viernes, septiembre 27, 2024

EN TIEMPOS SIN TIEMPO




Una inútil reflexión 
en tiempos sin tiempo
hechos de amargos retazos
 

Tal vez lo único que me ha acompañado siempre es esa manía de escribir y seguir escribiendo. Lo he hecho desde que tomé el primer lápiz en mis manos y aprendí a dibujar los garabatos de una letra tan diminuta que ni yo misma podía releerla. Pero en ella quedaba registrada la batalla del vivir, las disonancias con un mundo revestido de penas que no de alegrías sencillas. Y con ese frágil equipaje me tocó emprender mis travesías.

 

Y lo hecho y sigo haciendo sin ajustarme a instrucciones gramaticales o pautas de cualquier forma o tipo.  Pero en cambio encontré palabras que se convirtieron en mi eterno equipaje De allí sacaba las fuerzas para los caminos. Y de los rostros y corazón de la gente más sencilla que, cada día escribían sobre mi invisible diario, un verdadero poema de amor.

 

Y ese fue mi aprendizaje mayor: de la gente sana de conciencia y corazón que sin saber leer ni escribir, pude ver en ellos el verdadero cantar de lo humano, la más auténtica resistencia ante la maldad y un corazón de transparencias. Y de aquellos tantos que dejaron palabras que no espantan, caminos por recorrer, y que se inventan el vivir desde la resistencia a todas las negaciones.

 




Y ay que esa escuela es la mayor de todas y la que más llevo en mis adentros. ¿Y qué he podido hacer con ella? Intentos derrotados de rebeldía. Ir a contracorriente en todas las direcciones. Asumir dos extremos: el silencio o la palabra desmesurada que  no conoce el punto y seguido y mucho menos el punto y aparte. Escaso equipaje para tratar de recomponer ni el mundo ni ese diminuto cajón que me contiene.

 

Y ay!! que el amor lo entregué a manos llenas, como si estuviese con él regando un jardín infinito. Y las flores respondieron. Porque esa es su naturaleza. En cambio el mundo al cual fuimos lanzados, que aún ni siquiera ha podido encontrar su propia condición, fue y sigue siendo el territorio donde se apacientan todos los desafueros.

 

He escrito hasta en los silencios, jamás he dejado de responder a una palabra que me alcanza. Y nunca he esperado de nada o nadie algo a cambio. No nací para ser ni mercader ni administrador de bienes. Soy un alma a solas que cruza el aire con un lápiz romo de donde a ratos salen poemas-expedientes, palabras-rebeldes, un calendario vacío o un interminable poema de amor que a nadie pertenece.

 


Se preguntarán, si acaso: ¿y toda esa retahíla a qué viene y qué busca? No tengo respuestas sino una necesidad urgente de recoger, entre tanta palabra inútil, aquello que pueda tener sentido a los tiempos que vendrán. Y me responderán: ¿y de dónde sacas tú que palabra alguna ha de servir a esa causa? Y diré que no sirvo a ninguna causa, que no sea la integridad plena de un hombre que no se ha encontrado a sí mismo, debido a nuestra gigantesca inutilidad.

 

Sólo veo crecer la hierba y sobre ella voy dejando palabras que como caracoles de tierra dejan las señas de sus pasos. Nada más y nada menos. Y tal vez las flores, las mejores lectoras que conozco, las recojan y las borden en sus esporas con la ilusión de que en el corazón del hombre –tan similar a los glaciares que hoy caen abatidos- lleguen a ser palabras del presente.

 

Requiero refugiarme en un silencio habitado por todos aquellos que han dejado entre mis manos sin olvido afectos de envergadura, señales de porvenir,  grabadas en estos tiempos tan destrozados. Y les dejo, escondidos en anaqueles, en buzones imaginarios, en las alas del viento, en el infinito lenguaje lunar, y en los pliegues naranjas que dinamitan sobre los cielos los amaneceres y atardeceres, mis señas recogidas en un haz de espigas, donde siempre podrán encontrar un abecedario en esa lengua humana que aún no aprendemos a transformar en canto colectivo.

 




No sé cuánto será. Puede ser un día, un mes o un año. Tal vez en unos segundos decida lo contrario. He aprendido tardíamente que el tiempo corre más veloz que nuestra mente. Y el corazón ni siquiera se molesta en contarlo. Tiene esa absurda creencia de que uno lleva en su interior una especie de eternidad protegida. Pero a ratos visualizamos con transparente claridad que el tiempo solicita nuestro lugar para entregárselo a otro que vendrá ilusionado de flor y encandilado de amor.  ¿Y para qué desilusionarlo?

 

Sólo que el tiempo que nos pertenece hay que cobijarlo de palabras, gestos, actos que puedan hablar por nosotros cuando ya no estemos. Y corre a prisa. Y antes de que se detengan a una hora y un día cualquiera las esferas de nuestras maquinarias, quiero recomponer los pedazos rotos, los poemas dejados a medias, los expedientes aún no concluidos, vitalizar las tristezas y del cauce ininterrumpido de las lágrimas dejar que corra río abajo una corriente de agua en dirección a la mar donde alguna vez seré amiga de los peces y escafandra de los buzos.

 


Debo concluir la promesa hecha a los nietos. Rescatar los libros de los hijos. Entregar a quienes tanto me han dejado un talismán invisible que hay que ir a buscar entre los tréboles. Hacer llegar las cartas que jamás alcanzaron el corazón al que iban dirigidas. Sin proferir un solo adiós. Porque no creo en despedidas ni en ausencias. La luna me tiene reservado en sus menguantes un territorio en el cual podrá alcanzarme quien me busque. Y en las cuerdas de los pájaros hay un trino que tendrá las resonancias de mis más cálidos suspiros. En los árboles siempre habrán de encontrar la resonancia de la hoja que habré de habitar. Y en los frutos me encontrarán en la dulzura que se me quedó sin derramar, engarzada en sus semillas.

 


Sólo me cabría reiterar  algo que muy bien dijo Bertolt Brecht. “Vivimos en tiempos sombríos”. Y nada ha cambiado de entonces a ahora. Sólo queda solicitar para … “cuando lleguen los tiempos / en que el hombre sea amigo del hombre / pensad en nosotros / con indulgencia.”



mery sananes
texto y fotos
publicado inicialmente el
27 septiembre del 2022

 
Gustav Mahler
Adagietto / Sinfonía No. 5
Leonard Bernstein 

 


 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi amiga de palabras sabias y poderosas.
Un gusto haberte conocido en este pasaje literario, hermoso y profundo.
Siempre te estaré esperando, que aproveches bien el tiempo de ausencia en este medio, en Facebook.

Rosana dijo...

Estas palabras recojen tu esencia y sentir de tu ahora poética. Leerte evita las ausencias y despedidas.un abrazote

Anónimo dijo...

Que diamantino escrito, Ay! su mística! solo me queda por decir; Que belleza!