viernes, noviembre 15, 2019
TODOS LOS VERSOS EN LA TIERRA FERTIL
TODOS LOS VERSOS EN LA TIERRA FERTIL
Ingrid Chicote
Del laberinto
no se puede salir, es necesario trascender
Literatura de
la tierra baldía: John Updike:
Eduardo Gasca
Para dar inicio a esta presentación quiero decir
que este libro que está en sus manos fue producto de la causalidad, de una
cantidad de acontecimientos que desencadenaron que Eduardo Gasca y yo nos
conociéramos y que posteriormente, decidiéramos llevar una estrecha y sincera
amistad signada por la fertilidad creadora en el intercambio epistolar.
En la correspondencia que
llevamos hay un proceso de reciprocidad en la información compartida sobre el
vasto océano de la cultura humana, un lenguaje fluido, una revisión permanente
de autores, descubriendo para nuestro bien, que a ambos nos motiva la
literatura de tierra baldía, el Vallejo de Trilce,
la amistad infranqueable y lúcida, matizada con la historia de la Guerra Civil
española, que acompañamos con la poesía de Miguel Hernández y García Lorca,
escuchando bajito el himno de los partisanos: Bella Ciao, condimentada con nuestra visión de los aconteceres del
hombre en su marco de relaciones polisémicas y políticas
Durante años hemos leído
a otros y nos hemos leído. Hemos
corregido a otros y nos hemos corregido.
Mi acercamiento a Joyce por ejemplo se produjo por una traducción que
Eduardo me envió para que cazara gazapos
como le dice él a la corrección ortográfica. En realidad las traducciones que
hace Eduardo a partir del 2015, y durante toda esta guerra que hemos vivido,
fue una manera de entretener la realidad, como una droga que le ha funcionado
siempre que no tiene cómo soltarse en poemas, cuentos o novelas.
La lectura y revisión de Dublineses, se convirtió en una clase de
literatura anglosajona.
La tarea del oficio
traductor la he conocido con él, quien se esmera en hacer impecable su trabajo
en solitario o a cuatro manos como el realizado con Celso Medina de la obra de
Gerald Kamber titulada Max Jacob y la
poética del cubismo. Me atrevo a decir que la etapa más prolífera de
Eduardo Gasca han sido estos últimos seis años.
La literatura es una invitación a la transformación de nuestras propias
realidades.
En 1969 la Universidad
Central de Venezuela, en las Ediciones de la Biblioteca, publicó un pequeño
libro de ensayo de Eduardo titulado Literatura
de la tierra baldía: John Updike. En la contraportada nos dice que su autor es
“Licenciado en Letras. Trabaja como
profesor instructor de la Escuela de Letras y Escuela de Periodismo, Facultad
de Humanidades, Universidad Central de Venezuela. Cursó seminario de Doctorado en la Escuela de
Letras, dictado por el doctor Gustavo Díaz Solís en el curso 1967-68…”. En una
entrevista que le realizara su amigo y tocayo Eduardo Embry, nuestro autor
expresa: Usted sabe – refiriéndose a Embry - que la poesía a veces sube cerro, pero
jamás remonta una cuesta universitaria. Y por eso el libro que tienen en
sus manos es el producto de años de trabajo y de poemicidios como dice Gustavo Pereira, para que este elixir de vida
llegue como los buenos vinos añejados. Celebramos su publicación.
Respecto
al trabajo del editor, como oficio y revelación, debo decir que su obra Para una
lectura de Trilce,
surgió como un trabajo académico en los años setenta y que luego se convirtió
en un ensayo durante el 2017-2018 y que fuimos corrigiendo poco a poco,
capítulo por capítulo, con el entusiasmo que instala la idea creadora en los
corazones como el de Eduardo.. No cabe la menor duda que este trabajo servirá
para la formación y cuidado de futuros editores y diseñadores por la dificultad
que nos presenta el autor en el uso de la página en blanco. Y esto no es
aislado de Todos los versos. Su obra
es un continuum.
En Para una lectura de Trilce
desarrolla un estilo personalísimo donde la intencionalidad en
la forma como nos presenta su discurso ensayístico es su estilo: conoce
todas las reglas gramaticales, las normas del idioma, las formalidades del
lenguaje, tiene experiencia como editor y en su creación, las transgrede sabiamente
para elaborar su propuesta creadora. Entre Literatura de la tierra baldía: John
Updike y Para una lectura de Trilce
hay diferencias sustanciales, mas no de fondo.
Es la forma la que cambia. La
agudeza es la misma. El lector necesita participar. He allí una de las
características de Todos los versos.
Genio y figura se unen en la permanencia de quien sabe lo que hace.
