jueves, noviembre 28, 2013

CANON PERPETUO




Hoy escalaste
la sed de los naufragios
para dibujarle al
corazón un recinto
de llovizna

Y la risa brotó
en vuelo dúlcimo
desde los vientos 
helados del invierno
hasta la circunvalación
de los asombros y la
resurrección de los
abriles

Desplegaste en el
tumulto de ese instante
un canon perpetuo en tus 
cuerdas de enamorado colibrí
consagrando para siempre
el alado ritual del vivir


27 de noviembre del 2013
texto y foto / mery sananes


Ofrenda Musical
Juan Sebastián Bach

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domingo, noviembre 24, 2013

TIEMPO SIN PALADARES







Cuando no estás
un epílogo de ramas
desanda la curvatura
del beso tramontando
un tiempo sin paladares


texto y foto / mery sananes
21 de noviembre del 2013




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jueves, noviembre 21, 2013

EL BESO QUE IMANTÓ LOS TULIPANES





Iba de blusa blanca y llevaba prendido en el ojal un jazmín que aromaba el viento que mecía mis cabellos mientras alcanzaba la esquina perpendicular de tus párpados. Allí se alojó un suspiro que se le escapó al ala inquieta de una mariposa en vuelo hacia la confitura de un membrillar.





Descendí por las escalinatas de la tarde hasta llegar al palomar de las nubes para ver soltar sus rumores de agua sobre el sobresalto de las fuentes. Y escribi en la dulce hondonada de la flor una carta hecha de lloviznas.




Tú aguardabas en el pasadizo de los siglos la señal de una canción que aún no habías escuchado y escudriñaste mis ojales aguardando el milagro de un adagio que recorriera la dimensión de tu sed. Yo me hice niña en la estancia de tus comisuras y me sembré en las florerías de un tiempo que aún no ha transcurrido.




A tí se te hizo agua el paladar de los sueños, embriagado de jazmínerías. Y recorriste la casa de las palabras en busca de un verso que contuviera el malabarismo de tus madrugadas, dibujado sobre un espejo de rizos y un azul de mares sin navegar.




Tuvo levedad de chicharra el vuelo sin estaciones entre la mirada y el beso que imantó los tulipanes. Pero fue suficiente para dar cuenta de los tiempos de laúd que habrán de ser.



texto y fotos / mery sananes
21 de mayo del 2010
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martes, noviembre 19, 2013

LAS TRUCHAS DE SCHUBERT



 
Las truchas de schubert arman
vuelos de rios mares y fuegos
y nunca regresan al azar



agustín blanco muñoz
del libro / ofrenda musical


 
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FRANZ SCHUBERT - A 182 AÑOS NO CONCLUYE SU MAGIA


Gustav Klimt / Schubert al piano

31 de enero de 1797 / 19 de noviembre de 1828  



Casi treinta y un año, y se lo llevó un tiempo de grises revuelos. Había abordado las esquirlas y las heridas se enquistaron en los pliegues de su fantasía. Y sin embargo, cuánta melodía no dibujaron sus dedos, cuántas misericordias no deletrearon sus canciones y cuantas imaginerías no nutrieron las sonoridades inconclusas de sus sinfonías.

Nos quedó su risa enrevesada en las notas de un piano, en las cuerdas de La Grande, en el juego armonico de La Trucha, en los lieders que cautivaron las vocales que vibran en las cajas sonoras de las gargantas, en el lirismo de Rosamunda y en el secreto encanto de la inconclusa. Nos dejó los años que no tuvo para que los sembremos en los que vendrán, cuando las penas no amortiguen las fugas y las cadencias sean frutos del amor.




La Grande anda escondida en lo chiquito
para poder despertar las aleluyas que
moran en los lechos de los mares
que aún no se han llenado de olas de amor


agustín blanco muñoz
ofrenda musical

Véase también el siguiente enlace

http://embusteria.blogspot.com/2008/11/embusteras-de-franz-schubert.html

publicado inicialmente el 19 de noviembre del 2012
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miércoles, noviembre 13, 2013

DECIRES DE OTOÑO V




Y en otoño a dónde van a parar
los nidos de las mariposas
cuando las frondas se desvisten
de su hospedaje de verdes y sólo
le quedan las ramitas secas para
construirle conjeturas a sus ansias

Cómo hacen para navegar libres
los barquitos de papel cuando los
pozos de sus risas se llenan de
hielo y de escarcha

