martes, enero 01, 2013
HAN VUELTO LOS PÁJAROS ROJOS
foto de Isaac Sebastián
tomada el 29 de diciembre del 2012
HAN VUELTO LOS PÁJAROS ROJOS
Mira mata
regresaron
los cardenales
han vuelto
los pájaros rojos
el chipili
Mira me dijiste
regresaron los cardenalitos
han vuelto los pájaros rojos y me enviaste
la magia emplumada de su vuelo detenido
sobre aquellos alpisteros de invierno que
tu amor y el mío colocaron hace mucho
en el dintel de las ventanas del alma
para que el diálogo que habíamos
entablado con ellos jamás se perdiera
Allí estuvieron desde que llegamos
a esos predios arbolados que hicimos
nuestros de tanto caminarlos
buscando florerías y escarbando nubes
Nos recibieron con sus cantos y tú
acostumbrado a conversar con los
escarabajos y las hormigas con las
mariposas blancas que tejían filigranas
sobre la hierba comenzaste a responder
a su llamado urdiendo en tu lírico
abecedario hilos trenzados para sus nidos
Y cada amanecer cuando recorríamos
la distancia entre tu mirada y mi asombro
los cardenalitos salían apresurados
de sus guaridas para saltar de una rama
a otra hasta que los divisáramos y
selláramos el día con un canto
a tres voces
Qué días esos hijitivo en los que
tus tareas eran medir las
petalerías
inventariar el vuelo de los patos hacia
la laguna o descubrir los conejos
de la casa de al lado
Conocíamos de memoria los pasadizos
secretos de los peces en el diminuto hilo
de agua en la que sembraban su danza
hacíamos fiesta con la llegada de los
dientes de león que tú recogías como
linternitas de sol o soplabas para que
las blancas espiguitas regaran su magia
por los bosques del alba
Reinventamos la risa en las veredas
donde pastaban los venados y las ardillas
y los cielos a los que los azulejos le
robaban el color para hacerle alarde
a los cardenalitos
Nos asomábamos a las alcantarillas
para escuchar el campanario de las aguas
cuando un guijarro rompía sus quietudes
recogíamos hojas secas para guardarlas
entre las páginas de los libros que ya
comenzabas a descifrar y en el piano
anotabas las huellas de tus ensoñaciones
dejando correr tus deditos sobre un
teclado tan grande como tus ansias
Los cardenalitos siempre fueron
nuestra rosa de los vientos el compás
de nuestros pasos la algarabía de
las horas en las que el asombro era
la hogaza que ardía en el fogón de
nuestros amaneceres
Hasta que un día hijitivo de la vida
debajo de unas hojas a la altura del
ventanal donde guindaban los alpisteros
encontramos a la cardenalita dormida
sobre su plumaje silenciada la armonía
de su canto y el cardenalito se fue con
su tristeza en busca de otros bosques
Y eso ocurrió hijitivo de la vida en los
mismos días en que un poder más alto
que el canto de los pájaros desató sus
iras sobre las nieves del invierno y creyó
romper el cordel que nos sujeta a las
leyes del universo a los estatutos de la
naturaleza a la estructura de la ternura
A tu madre la arrancaron de su nido
y como al cardenalito le robaron su
existencia le expropiaron la alegría
le destrozaron el regazo que te inventó
y a mí tu cómplice de fugas tu centinela
secreto tu cajita de música me apartaron
de tu vida y me fui como el cardenalito
a mitigar la pena en la esperanza
a buscar otros árboles donde morar
a guindar nuevos alpisteros
para invocar la magia de los pájaros y
el cantar de otros amaneceres
Y sabes hijo cuando al fin
llegamos a estos territorios ajenos
que hoy habitamos cinco cardenalitos
nos recibieron dejando entre los
arbustos recaderías de tiempos
que no han concluido ilusiones de risas
que aún nos aguardan espejos de una
memoria grabada como un cincel en
las piedras que hacías danzar en círculos
sobre el silencio de las aguas
Y hoy hijitivo de la vida
en este veintinueve de diciembre
de este nuevo ciclo de amaneceres
solares tú me anuncias que los cardenales
han regresado a nuestros alpisteros
que los pájaros rojos están de vuelta
en los espacios que fueron nuestros
Y yo te digo hijo que tal vez sea el amor
el que te los envió
para que de nuevo
entablaran su conversita contigo
y te dijeran qué honda es la ausencia
de tus asombros en nuestros párpados
qué larga es la pena de no mirarte
saborear la lluvia como si fuese un río
de golosinas o hurgar las noches en
busca de la constelación de orión
Y para decirnos que tus ojos aún
saben descifrar el lenguaje secreto del
corazón y que aún desde la distancia
que otros quisieran convertir en lejanía
se entrecruzan los quereres con la
complicidad de los cardenalitos
para dejar establecido por encima
de toda sombra que los amaneceres
nos pertenecen y pertenecerán por
siempre y para siempre en el adagio
de un canto grabado en la infinita
guarida de los bosques solares
de tu mata
29/12/12
texto y fotos / mery sananes
Etiquetas:
MS El Libro del Chipili
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10 comentarios:
...los amaneceres nos pertenecen y pertenecerán por siempre.Gracias Mery
María Cándida Borrajo Lloves
Al menos nosotros no nos cansaremos de inventarlos y reinventarlos. Gracias, María Candida.