Cursó una Maestría de
Literatura Comparada en la Universidad de Washington, en Seattle, en 1978. Le
cuenta a Eduardo Embry en una entrevista que éste le hiciera y que llegó a mis
manos en el 2016:
A Estados Unidos fui a hacer un posgrado en
Literatura Comparada y comparé bastante literatura. Ya era asiduo encontrador
de tierras baldías, desde que me tropecé con Eliot cuando estudiaba Letras en
la UCV y estábamos en plena lucha armada. Por cierto, en
mi Partido Comunista ideal estaría estrictamente prohibido prohibir la lectura
de escritores reaccionarios que revolucionen la literatura, o al menos escriban
endiabladamente bien, como Eliot. En la Universidad de Washington conocí a los
trotskistas gringos y descubrí que no eran tan el demonio hecho carne como
decían los estalinistas prosoviéticos. Tampoco ángeles de perfección
revolucionaria como pretendían algunos de ellos. Así que participé en varias de
sus actividades pero les discutí las cosas que no me convencieron.
En: Literatura de la tierra baldía: John Updike encontramos claves
que el autor nos va dejando para que vayamos armando nuestro propio cuadro
sobre su trabajo. Ya va anunciando su intencionalidad, su espíritu como poeta,
como escritor, como quien crea las dimensiones de su propio mundo: el mundo
gasqueano. No perdamos de vista que esto
fue publicado en 1969 Dice por ejemplo:
Los escritores que
integran las recientes generaciones literarias norteamericanas parecen
coincidir casi unánimemente en la denuncia de la sociedad capitalista –sobre
todo en Estados Unidos- como un complejo mecanismo destinado a quebrar las
posibilidades esenciales del hombre individual.
…………………………..
La denuncia, a la larga,
deviene en interpretación. El papel del escritor adquiere así carácter
sacramental: transferir a un lenguaje cifrado –cuya clave es el símbolo- lo que
los signos y los síntomas del mundo actual revelan.
…………………………………..
El oficio de escribir se
aproxima al de traducir. Versiones tras
versiones aparecen en formas de poemas, cuentos y novelas, tras cada
descubrimiento arqueológico y cada nuevo estudio de textos antiguos.
……………….
En todos los casos, la
tarea creadora implica necesariamente una acuciosa investigación del pasado y
una delicada técnica de montaje.
Es
esa técnica de montaje lo que nos revela nuestro autor en Todos los versos.
…………………….
El hombre de hoy, que
finalmente ha logrado matar a Dios, vaga en medio del caos de la tierra
enferma. Sin la voz de la divinidad el
ser humano ha quedado desamparado ante las guerras y la muerte, porque la
religión – disecada por las iglesias y la teología- ni siquiera puede servir de
consuelo. Incapaz de mediar entre la humanidad y Dios, puesto que ha perdido el
sentido mágico de la comunión del hombre en la tierra, toda liturgia es yerma.
…………………….
Así está dicho en Joyce y
en Juan Rulfo, en Eliot y en Ferlinghetti, en Henry Miller y John Updike, en
D.H. Lawrence y Thomas Wolfe (aunque este último aún le queda la esperanza de
un reencuentro del hombre consigo mismo).
Fue allí, en su encuentro
con los escritores de la tierra baldía donde Eduardo Gasca bebió la esencia del
lenguaje que hoy podemos leer en su obra poética. Desde sus comienzos en la escritura supo
entregar a sus lectores su propio criptex, para que cada quien fuera
encontrando las claves de su aparente juego de palabra, que no están colocadas
al azar sino que tienen toda su carga intencional de quien muestra la punta del
iceberg como un Hemingway de tierra tropical, como bien lo dice Judit Gerendas,
estudiosa de nuestro autor.
Eduardo Gasca es uno de
esos seres que en lenguaje popular venezolano podríamos definir como lloviznita que no moja, pero empapa, o
como la candelita que va ardiendo por debajo y que nos hace admirar el
resplandor cuando el fuego se expande en la sabana.
Todos
los versos
de Eduardo Gasca, libro que hoy tenemos a bien presentar en esta FILVEN 2019 y
que ha sido publicado por Monte Ávila Editores Latinoamericana en la Colección
Altazor, nos convoca a celebrar la vida y la coherencia de un autor que podemos
seguir en el transcurso de su historia como creador y como traductor. Como
revolucionario Bella Ciao, como él
mismo se define. En este libro
encontramos un método, una estrategia que cada lector debe desentrañar, pero
que, a la vista de otras obras suyas nos da la clave en la literatura de tierra
baldía, atreviéndome a decir que matizada con cubismo literario.
Este libro es una
construcción arquitectónica que nos obliga a cruzar las fronteras del
conocimiento y de la cultura para seguir en cada texto la historia humana y la
historia personal: es decir, es una convocatoria del tiempo, un apuesta
donde “no responsables no culpables / tampoco inocentes” nos vemos dando vueltas en la rueda de la
fortuna o en los cuadros que cierran el poemario, que no sabemos si se refieren
a Botticelli o a la apuesta en las patas de un caballo.
