viernes, mayo 22, 2015

DE LAS PALABRAS - MÁXIMO AVILÉS BLONDA


Hemos llegado a un punto
en que la boca del fusil es la que habla.
Hemos llegado a un punto
en que la lengua del pueblo suena a bronce caliente.
Hemos llegado a un punto
en que el aliento del pueblo huele a pólvora.

¿Y dónde, nos preguntamos, en este punto,
están los tratados, las organizaciones
internacionales,
las veneradas leyes y el respeto de los demás?


La codicia invadió nuestros predios con su muerte amarilla.
Y se levantaron tumbas en todos los rincones.
Éramos casi una isla con tristes habitantes
que crecían diariamente alimentando sueños,
criando ganado de esperanzas.
Aldeas rumorosas habitaban sus valles,
dulces ríos tranquilos lamían su superficie.
Éramos casi una isla de tristes habitantes.
Pero llegamos al punto del bronce y de la pólvora.
Regresaba de la escuela aquella tarde,
traía un tibio olor a roble viejo,
Reía con la risa de muchacho
y apacentaba mi ganado de esperanza.
Empezó todo con gran ruido metálico,
hombres con la digestión paralizada,
otros con hambre,
otros con alcohol, porque era sábado.
Las doce marchaba en el reloj lejano,
las doce del persignarse de las viejas,
las doce del arroz del hombre de trabajo.
La vecina cruzó y me dijo la nueva.
Éramos casi una isla de tristes habitantes,
y nos fuimos haciendo más heroicos de pronto.


MÁXIMO AVILÉS BLONDA (1931-1988)
escritor dominicano





Nació en Santo Domingo el 16 de mayo de 1931. Poeta, actor, dramaturgo, profesor universitario, Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Derecho. Profesor de varias disciplinas en los departamentos de Letras e Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Su poesía, como bien la definiera don Manuel Valldeperes, va “de lo íntimo a lo humano”. Fue Director del Teatro Universitario, del Departamento de Artes y del Departamento de Extensión cultural, así como Director de Relaciones Públicas e Internacionales de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; Director General de Bellas Artes y Director General de Cultura de la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos. El 7 de diciembre de 1987 fue condecorado por el gobierno dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella en el grado de Gran Cruz Placa de Plata. Falleció en Santo Domingo el 19 de enero de 1988.

Obras publicadas

Trío (1957), Las manos vacías (1959), Centro del mundo (1962), La otra estrela en el cielo (1963),  Yo, Bertold Brecht (1966) Teatro (1968), Cantos a Helena (1970), Del comienzo a la mitad del camino de la vida (1976), Los profetas (1978), Pirámide (1979), Viacrucis (1983), Llueve y es que es mayo, dulce señora (1988)

publicado inicialmente el 20 de marzo del 2011

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