Primero descubrí que te vuelves cundeamor
cuando sales a buscar pedacitos de arcos
en los iris de tus amaneceres para repartirlos
y lograr la risa de tus transeúntes
Luego supe que en tu travesía
te conviertes en empedernida sembradora
de semillitas de vida y que en esa misión
vas hasta las circunvalaciones que nacen
en los cielos de los ángeles
Más adelante me enteré de tu permanente
manía de vestirte de trinitaria para ayudar
a crecer las algas marineras que emergen
del fondo del sol y acercarte a los nidos
de los elefantes que cantan en el sueño
del corazón del despuntar de los hombres.
Y fue así como llegué al lirio que se enciende
en cada una de tus abrilerías
para sentirte canto de astromelias
en guitarra de fiesta mayor
Por todo esto creo que en cada uno
de tus lugares nacen suspiros entretejidos
en unas manos que se levantan
como un grito de estrellas en fuga
que siguen en posición de ver nacer
los retoñitos que aún cunden
por las algarabías esperanzadoras
de una humanidad que persiste
en su aspiración de estar en
siembras de caramelos
como las que tu levantarás
hasta en los confines de los cielos
del sol de los amores que nunca
dejarán de germinar
01 de abril del 2008
texto / abm
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