Y te asomaste primero a la hora
de iniciar tu náutica travesía
por los tejidos celulares
que irrumpían con su equipaje
de hierbas y flores
en dirección al estallido
estelar de la vida en su más diminuta
dimensión de lo maravilloso
Y proseguiste indagando en el
interior de tu vasija de miel
por los contornos de un paisaje
que adivinabas único y amoroso
Hasta que insurgiste al exterior
de ti mismo investido del tamaño
de tus pupilas y del rizado enjambre
de tus párpados
Y desde entonces
no dejas de asomarte
a los resquicios de cada sonido
de girar en busca de la minúscula
partícula de tu sed
y de cobijar en el pozo de tu lagrimita
lo que se mueve alumbra
silencia o detiene
en el umbral de los milagros
y las resurrecciones
buscando siempre el anverso
mágico de los asombros
y el delta raudaloso de los suspiros
que no se contienen
C. Penderecki / Preludio para solo de clarinete
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