de los tantos que se dispararon en aquellas
jornadas en las que la rebeldía y el malestar del pueblo fue respondido con la
mayor masacre que se conozca en la historia republicana de este ex país.
Son hechos que quedan
registrados en la historia del pueblo y que se inscriben en la larga
lista de atropellos, crímenes y vejámenes acometidos por quienes se sienten con
el derecho de adueñarse de todo. Una historia que hasta el presente lleva el
cauce y el sello de esa dominación y que aguarda el tiempo de convertirse en
historia colectiva y anónima, creadora y solidaria. Mientras eso ocurra,
mientras trabajamos esforzadamente por acercar el porvenir, cada ausencia la
convertimos en semillero de donde hacemos brotar flores multicolores, armonías
inéditas, versos nuevos, cantos que rasguen el viento hasta construir con él un
madrigal.
Juan Carlos iba haciendo
camino de hortelano y de poeta. Se había asomado al mundo con sus instrumentos
de arcilla y de madera, con su equipaje de lluvia y de amor. Era un enamorado
de la tierra y de sus frutos. Sabía detenerse en los amaneceres para
preguntarles por el manto mágico que cobija los trinos. Y conocía la vastedad
de las llanuras porque en ese territorio de silencios y aves, en las Mercedes
del Llano, había nacido un 16 de octubre de 1964. Fue hijo prodigador de
ternuras y decidido estudioso de la agronomía. Quería dibujar sobre los surcos
el sueño de un mundo distinto, donde los niños tuvieran libre acceso a las
fábricas de golosinas y al amor prendiera silvestre sobre los espacios de
la vida.
Juan Carlos sabía de la
existencia de luces artificiales destinadas a extinguir las plantas antes de
que sobre ellas fructificara la alegría. Y se puso a encender versos como
antorchas, a cabalgar sobre los vientos, roto los silencios en noches de
sortilegios. Y se hizo para siempre militante de la amistad y de la risa.
Dijo entonces: si
vuelven con su noche /encontrarán un pueblo / con los brazos poblados de
amaneceres / porque si vuelven con su odio / encontrarán a mis niños armados /
con la soberbia infinita de la ternura / porque si vuelven / voy a recoger los
fusiles / de los que cayeron / y voy a disparar las veces que haga falta. Ahora
resulta que nos toca a nosotros recoger los fusiles de su poesía, la infinita
ternura de sus ilusiones, sus manos pobladas de flores, para que hagan ruta de
vida y porvenir.
Este libro contiene los
versos que dejo esparcidos en su morada de hojas y barro. Algunos no fueron
concluidos y en general no fueron corregidos. No pensó el poeta que le robarían
el tiempo para ordenar su universo de cundeamores. Y así los entregamos en la
convicción de que el trabajo del futuro es tarea colectiva y anónima y que cada
rayito de amor encendido es material combustible que debemos conservar y
multiplicar.
En estos versos hay que leer no sólo lo que quedó escrito sino lo que intuimos en la canción infinita de Juan Carlos. Su regalo de río y ensenada, sus silencios y tristezas, sus nubes libertarias. Sus sueños de salitre y lejanía, sus campos de acuarelas. Sólo así podremos llamarlo a que venga de regreso a entonar sones de pueblo y a regar de nuevo la tierra con sus ansias milenarias de ser por siempre raíz de alegría.
mery sananes*
* Juan Carlos Celis, Saturado de rabia y poesía. Caracas, Cátedra Pío Tamayo, Centro de
Estudios de Historia Actual, IIES/FACES/UCV, Colección Testimonios,1991, pp.
7-10.