Y la alegría desató su desmesura
sobre la piel de los regocijos
Un ritmo acompasado tradujo
la liturgia de las células
la conjunción de los elementos
el
anuncio de un intervalo
en ascenso hacia la risa
Se iniciaba tu travesía por los
cauces
de un río que derramaba sus rumores
en racimos de adagios
aromando de suspiros el albergue
de todo lo que brotaba
incesante desde la cima de un
dedal de ternura
Las estaciones dieron la medida
de tus pasos y del alegre ajetreo
de tus
andanzas en un diluvio
de albaricoques y mandarinas
El verano y el otoño establecieron
la tesitura de los arpegios que
como
sonajeros traspasaban los
vasos
hasta alcanzar la cima de tu danza
Te habías cobijado en los enseres
del amor y aguardabas impaciente
el tropel de tu fuga hacia los
brazos
de la madre
Y fue en invierno que te
deslizaste por
el anverso de los parpados para
ensayar tu canto en los
territorios
del aire
Desde entonces quedaste adherido
a las peripecias del viento
entramada
tu vida a la estructura de las hojas
a las alas de las mariposas
y a los círculos concéntricos del
agua
que reinventan tus guijarros
Y los días se colmaron de tus
encantamientos
del fragor amoroso de tus
preguntas
de la marejada de tus asombros
sobre
los rieles de las noches
Naciste con una señal entre tus
dedos
una clave en el mi mayor de los
silencios
y un arete de lagrimas colgado del
costillar
que da cuenta exacta de tu
identidad
No hubo hora alguna que no
supiéramos
de la talla de tus caminares del
tamaño
de tus sueños o de la resonancia
de tus improvisaciones tendidas
como
una ofrenda al tiempo de los
abrazos
Hasta que un día expropiaron el
cántaro
de tu risa y te encerraron en la
estancia
gigante de los deseos de los otros
empeñados en trajearte de tristeza
y quebrar la lamina ósea que
sostenía
tus vuelos y la coordenada de tus correrías
Y otro enero transcurre
sin sorprender tu amanecer
con el revuelo de los pájaros
rojos
y la algarabía de los
besos que cuentan tus años
Sin embargo no hay ausencia
posible en
los escampados poblados de
dulcerías
y seguimos celebrando la fiesta de
la vida
en el recinto de tus ojos en la
enredadera de lirios que sembramos
a la orilla de tus latidos
y en el cruce de tus pasos
en dirección a un tiempo
sin despedidas