Sin temor a equivocarme,
la poesía de Eduardo Gasca merece un sitial de honor en la literatura universal. Si bien todos somos unos reescritores,
podemos decir que Eduardo es un escritor.
Profundiza en su experiencia, nos muestra un discurso que hay que armar
como un cuadro cubista de Braque o de Picasso. Una pieza encaja aquí, otra por
allá, pero juntas son una obra que nos sorprende los sentidos.
Tomo en préstamo las
palabras de Celso Medina cuando lo anuncia como un autor postmo. Pareciera que cada uno de sus textos es un koan – me refiero a los interrogantes
que los maestros zen hacían a sus discípulos – y por ello hay que volver al
texto para interrogarlo, para que nos diga cuál es el sentido de lo que oculta,
qué es lo que nos dice o lo que no nos dice, y sin embargo es la totalidad, el
conjunto de las cosas no dichas lo que nos lleva a sentir que estamos frente a
una historia universal de la humanidad.
En Todos los versos nos damos cuenta de que la poesía no es solamente
un sentimiento. Es una construcción, es
lectura, anticipaciones, premoniciones, azar aparente e intencionado, que se
mezclan en contradictorios elementos, como el pirata que inicia la obra para
dejarnos en las costas nicaragüenses. Hay un aparente sinsentido, todo un
diálogo entre su obra y la de aquel que “ocupa un lugar central en la mitología
personal de Eduardo Gasca”, como también lo expresa bellamente Judit Gerendas
en el estudio que precede la poesía en este libro.
La experiencia creadora
se funde con la experiencia lectora. Por
eso nuestro autor es un cúmulo de hiper e hipotextos que se manifiestan en la
brevedad de su poética críptica, inusual y dialógica donde la ambigüedad y la
ambivalencia exigen que del lector una participación activa. Participación que nos es conocida en la
literatura vanguardista, ahora post moderna, donde es él –el lector- quien va a
darle el significado o el significante a cada texto que nos lee, leyéndolo.
Este libro que nos honra
presentar tiene una historia. Comenzó
con el mismo autor y sus iluminaciones entre literatura política, literatura
universal y lucha política. Un autor que
tuvo una experiencia difícil de adolescente cuando, en los sótanos de la
Seguridad Nacional en la Plaza Morelos, pudo ver al flaco Prada vuelto
añicos en “un amasijo de huesos y de sangre”. Le responde a Eduardo Embry, en
la entrevista citada anteriormente:
Mi inicié en la lucha política a los 13 o 14 años,
como lo hizo la gran mayoría de los estudiantes liceístas venezolanos de los
años 50, bajo la dictadura militar del general Pérez Jiménez. En mi caso
espontáneamente. A mi proceso de politización lo catalizó el hecho de que me pusieron preso
a los 17 años, cuando estudiaba el 5º año de bachillerato en el Liceo Andrés
Bello de Caracas, por repartir volantes contra la dictadura en protesta por la
detención de unos compañeros. Cuando me metieron en los calabozos la Seguridad
Nacional no tenía ninguna militancia política. No fui torturado por mi edad, y
porque afortunadamente los esbirros más avezados se dieron cuenta de que en
política era un simple carajito. En los calabozos tanto los jóvenes como los
viejos comunistas presos me arroparon y me protegieron y me bañaron de
solidaridad, y me enseñaron las canciones de la Guerra Civil española, y fui
testigo de su comportamiento heroico ante las torturas más bárbaras… cuando dos
meses más tarde me trasladaron a la Cárcel del Obispo llevaba el gusanito rojo
trabajando por dentro sin darme cuenta.
Al salir de la cárcel, tras otros dos meses, rumbo
al exilio en España, ya cantaba Bella Ciao. Hasta el sol de hoy. No
necesariamente en el PC. Cuando me conociste en Cumaná yo era comunista
militante activo de la Liga Socialista. Luego tuve una breve pasantía por la
Causa R, cuando la R al revés de ese partido todavía significaba Revolucionaria
y algo más. Podríamos decir que muchas de las cosas que están en los poemas,
entre oda y oda, y también en los cuentos que he escrito, son autobiográficas. Dejé de militar
hace años, porque a medida que envejezco me voy volviendo más incomportablemente
radical y más anárquico y más tirapiedra. Necesito, y no lo encuentro, un
partido Bella Ciao que además de marxista-engelsiano-leninista con un toque
guevarista, cojee de una pata trotskista y de otra anarquista kropotkinista, y
tenga un corazón robinsoniano.
Este libro que hoy
tenemos el honor de presentar, tiene en sí la impronta de una generación. Su
autor es parte de la generación de maestros que tomaron en serio la literatura
como forma de vida, para sí mismos y para otros.
