Una dos tres cuatro bombas azucarando
los cráteres de los infinitos mayores
para imponer la eterna misericordia
de los pilares que hicieron residencia
en la navegación de las luciérnagas
para que el destino de un mundo sin destino
adquiriera la máxima distinción
en un Madrid aterido de destrozos
Qué quieren ahora los portentosos dueños
de la miseria del mundo y el terror
sin suelos de ilusión
dónde está la fantasía que un día se montó
en los caballitos de pólvora
que gobiernan la soledad de los atardeceres
que ya no comen mandarinas
dónde están aquellos estruendos de infinito
que pedían saborear las siempre vivas
de las lamentaciones mayores
que ya no volverán a acampar en las mensajerías
de los inocentes confites de esta tierra furibunda
Hoy estamos aquí afiliados y sin saber
para qué el mundo de los dioses consume uranio
de viento y extremaunción de pecados divinos
porque esta es hora de embalajes en las que
el sol se vuelve furia y fuego de intimidades
y ya no hay oración en el tiempo capaz
de resistir la embestida de los decoradores
que bordan el futuro con tiernas sonrisas
de niños destrozados y muertos
Señores de la primera la segunda
la tercera la cuarta y la eterna posición
si lo que siempre van a querer
es seguir la destrucción en uno u otro testamento
tomen en sus manos mi estómago
para que lo lancen al fondo del próximo estallido
Ya no más misericordia señores
de nada vale saber que este hombre
es bomba humana construida sin humanidad
y que sólo nos queda contar la pólvora
y hasta los perros del cielo
pero nunca los hombres más allá de sus bombas
Hoy sé que el infinito ha terminado
y que ya no será posible la existencia
de ninguna primavera
y que el amor de la humanidad forma parte
de una oración por inventar en nombre
de musulmanes cristianos ateos cruzados
y persistentes militantes
de los territorios enmohecidos
y no nos apartemos hoy de la verdad que no existe
y de los sueños que nunca podrán comenzar
Ha llegado la hora de sincerar la búsqueda
del hombre en medio de las jornadas de odio
que seguirán ejerciendo el adiós
como última bandera de los tiempos
vendidos y perdidos en las espadas
de cada una de las resurrecciones eternas
establecidas por la perpetua negación
de su propio creador y para la consecución
del amén eterno y salvador
Agustín Blanco Muñoz
11 de marzo del 2004
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