jueves, enero 09, 2020

ESTA FLOR ES UNA INSIGNIA



Esta es una de las fotos tomadas por Mary Voorwinde de estas flores renaciendo después de los devastadores incendios aún no controlados en Australia. Se estima que han muerto más de medio billón entre mamíferos, reptiles y pájaros según los ecologistas de la Universidad de Sidney y que han arrasado con una vegetación que sin embargo se resiste a desaparecer. 



Apenas días atrás dejamos en estas ventanas una Galería Floral que consistía en imágenes recogidas por pinceles de diversos artistas, elegidas al saber poético de Miguel Veyrat, que acompañé con algunos versos, en un hermoso trabajo al alimón.

Hoy Miguel coloca esta espléndida imagen de una flor renaciendo de las cenizas en una imborrable lección de vida que una vez más la naturaleza le deja a ese hombre convertido en voraz aniquilador de la vida.

Y no encontramos mejor imagen que ésta, no para cerrar la Galería Floral sino para continuarla como un ejercicio vital de cada uno, de cada quien, en cualquier espacio y circunstancia, para invocar a ejercer esa resurrección de la flor humana desde los infiernos de la muerte diseñados desde los centros de poder, que actúan dispersos, fragmentados en todo el planeta, cada uno con su propia justificación, para que no reconozcamos a los responsables.



Esta flor es una insignia, este brote es un árbol en gerundio. Y nosotros ¿qué somos? A veces la respuesta está en girar a mirar una flor, una hoja de hierba, la danza del polen, o los retoños que se extienden hasta hacerse tronco de memoria, alfabeto arbóreo, canto estremecido de la vida. 

Sólo así, tal vez, podamos expandir colectivamente lo diminuto humano que aún queda resguardado en el silencioso estruendo del corazón, para poder enfrentar algún día los devastadores fuegos de la guerra y hacer de esta tierra de fosas un verdadero reverdecer de la planta humana.

¿Cómo no atender este llamado?

mery sananes
09 enero 2020







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