domingo, mayo 06, 2018

HIJAS DEL ASOMBRO


para
víctor toledo
y sus huertos deslumbrantes
carlos iván ontiveros
permanente esparcidor de florerías
ana rita tiberi
en su andar de caminos y flor
francisco pinzón bedoya
especialista en los vértices de la flor




FLORERÍAS A GRANEL

Cada uno de ellos, -y tantos otros que se me quedan sin enumerar-, regalan día a día florerías a granel. En invierno o en primavera, en los intervalos entre unos y otros, cerca de los muros, entre las piedras, en los espacios abiertos o cerrados, a medida que comienzan a brotar o a envejecer, las capturan y nos las obsequian. Un verdadero disfrute.


RECOLECTORA DE FLOR

He sido desde siempre recolectora de flor. Una enredadera de jazmines, nacida en un porrón de barro, entre las rejas de un cuarto piso, y cuyo aroma ha acompañado siempre mis ojales, me hizo cautiva, desde mis años que llaman mozos.

Y desde entonces he visto brotar en ese espacio diminuto, lirios majestuosos, flores de baile, tréboles de cuatro hojas y esas florecitas, que Luis Mariano Rivera, mentaba sin nombre, sin contar esas hierbas sanadoras y las que le dan ese sabor especial a cualquier alimento.



DESDE AQUELLA MATA DE NÍSPEROS DEL JAPÓN

Y de esa travesia, que comenzó cuando sólo tenía mis diminutos ojos de niña para ver, y se me grabó en el alma aquella mata de nísperos del japón que acompañó mis primeros pasos, me quedó esa manía, -a la manera de Ana Rita Tiberi-, de detenerme en la flor, donde quiera que esté, abrir conversa con ella, y si me lo permite -porque algunas no dejan- recogerlas en la inmoviidad de un instante, a través de cuaquier lente, y hacerme de un torrente de florerías, para obsequiarlas, esparcirla, entregarlas, traducirlas en palabras, o simplemente quedarme en la conmoción ante su alfabeto de vida, eternidad y belleza.



FLORECERES

De allí nació el título que le inventé a un libro que jamás he publicado: Floreceres.



PARA REPARTIR LAS HIJAS DEL ASOMBRO

Y hoy he amanecido con deseos de repartir algunas de esas hijas del asombro. Me gusta detenerme en sus petalerías, en ese soplo interior del frenesí de su polen, en su envés luminoso, o en el enigma de sus cordajes. Como una manera de agradecimiento e intercambio.

mery sananes
06 de mayo del 2018

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