Esta
bendición la leí por primera vez en los ojos de mi madre mientras hacía el
ritual de la miel, para que cualquiera fuese el espacio que ocupáramos, se derramara
siempre sobre nosotros el amor que ella guardaba en los pliegos de sus párpados
y en el cántaro de sus manos.
Nunca
la dijo en voz alta, pero cada vez que recogíamos nuestros enseres y arribábamos
a un nuevo portal, ella escanciaba la miel mientras yo descifraba las palabras
que su silencio dejaba caer sobre la entrada del sol.
Hasta que
un día ella se marchó y me toco a mí tomar la miel entre mis dedos y mojar con
ella la curvatura del arco imaginario por donde se escapó hacia el reino de la
abejas que habitan en el bosque de las resurrecciones. Y desde entonces llevo
cosida su bendición en la solapa del alma.
Hasta
que un día me hice recinto y vasija para inventarle una morada de llovizna y
rocío a los nuevos habitantes de mi alegría. Y de las costuras se fueron
desprendiendo las palabras que yo leí en los párpados de mi madre, para ofrendárselas
a los hijos en su primera estación.
Y la
miel endulzó el río de la vida, como una
cascada de azúcares escalando la piel de los milagros.
Y ahora
soy yo quien digo en silencio la bendición de la casa, mientras la miel hace
resonar su canto de flor sobre los días, los aposentos y los caminos.
Que
los dioses de la vida
y el amor
bendigan
esta casa
y
los seres que la habitan
Que
llenen sus espacios
de
bienaventuranzas
y
permitan que crezcan en ellos
las
alegrías sencillas
que
manan de los árboles
los
pájaros y las cerbatanas
Que
sea un territorio
donde
florezcan los
los
encantamientos
que
brotan del corazón
eternamente
enamorado
Que
se haga canto
madrigal
y bosque
en
los párpados de los hijos
Que
se llene de de risas y sueños
para
que puedan construir
el
asombro la ternura y la fortaleza
que
los hagan recios como el samán
y
dúlcimos como un racimo
de
besos prendidos en la
respiración
Que
se vuelva recinto mágico
donde
toda pena se trastoque
en
milagro
y
cada desvelo en anuncio
de
dulces amaneceres
Que
sea escuela para la vida
compartida
y
andén para todas las andanzas
que
edifiquen porvenires
Que
sea siempre albergue
posada
y guarimba
de
un vivir con sabor
a
caramelo
Que
esos dioses maravillosos
que
consagran los atardeceres
y
el amor de los abuelos
que
renace cada día
en
las crecidas de luna
y
la conjunción de los luceros
derramen
sobre esta casa
sus
bendiciones
Como
hoy lo hace
esta
miel que brota de la flor
después
que pasa por el engranaje
musical
de las abejas
para
que en sus espacios sólo reinen
las
confiterías de los días vividos
y
el amor de los tiempos de infinito
por
siempre y para siempre
amen
texto y foto
mery sananes
1 comentario:
Tus palabras son una bendición . Mucho
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