lunes, enero 30, 2017
LA LUMINOSA TRANSPARENCIA DE LIGIA
Cada vez que me
despierto lo hago
con la intención de
levantarme
y bajar corriendo al
cuarto de mamá
a ver cómo amaneció...
y en lo que me siento
en la cama...
recuerdo que ya no
está...
entonces me apuro para
encontrarle
un nuevo sentido a mi
vida...
Armando y Elenita
Lo difícil no es escribir sino aceptar que Ligia,
madre amada, se ha mudado de estancia para seguir repartiendo sus golosinas para
la existencia de amabilidad, entrega y compromisos.
Porque los seres, como Ligia, dejan siempre en el aire
la estampida de sus abrazos, el cálido viaje de sus dedos sobre las zozobras,
mientras esparcen lienzos y vitrales para dejar impresas esas huellas que se
llenaron de colores para que cada quien pudiera mirar a través de ellas lo que
subyace en cada gesto.
Allí, en esos territorios misteriosos y enigmáticos,
están los secretos del vivir, del morir, del renacer, hasta que se torna un
círculo fecundo y generoso, del cual todos formamos parte.
Y cada tiempo de cada una de esas fases tiene sus
instrucciones y sus caminos. Y tus padres, Armando y Ligia, cumplieron la del
vivir, con una hermosa intensidad, con una entrega generosa, con un código de
valores, creencias y afectos, que no pudo quebrar las derrotas continuadas, los
golpes recibidos, ni las esperanzas truncadas.
Y esa fue la escuela que dejaron. Su mayor sabiduría.
Su ejemplo y sus caminos. Les tocó, en medio de su compartir, despedir a un
hijo, vuestro hermano. Y con ese dolor a cuestas, mayor que cualquier otro, no
se cegó la luz en sus ojos, ni el abrazo en sus pechos. Porque son tantos los
hijos que, más allá de los paridos, son nuestros por naturaleza y designio,
que a la larga todo lo que hacemos es en nombre de ustedes.
Para eso Armando estudiaba arduamente la teoría y la
práctica de unos números que sólo dejaban ver los índices de acumulación mas no
los del compartir. Y para eso Ligia moldeaba el cristal hasta convertirlo en
vitral, inventaba muñecas que tenían respiración y llenaba lienzos con haces de luces,
para que en alguna parte iluminaran la esperanza.
Y ustedes son hijos de esa proeza de entrega, de esa
luminosa transparencia de un vivir que no se ataba a nada que no fuese la
belleza del espíritu, la consagración de los vientos fecundos, la artillería
floral de los abrazos y el trabajo arduo que intentaba sin cesar trazar los
horizontes de un porvenir que no pudieron ver, y que nosotros tampoco veremos.
Un porvenir, sin embargo, que queda inscrito en
vuestras pupilas y en aquellas que vendrán, hasta que algún día, como quería
Saint John Perse, logremos acortar la distancia entre el hombre temporal y el
intemporal, y se instale en esta pobre y entristecida tierra, una condición
humana más digna del hombre original.
Esa es la tarea y
el oficio que nos dejaron. Y es un ramillete en manos de ustedes y en
las de todos los que tuvimos la alegría de estar cerca de ellos. Y sabemos que
ahora juntos le andan sembrando azahares al cielo, para que en cada atardecer
reciban sus señales luminosas.
Y así, cada día, sabrán sentir esa presencia amorosa,
que los siga impulsando a encontrar sus propios derroteros, sus caminos de
realización, las trochas hacia sus sueños. Su propio y nuevo sentido del vivir.
mucho los quiero
mery sananes
enero 2017
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario