viernes, octubre 20, 2023

DE LAS PALABRAS - EUGENIO MONTEJO






Desde que nace nada lo aparta
de su deber terrestre,
trabaja al sol, procrea, busca sus migas
y es sólo su voz lo que defiende
porque en el tiempo no es un pájaro
sino un rayo en la noche de su especie,
una persecución sin tregua de la vida
para que el canto permanezca.



La terredad de un pájaro





Alguien que he sido o soy, no sé,
oye o recuerda
si hay algo real dentro de mí son ellos,
más que yo mismo, más que el sol afuera,
si es musical la fuerza que hace girar el mundo,
no ha habido nunca sino pájaros,
el canto de los pájaros
que nos trae y nos lleva.

Pájaros


EUGENIO MONTEJO



UN PÁJARO ES UN PAJARO
Y UN HOMBRE ¿QUÉ ES?


Un pájaro ubica su casa en lo frondoso y profundo de un bosque. Desde allí su vida está regida por la ley de las estaciones, por la fuerza de la lluvia, por la estructura de las ramas, por la dimensión de los nidos.

Sabe y conoce su oficio de encantador del viento. Y lo cumple a cabalidad, sacando a relucir para ello toda la maestría de su ingenieria de vuelo y toda la eternidad que se acuna en su breve paso por la tierra.

¿Será por eso que canta?

En la línea sencilla de su existencia guarda la clave de todos los misterios y el mágico enjambre de la vida, que se potencia y fructifica en la resolución de todo aquello en lo que seguirá siendo pájaro, como quisiéramos nosotros, alguna vez, ser hombres.

Y esa es la alegría: la del pajaro en lo frondoso y profundo del bosque, que es y sigue siendo pájaro.


Y un hombre ¿qué es?

mery sananes
2005

Publicado inicialmente
el 05 de junio dek 2013

3 comentarios:

Unknown dijo...

¡Me encanta este blog!

Unknown dijo...

Saludos al Profesor Agustín Blanco Muñoz, a quien admiro. Me gusta leer sus artículos.

Contracorriente dijo...

Estos versos suyos se quedaron tatuados en mi memoria desde que los leyera.
Un abrazo querida Mery.

Los árboles

Hablan poco los árboles, se sabe.
Pasan la vida entera meditando
y moviendo sus ramas.
Basta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
sólo conversan los más viejos,
los que reparten las nubes y los pájaros,
pero su voz se pierde entre las hojas
y muy poco nos llega, casi nada.

Es difícil llenar un breve libro
con pensamientos de árboles.
Todo en ellos es vago, fragmentario.
Hoy, por ejemplo, al escuchar el grito
de un tordo negro, ya en camino a casa,
grito final de quien no aguarda otro verano,
comprendí que en su voz hablaba un árbol,
uno de tantos,
pero no sé qué hacer con ese grito,
no se cómo anotarlo.