Este libro fue mi trabajo
final en el diplomado de Edición de la UCV-Cámara Venezolana del Libro. Como bien lo expreso en la contraportada del
mismo, Todos los versos reúne
la obra poética de nuestro autor. En este libro encontramos un lenguaje
matizado con juegos de palabras, alusiones y datos ocultos, para lograr un
estilo caracterizado por una compleja construcción lingüística, que le da
fuerza a la creación de un mundo propio y particular donde el lenguaje se erige
para maravillarnos.
Esta obra nos
coloca frente a una estética visual y estructural, cercana al cubismo literario,
dando muestra del tiempo histórico que el poeta nos entrega en su manera de
enfrentarse a la vida como movimiento de permanente continuidad metafórica que
implica miles de interpretaciones. Este libro constituye una de las más
importantes creaciones literarias del siglo XX ya que nuestro autor nos propone
en ella una carga de imágenes que tenemos que ir armando en la medida que vamos
leyéndolo.
Todo lo que está
contenido en Todos los versos está
realizado con intencionalidad. Quién
conoce las reglas del lenguaje, conoce cómo subvertirlas. Quien conoce la Literatura encuentra su
propia voz. Nuestro autor también es un
traductor. ¿Qué nos traduce nuestro
autor en sus poemas?
En la presentación
del autor que aparece en el libro podemos leer las palabras de Gustavo Pereira
cuando nos lo describe:
Siempre admiré en
Eduardo, desde que nos conocimos en los espacios del liceo Andrés Bello de
Caracas, el discreto y humilde talante que es preciso poseer para no dejarse
atrapar por la elocuencia y su invariable acompañante, la retórica.
Pero
además nuestro autor, que no está presente, está más presente que nunca: desde
su casa sigue todo lo que hemos venido haciendo. Es un escritor y para ello hay que comprender
que el escritor serio se escapa ante actividades como estas, porque entre lo
importante y lo urgente, decide lo importante: seguir escribiendo, traduciendo,
corrigiendo.
De allí sacamos que uno de los
secretos que nos regala nuestro autor, es la regla de oro del trabajo
disciplinado que permite que el creador cree, no que re-cree. En su poesía hay
un ritmo interior, una música, una sonoridad, que nos invita a poner atención
en la profundidad de las palabras que nos convocan a intervenir en nuestra
propia curiosidad. Es un autor que apuesta al azar con el diseño de su propio
criptex que a nosotros, sus lectores, nos toca descifrar o comprender. O quizás solamente sentir y escuchar la
música como en el poema areruya, de todos los cantos / de las sonajas y las
flautas fuimos / de las faldas de paja / susurrante fuimos / despojados / areruya!
¿Quién nos despoja en
esta voz plural? ¿De qué se nos despoja? Y una vez despojados ¿qué nos han
dejado? ¿qué nos pertenece? ¿quizás la música que se escucha entre verso y
verso? ¿la totalidad del ritmo, del acorde, de la pertenencia
Que se apropie de su discurso, que lo
construya, que lo estudie, no como una caricia al ego, sino como desde una
seriedad respecto al lenguaje que nos lega. Y eso es lo que hemos aprendido sus
discípulos: la disciplina y la seriedad que se maneja en la obra. Por eso vamos
al tiempo, como parte de la vida, para encontrar que en el epígrafe de Robert
Frost que inicia el libro llamado ir
donde no llaman, nos ofrece una clave: to
scare myself/ with my own desert places:
ir donde no llaman
recogiendo pedazos de algo
que no recordamos haber roto
no responsables no
culpables
tampoco inocentes
Este es uno de los poemas más hermosos del libro, o por lo
menos el que más me gusta. Me interroga,
me interpreta, me saca del dolor de algo que no sé, y me sume en la profunda
meditación, como cuando me interroga algún koan.
Igual me pasa con el cuento Cuerpo a la
vista, que Judit nombra en su estudio y que nos hace recoger los punticos
de arena de la playa que es infinita y donde no podemos hacer un hueco donde
quepa el mar, como en la reflexión de San Agustín.
En la poesía de
Eduardo Gasca el lector encontrará una construcción estética, cargada de
sentido, donde lo oculto y latente, lo involucran con el texto, para dilucidar
los hilos de la poética personalísima del autor. Cada poema es un grano de
arena que juntos forman una orilla.
Vemos la orilla de la playa pero creemos que ha sido así por siempre.
Pero no ¿Cuánta historia nos cuenta cada rincón del mundo? ¿Del externo y del
interno? Esta obra exige una comprensión
que deshaga/rehaga/descubra la infinitud de significados que se encuentran en
la intertextualidad creadora y discursiva de nuestro gran maestro Eduardo
Gasca. Celebramos que este libro haya
visto luz gracias al concurso de tanta gente que lo respeta, lo quiere y lo
admira.
Muchas gracias.
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