El otoño es la medida exacta
de nuestros afanes porque sólo
cuando extrañamos aquello que nos
hace móviles y libertarios
es que regresamos al tesoro
de nuestras manos constructoras
a nuestros párpados exuberantes de
paisajes a nuestro oficio jardinero
de recolectores de esperanzas

Y es allí en esa bruma de los atardeceres
en ese lento silencio de las hojas ausentes
desde donde tendremos que reinventar
nuestro arsenal de ilusiones hasta que
renazca la risa de otoño en los lazos
alegres de un tiempo de porvenires


texto y foto / mery sananes
20 de noviembre del 2009
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lunes, noviembre 11, 2013

UNA VIDA AROMADA DE LIBROS BUÑUELOS Y AMOR - A CONCHITA BEROES



UNA VIDA AROMADA DE LIBROS

BUÑUELOS Y AMOR
Carta a Conchita Beroes
en sus 95 años



Conchita

En tu caso no es sólo referir un vivir de muchos años sino hacerlo como tú lo has hecho, en los términos de una proeza mayor. Una obra de cultivo,  empeño, belleza, paciencia, desprendimiento y amor. Y no obvio las durezas y tristezas. Por el contrario son ellas las que construyen la calidad de talante, la hondura de tus respiraciones, la fortaleza de tu espíritu.

Te conocí hace mucho. Conchita, la compañera, amiga, esposa, de Don Pedro Beroes. Esa sensibilidad a la mano de todos. De ese ser también mayor aprendí  esa aproximación a la literatura que nos aparta de la simple erudición para situarnos en el sentir y la pasión. Un misionero del porvenir que  hizo de su vida ese recorrido amoroso por los libros, de los cuales ninguno le fue ajeno.

En su biblioteca, esa que tú resguardas con tanto celo, no había ejemplares cuyos bordes aún no hubiesen sido recortados para que las páginas salieran libres, como solían imprimirse los libros entonces. Cada uno de ellos llevaba el signo, la huella de Don Pedro.

Y de allí y de la vida real, concreta, difícil, que le tocó vivir se nutría para convertirse en aquel maestro que fue para todos los que tuvimos el privilegio de escucharlo y compartir con él sus lecciones.

Nada de magistral tenían sus exposiciones. Era un acercamiento emocionado a la obra. Y si bien se conocía de memoria los clásicos de todos los tiempos, su gran entusiasmo era descubrir y redescubrir la literatura venezolana. No la del momento sino la que yacía olvidada en los anaqueles polvorientos de archivos jamás visitados.

Y no puedo hablar de ti Conchita sin hablar de Pedro. Porque ambos eran una sola junta de creación, un solo episodio, una sola obra de arte, que tú amalgamabas con esa alegría, esa picardía que conservas intacta y que compartes con tu amigos con el pedido de que contribuyan a esparcirla por mares, vientos y caminos.

Nada te era ajeno de esa vida. Ni los actores, ni los libros, ni sus cuitas, ni sus exilios, ni esa inmensa generosidad de las puertas abiertas que siempre te caracterizó. Tampoco olvido, Conchita, la alegría que se posa sobre tus ojos cuando haces memoria de tus tiempos de bailar y disfrutar en las trincheras que siempre te han acompañado.

Es fácil  decir 95, pero tú con ellos has edificado una vida olorosa a buñuelos, a melado de papelón, a dulce de mango, armada de afectos que fuiste y sigues construyendo cada día, estructurada sobre esa condición solidaria y fraternal del hombre que estaba en Pedro como en ti, como el centro y el eje de vuestra manera de ser.

Tu casa lleva el nombre de la biblioteca mayor que va mucho más allá de los libros. Un  aposento  que se volvió huerto  de mangos y ciruelos, de tierra mojada que tú has sembrado hasta  con tus lágrimas como lo hiciste en aquellos días en que Manuel se fue a los territorios de las siempre-vivas y cundeamores.

Conocerte, tenerte, quererte es un regalo y una bendición de la vida. Un alto compromiso. Una alegría de las que conservo en el corazón como esos talismanes a los que uno acude cuando se debilitan  las fuerzas interiores y hace uno de un rasguño una herida mayor.

No podía dejar de estar presente en estos noventa y cinco escorpios.  Recojo lo que eres y lo coloco de abono a mis huertos propios. Y anhelo de corazón que este mundo estuviese pleno de gente como tú, como Pedro, en cuyas manos un libro se podía convertir en una flor o una ofrenda. Un verso en una larga caminata por los paisajes del alma. Un episodio en una lección permanente. Un olvido en un deber de memoria insustituible.

