no habrían vislumbrado
tus soledades
si tan sólo el silencio
no hubiese desencadenado
la ausencia
que inundó tu risa
desde el primer junio
de tu duelo
sólo que la sal
te devolvió a las aguas
de dónde venías
ungida de algas marinas
y ajuares de nácar
sé que desde allí
la hondura triste
de tus ojos le dibujan
travesías a los niños
que no viste crecer
y arreboles a los atardeceres
en los que emigras
hacia el viento que hace
mecer el cordaje
de tu canto estremecido
por una ternura olorosa
a nísperos y pomagas
en la eterna fiesta
de tus lunas sin menguante
Carlos Gardel / Sus ojos se cerraron
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ensayo continuas eternidades
Pablo Mares
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