Leer a Mery es lo más parecido a orar.
Ana Rita Tiberi
Ay amiga del alma, cómo sujetas el hilo de los párpados y ofrendas tu ternura a los transeúntes. Dan ganas de detenerse, girar y darte un abrazo del tamaño del cielo.
Querida Mery: te leo Mery en esta noche, te leo y te vuelvo a leer, tratando de descifrar “la magia emplumada de su vuelo detenido”, tu magia….que es vuelo también ante mí detenido. Me vuelan los pájaros rojos alrededor del alma en vuelo certero esta noche. He caminado tan rápido que no he podido hablarle a los colibrís que hay en mi jardín, ni a las lagartijas ni a las hormigas ni a las mariposas. Pero por suerte me estoy muriendo para renacer de nuevo. Se fue mi hijo, mi cardenalito muy triste, se fue a otros bosques porque he sido una cardenalita dormida en su plumaje. Pero al menos ahora llevo tu poesía entre mis dedos de ansias también tan grandes como la de aquel piano. Me quedaré cerca de ti este año y todos los que me sean posibles para llenarme entre otras cosas de pájaros rojos. Espero con ansias tus etiquetas. Un abrazo. Feliz año. Te quiero!
Querida Mery: te leo Mery en esta noche, te leo y te vuelvo a leer, tratando de descifrar “la magia emplumada de su vuelo detenido”, tu magia….que es vuelo también ante mí detenido. Me vuelan los pájaros rojos alrededor del alma en vuelo certero esta noche. He caminado tan rápido que no he podido hablarle a los colibrís que hay en mi jardín, ni a las lagartijas ni a las hormigas ni a las mariposas. Pero por suerte me estoy muriendo para renacer de nuevo. Se fue mi hijo, mi cardenalito muy triste, se fue a otros bosques porque he sido una cardenalita dormida en su plumaje. Pero al menos ahora llevo tu poesía entre mis dedos de ansias también tan grandes como la de aquel piano. Me quedaré cerca de ti este año y todos los que me sean posibles para llenarme entre otras cosas de pájaros rojos. Espero con ansias tus etiquetas. Un abrazo. Feliz año. Te quiero!
Mery, ¿tienes problemas en el Facebook? No veo tu página actualizada, y si te escribo en ella se altera la mía. He tenido que eliminar un comentario para recuperar mi página en Facebook.
Me ha conmovido la nostalgia de estos pajaritos. Soy de una familia muy pequeña pero compacta: un cardenalito, Carlitos mi hermano menor y dos tortolos enamorados en una primavera interminable que son mis padres. Por ciertas circunstancias vivimos distanciados actualmente. Prefiero pensar que mi cardenalito y mis tortolos buscan en otros bosques lo que en el nuestro es tan difícil hallar. La ausencia tiene varias formas, a veces viva, a veces muerta y cada día poblamos nuestros corazones con la búsqueda de cualquier razón que nos mantenga en vuelo. Gracias Mery por brindarnos esta bella lectura y esperamos que en tus jardines te rencuentres con ese lindo trinar de ese pajarito perdido.
Mary
A mí hace días que todo lo de Mery me conmueve. Tus palabras también ahora Mary. Parecemos una misma voz con distintos ecos. Las palabras de José Martí describirán mejor este encuentro: "Jamás preocupó como hoy a los seres humanos la benevolencia y el ímpetu de expansión que ahora abrasa a todos los hombres. Se han puesto de pie, como amigos que sabían uno de otro, y deseaban conocerse; y marchan mutuamente a un dichoso encuentro".
Marcela Val
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