HISTORIA DESOLADA

La tristeza es un abrevadero seco
un cincel en busca de un ojal
un adagio sin cuerdas un rubor
que se quiebra en el
vitral de un iris

Un engranaje detenido en el umbral
de un segundo un aposento donde
no ingresa el hilo de un cometa
la certeza de que no fuimos
lo suficientemente espléndidos
como para atrapar entre nuestros
dedos el tejido laborioso de la alegría

Es el diario trajinar por una ciudad 
desvanecida y sus rostros arremolinados 
en un enjambre de adioses

Es la grieta que se abre sobre
una tierra a la que le han expropiado
sus aguas sus vientos sus aromas
y que transcurre a la inversa de la luz
en busca de algún consuelo inexistente

Es esta quietud de prisión que nos roba
el sentido del ala y la percepción de un 
camino que aún desanda verdes 
en sus noches acuáticas

Es advertir que ya no resuena en las
madrugadas el canto de la espiga
que se desgrana hasta hacerse pan
en manos del arquitecto de los sueños
que sigue aguardando otro altiplano

Es ese cerrar la mirada al tableteo
incesante de aceros que se incrustan
en el paladar de los niños que aún no 
han desvalijado el sabor de una
dulcería y es acallar los ruidos metálicos 
de las verjas que nos contienen

Es esta orfandad de ilusiones
en medio de rostros a los que ya no les
cabe tanta muerte como les han depositado
los días sin flor a lo largo de los pasos
que ya no tienen risa ni en la risa

Es una mano que vuela 
solitaria con sabor a alambradas 
y es este madero arrancado del bosque 
para izarle fronteras al asombro 
consternado de un vidrio opaco

Y sin embargo de esta tristeza propagada 
por los desarmadores de rieles y caminos
tendrá que erguirse un paso sin anclas 
ni suelas claveteadas para derramarse como
una centella sobre esta historia desolada 
hasta que se enciendan los faroles que 
ahuyenten la tristeza y funden aposentos
sin desparpajos

texto y foto

mery sananes / 2009
publicado en embusterías

en septiembre del 2012

contenido en Palabras conjugadas

Caracas, CPT-CEHA-UCV, 2016, pp 53-54