un acierto los verbos en desbandada van
fraguando cada uno una diáspora que sólo
deja la huella de sus ansias
rostro con la silueta de algún mal y el suspiro
se ha quedado dormido sobre un punto que
ya ni siquiera es capaz de volverse exclamación
quedarnos callados en medio de los gritos que
socavan las gargantas inutilizadas para escribir
oraciones en la tempestad de los haberes
ese encono del odio que se atiza aún
sin la conseja de la brisa
regresar con fuerza de torbellino a inundar
las caricias que no nacieron
in crescendo qué nos queda para irrumpir en el
destrozo y acompasar el tenue hilo del soliloquio
en busca de un mar sonoro y musical
tarde empeñados en socavar los cimientos de
los amaneceres y así cargamos la noche como
una bala perdida incrustada en los deseos
en hazañas de vacía rebeldía y en una
retórica de misiles disparados en una batalla
de la que nadie saldrá ileso
la palabra se deshila hasta desaparecer
en el andén de los desechos pierde toda
resonancia y se despliega como un
contingente armado aguardando
de una armonía perdida el hastío toma el lugar
de los diptongos y a la final una sola vocal aúlla
sus intemperancias mientras la lengua cumple
certera los designios de babel
en cada resquicio tomado por la devastación y
el desafuero y sólo nos queda un rubor rielando
sobre el archipiélago de noches sin amaneceres
esta travesía por el incesante trayecto de
la bala hasta consagrar la resurrección
de la semilla y la conjugación de las
hasta la más honda de las entregas y
el más deslumbrante de los adverbios
quedará como yesca que no enciende
por el frágil pasadizo de una lengua que
nombre como si fuese por primera vez
cada instancia expropiada al hombre
agujeros encriptados de la desesperanza
hasta que alcancen el fuelle brioso de los
algoritmos del existir
conjugada en la octava clave de los misterios
Publicado en Palabras Conjugadas