domingo, diciembre 13, 2009

EMBUSTERÍAS DE LUIS DÍAS

CORAZÓN DE VELLONERA





Luis Días, dominicano, llamado ‘El Terror’, porque con su ritmo e invenciones soliviantaba hasta la vida, dicen que se fue hace algunos días, a llevar su música a otra parte. Los que lo conocen dicen que eso es imposible porque su música se queda donde él la toca, y porque lo que él quería y soñaba y pedía, aún no se ha cumplido.

Ni en su media isla (República Dominicana) ni en ninguno de esos países nuestros en los que seguimos aherrojados a lo que nos dicen que heredamos o a lo que sabemos que nos impusieron e imponen, para que no tengamos capacidad de reconocernos a nosotros mismos, en el hoy de esta historia abatida y encarcelada.

A Luis Días vengo a conocerlo ahora. Como ocurre con todos nuestros verdaderos maestros. No los que remontan la fama que paga billetes, sino los que saben leer en las líneas de la tierra lo que está en el corazón de los hombres sencillos. Y tras esas huellas se lanzan a retomarlas, recrearlas, reinventarlas en ese aún vano empeño de abrir caminos hacia el porvenir.

No lo conocimos pero conocemos a muchos como él, que están sembrados en los pueblos pequeños, en los vastos espacios del futuro y en la propia esencia de la vida. Carlos Goico, también dominicano, pintor, artista, ido hace muy poco a cumplir nuevas tareas, Luis Mariano Rivera, por sólo citar algunos, son de esa estirpe de hombres. Tuvimos el privilegio de escribir un trabajo sobre Luis Mariano. Pero advertimos que lo que escribíamos no lo hacíamos para quienes él representa, sino precisamente para quienes entienden el arte como una parcela privilegiada a la cual sólo tienen acceso algunos elegidos, de la cual estos seres maravillosos están permanentemente excluidos.

De allí esa absurda e interesada división entre un arte popular y uno culto, como si esas cercas no fuesen levantadas precisamente para delimitar en zonas determinadas, a quienes no hay que darles demasiadas alas.

Ignoran que las alas no son una costura que se coloca y quita al antojo de los intereses de una sociedad impuesta, sino que nacen en los hombres y mujeres que no se dejan arrebatar su esencia, que la cultivan y la derraman como esa parte auténtica de una sociedad de gente que no se excluye sino que se encuentra en la propia medida de un vivir que alcanza a todos.

Por lo que leemos y advertimos, Luis Días es uno de estos raros ejemplares de gente que rompe con los esquemas, que deja a un lado las formalidades, que desbarata las tradiciones que no son tales, y que se va a donde late el ritmo que pone a bailar a un pueblo, que lo nombra y lo designa, en lo que habrá de ser.

Y eso da la medida de lo que no se debe ser, de aquello con lo cual quedamos atrapados en las viejas mentiras de una cultura que sólo sirve para ejercer un dominio que lejos de liberar somete a la sociedad entera. De manera que nuestros espacios son territorio propicio para invitar a Luis ‘El Terror’ Días a que nos enseñe su andar, sus acometidas, sus creaciones, su afán por nombrar un tiempo diferente.

De alli que, en su Homenaje, el dominicano Jochy Herrera diga: “Hablo, por supuesto, de la identidad que perseguimos, no de la supuesta. No de la impuesta y no de la heredada: hablo de aquella identidad que nos proponemos encontrar. Y parte de la genialidad que Luis Días nos ha legado radica quizás en la construcción de la tan cacareada identidad dominicana: existir(nos) mientras nos definimos, encontrar(nos) en nuestro ejercicio cotidiano, buscar(nos) tras la vellonera, el poema, la historia y los ritmos; con el dolor del campo y la vorágine citadina, Washington Heights incluido. Es decir: Luis Días quiso invitarnos a comenzar a sernos los dominicanos que aún insistimos en querer ser.”

Y eso tiene sonidos conocidos para nosotros, los de este expaís que de tantos ser lo que no somos, parece que hubiésemos perdido todo rumbo. De tanta 'identidad' que nos han impuesto hemos extraviado hasta el sonido de nuestro propio corazón. Y ahora sólo nos queda como el susto, el miedo, el terror, que nos violenta y nos deshace.

Y hoy nos toca convocar a que se junten todos los Luis Días que se encuentran dispersos en este territorio cada vez más invadido y fragmentado, para ver si también comenzamos a ‘sernos los venezolanos que aún insistimos en querer ser’ para contribuir a crear el mundo de todos. Porque tendrá que llegar la hora de la identidad de la humanidad con la vida y con el mañana de ilusiones de felicidad sin apremios ni acechanzas

Pero eso sólo es posible dando la batalla, llevando la contraria o al menos no permitiendo que la rienda que nos colocan sea quien dirija la dirección de nuestros pasos. Se alcanza avanzando hacia lo que queremos ser, deteniendo la destrucción con la que nos hemos acostumbrado a sobrevivir, para salir en defensa de la vida que aún no hemos vivido.

Le pedimos a Luis, entonces, que en sus nuevos paraderos, y junto a Carlos Goico, Luis Mariano Rivera y tantos otros, sigan sembrando esos porvenires de los que carecemos, hasta que puedan regresar a la mesa del hombre, servida de vastas acuarelas, cuerdas sonoras y de las florecitas silvestres de Canchunchú Florido. MS

Para accesar algunas notas sobre el trabajo y la vida de Luis Días, haga click en el siguiente enlace:

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