miércoles, enero 09, 2013

LA GENÉTICA DEL AMOR




Vincent Van Gogh


Ay de los días astillados
por la ira de los otros
los cántaros rotos
que no pudieron saciar la sed
la arcilla que la sequía convirtió
en polvo de piedra sin que siquiera
una gota dúlcima lograra aglutinar
sus sueños de pimpina

Ay de los campanarios que
perdieron el acorde que hacía
del aire un pizzicatto de peces
en cisternas de luna
los ritos silenciados por el
estruendo de la pólvora 
y los zumos del odio
los nidos violentados
por el hacha del desparpajo

Ay de los besos que no alcanzaron
la cima alada de la noche y se
recostaron mudos sobre el precipicio
de los enigmas

Ay de tanto ay que alcanza
la nada de no ser oleaje
ni canto rodado ni esquirla
de lágrima incapaz de devolverle
la armonía a los bosques devastados
a la risa quebrada de los niños a la
ternura desmigajada sin llegar
a ser pan de palomares

Ay de este ay que fracturó la palabra
que quiso ser cuerda de laúd
para tejerle un canto capricornio
a la noche en que sus ojos se
abrieron al espejo de los tiempos
e hizo de ella una vorágine de
fugas y contrafugas
sobre un teclado de silencios

Y sin embargo más allá del 
abismo de los desatinos y la
tempestad de los desafueros
se yergue una risa ruquiruqui
cristalina luminosa y transparente
que estampa sobre el ay 
de las tristumbres
la genética del amor que hace parir 
para siempre  vida de música 
orfebrería resurrección

mery sananes
02 de enero del 2013


1 comentario:

Anónimo dijo...

Este ¡Ay! es de los que nace en en más puro de los adentros.. Muy de los grandes poetas.

JB