viernes, noviembre 11, 2011

DECIR DE MILONGAS



a moisés attías bendayán

Tu estatura da la medida de tu silencio
te fuiste con el mismo andar de tu llegada
sin otro sobresalto que el que llevabas
clavado en la hondura de tus pesares

Conociste de antemano tu desenlace
cuando aún ni siquiera habías comenzado
a cultivar la pradera de los párpados
y no socavaste la alegría que le inventabas
a quienes acudían a tus orillas
buscando erguirse sin las cercas del dolor

Pero allí en la comisura del bisturí
en el que sembraste un árbol de la vida
para que robusto y vigoroso le crecieran
alas para la travesía de los cometas que
dibujaste en el cielo de tus ansias
se anclaba un continente de zozobras
que deshizo el tejido de tu risa

Y sin embargo repartías abrazos
como si fuese tuyo el azafate de un
pan de hornero y siempre le abrías
espacio a los tropeles de memoria
que traían las abuelerías como
una ofrenda en sus regazos olorosos
a esencias de miel y ajonjolí

Obsequiabas tu corazón en ese reparto
rumoroso de tu dones para que nadie
supiera que dejabas en ellos la huella
de un tiempo que no se cumplió

Cómo despedirte entonces si aún
te quedan tareas por hacer en el
enjambre de quereres que dejaste
esparcidos en el territorio de la ilusión

Dicen que uno deja a los suyos
acordonados en la tierra para que
se inicie el ritual de los días
hasta que el cordón se deshaga y
y se abran de nuevo los ventanales
hacia los pastos verdes en los que
regresan vestidos de aire y de viento

Yo digo que tú navegaste por la
tangente solar de la lluvia que se
asomaba para irrigar los pozos
y te deshiciste de todo protocolo para
volver a las estancias de tu afectos
a refundar la vida en los niños
que aún no han nacido
de la doble majestad de un
tiempo plural y amoroso
 
Y que allí siempre te encontraremos
sin otro instrumental que un decir
de milongas enastado en la nostalgia
de un suspiro viajero

09 de noviembre del 2011
texto y foto / mery sananes






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