Y al lado de ustedes, Manuel pensando en el registro de todos los pasos. Elvira sembrando caracoles, Agustín hilvanando los panoramas del mañana y los nietos inventando porvenires.

Te quiero, te admiro y te tengo  conmigo Conchita. Y te envío desde mis cercanas lejanías un abrazo de los grandotes.

mery sananes
11 de noviembre del 2013
foto ms



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ARTHUR RIMBAUD - Y SIGUE SIENDO LA VÍSPERA



Final de
Una temporada en el infierno


Sí, la nueva hora al menos es muy severa. Porque puedo decir que alcancé la victoria: el rechinar de dientes, los silbos del fuego, los suspiros pestíferos se moderan. Todos los inmundos recuerdos se desvanecen. Mis últimos pesares escapan, —celos de los mendigos, los bandoleros, los amigos de la muerte, los retardados de toda especie.—Condenados, ¡si yo me vengase!

Hay que ser absolutamente moderno.

Nada de cánticos: conservar lo ganado. ¡Dura noche! La sangre reseca humea sobre mi rostro, y detrás de mí sólo tengo ese horrible y diminuto arbusto... El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es el placer de Dios únicamente.

Entretanto es la víspera. Recibimos todos los influjos de vigor y de auténtica ternura. Y al llegar la aurora, armados de ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.


¡Qué hablaba yo de mano amiga! Es una ventaja considerable poder reírme de los viejos amores engañosos y cubrir de vergüenza a esas parejas embusteras, —he visto allá el infierno de las mujeres; —y me será posible poseer la verdad en un alma y un cuerpo.


Abril - agosto, 1873.
Final de Una temporada en el infierno
Traducción de Oliverio Girondo y Enrique Molina


Y sigue siendo la víspera. No hemos alcanzado aún ni el vigor ni la ternura necesarios.

Y esto que llamamos hombre sigue detenido en el infierno, calcinando aún las espléndidas ciudades a las habríamos de entrar, y sin siquiera vislumbrar una aurora distinta. 

ms
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sábado, noviembre 09, 2013

ABRIREMOS OTRA VEZ LOS AMANECERES





Alexis

Siempre quisiera uno escribir cartas cuya algarabía se desborde de sus márgenes y alcance al destinatario para hacerlo sonreir, sin otra excusa que las ganas de un abrazo cálido y permanente.

Tal vez ha sido la manera de comunicarnos desde los tiempos largos en los que nos conocimos. Una alegría que nunca perdimos, a pesar de que en medio de ella, lo que más nos aproximó fue el dolor.

Imposible olvidar aquel día en que se nos fue la Chili. No habia cómo comprender. El silencio se convirtió en una especie de sinfonía de instrumentos mudos, queriendo arribar a las contracciones del corazón.

Y desde entonces los lazos se sellaron en el atril de la tristeza, aunque sabíamos del abrir a plenitud de las alas para cobijar a los hijos que nos quedaban colgados de un absurdo.

Sin embargo nunca pensamos que aquel torrente de oscuridades tocaría de nuevo el umbral de nuestras esperanzas renacidas. Y ocurrió, hiriendo doblemente el corazón desasistido. Se nos fue cuando acababa de llegar, cuando ya había inscrito en los días sus rituales del amor, su torrente de risas. Y le quebró el torso a la hija, al dejar entre sus manos solo los hilos del nido que comenzaba a enhebrar.

Cómo resonó aquel dolor repetido y multiplicado. Y Belkis y tú, fortalecidos, se irguieron como un maguey florecido para quitarle toda sordina al viento y dejar que recomenzara la vida.

Y lo lograron. Como se alcanza los deseos en este mundo invertido, en este tránsito roto, en estos tiempos ennochecidos y sin luna.

Con la sola esperanza de los días porvenir, de ver multiplicados en los hijos las risas que nos robaron sin aviso ni contingencia.

Ay! Alexis, hermano del alma y de la vida, un nuevo golpe vino a resonar en tu pecho curtido ya de penas. Esta vez fue el hermano, ese hermano de quien siempre hablabas, al que te aferrabas, como la piedra al río.

Qué decirte entonces que no te haya dicho. Qué lágrima entregarte que no hayamos ya derramado. Qué fortaleza que ya no hayamos ejercido en ese afán de no dejarnos socavar por dureza alguna.

Sin embargo, necesito alcanzarte con el abrazo que dejé guindado de tus manos, la última vez que nos vimos. Requiero que sepas que no he estado jamás ausente de tus días.

Y que en el suspiro propio, entrecortado, contengo al tuyo y a la vez lo libero, porque aún no concluye nuestra estación de tierra, ni acaba nuestro deber de amor.

A él estamos atado desde antes de nuestro nacimiento y lo estaremos después que hayamos ido a parar a los albergues celestes, en los cuales la energía tiene el destello de una estrella fugaz, en un cielo habitado por millones de vías lácteas.

Sembramos hijos y nunca dejaremos ni podemos dejar de ser jardineros, hortelanos, cosechadores de florerías. Y las que he sacado desde mi propio sembradío de lágrimas, te las entrego aquí envueltas en estas palabras que aún perteneciendo al silencio, tienen la sonoridad de un violonchelo.

Te quiero Alexis. Y necesito que una vez más emerjas  fortalecido de este nuevo tránsito por los canjilones de la tristeza, para que tu humanidad  siga siendo el pilar de las sonrisas que estamos obligados a construir aún  desde la hondura imprevisible de los acantilados.

Aún tenemos que entregarle lecciones al aire. Bordarle suturas a los amaneceres. Tejer guirnaldas con el canto de los pájaros. Arribar a la estación de los crecientes sin quedarnos en los umbrales de la penumbra.

Todavía queda la vida anclada al costillar, a la línea recta de un corazón desbocado, al cordón por donde alguna vez corrió libre y sin atavíos, la risa de los colibríes.

Aún queda muchísimo por hacer, en tu escuela de idealidad avanzada, en tus aulas de libros abiertos, en tus navegaciones por el horizonte de las aguas. En el paladar de los hijos y los hijos de los hijos.

Déjame recostarme en tus silencios y entre ambos abrir otra vez los amaneceres.

Muuucho,

mery
21 de octubre del 2013



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jueves, noviembre 07, 2013

DE LAS PALABRAS - ALBERT CAMUS




Para terminar, me dirigiré a vosotros, los estudiantes…

Quisiera que no cedan cuando les digan que la inteligencia está siempre demás, cuando les digan que está permitido mentir para tener éxito.

Quisiera que no cedan ni a la astucia, ni a la violencia, ni a la abulia…

Acaso entonces, en una nación libre y apasionada por la verdad, el hombre vuelva a sentir ese amor al hombre sin el cual el mundo sería sólo una inmensa soledad.


ALBERT CAMUS

Crónicas (1943—1953)
Alianza, p.72


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miércoles, noviembre 06, 2013

LOS ÁNGELES DE TU EXISTENCIA








para guagó


En el tiempo de este hacer
se nos viene encima
el afán en permanencia para que
en las ondas de tu armonía
se mantenga la soberbia de los 
luceros que se manifiestan en la
instalación del aroma de vida
que hace melodías de los sueños
para asumir los atardeceres 
que llevan el encuentro 
a los vuelos de los porvenires
para que a la hora de
la indómita proyección de las camelias
el canto mayor llegue a las acurrucaciones
del hijo y se abra el instante supremo
de las alegrías de infinitos que cosechan
los ángeles de tu existencia


agustín blanco muñoz
06 de noviembre del 2013


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UN RÍO DESBORDADO DE HORIZONTES


constelación de skorpios
a juan jorge
eqnltn
en otro de mis
 noviembres



Florece el tiempo
en el estruendo de una
milésima de segundo
corta en dos la geografía
de la memoria y alcanza
la trascendencia deslumbrante
de lo breve

Alli en ese preciso instante
se espiga la vida en el soplo
de un rumor de vocales
cabalgando nocturnidades 
para dejar en el nido 
de una madrugada
la tempestad de un pájaro
ebrio de amaneceres

¿Y quién circunda en el
solitario giro de una mano
adherida de fugas
la persistencia de la trayectoria
cantabile de un río desbordado
de horizontes?

La geometría de un amor
irreversible triangulando
espacios en la constelación
de scorpios

Y allí en ese lecho de
estrellas acampando en
el párpado de los días
un oboe configura su adagio
hasta alcanzar la elipsis
de un abrazo frugal y eterno


mery sananes
06 de noviembre del 2013





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