ALEXIS CALIMÁN
DESCUBRIDOR DE ESTRELLAS Y ALEGRÍAS
Mi querido Alexis
Nos conocemos desde antes de que se creara el agua.
Avizoramos las primeras estrellas y aprendimos a repartirlas como luciérnagas
del cielo. Y sin embargo el vivir nunca fue un río de quietudes. Desde muy
temprano supimos de heridas imborrables. Pero, con la agonía interna, quisimos
seguir cabalgando la esperanza.
Eso has sido tú en todas tus batallas. Y pusiste tu
corazón en ese enseñar la sabiduría popular del floricultor de hazañas. Y nunca
dejaste de sembrar semillas de amor en medio de un mundo vuelto pedazos.
Una ilusión que nunca hemos perdido, más allá del
desequilibrio del tiempo que aún nos aguardaba para seguir dejando aconteceres
en el centro del alma. Y te conozco por dentro y por fuera. Y sé también que en
un momento inesperado –como todos- se nos fue ese ángel del vivir que te
acompañó y seguirá contigo todos tus días y horas.
Siempre resististe, porque eras y eres maestro ante
todo. Aunque la tristeza estuviese acechando los días de luz. Tu voz, tus
palabras, tu ser, íntegramente bordado a mi corazón, me dice que nunca dejarás
de ser un floricultor del vivir. Un eterno combatiente y que en tus armas
predomina la esperanza y los sueños colibríes.
Ahora es cuando, mi Alexis. Porque al sobrevenir un
obstáculo se afina las cuerdas del alma y se aferra uno a los poderes de la
mente y a la fortaleza del corazón. Tiempo de no conocer de entregas sino de
cultivar todas las armas que la vida nos señala para avanzar sobre cualquier
mal.
Y tengo plena seguridad de que así lo harás. Nunca dejarás que el pesimismo ingrese en tu cauce sanguíneo. Es tu alegría vivida la que tienes que abordar para superar cualquier obstáculo aún en tu tránsito y permanencia en los territorios del siempre entendido en términos del mismo todavía.
Mantengo y mantendré una profunda confianza en ti, en tu capacidad para resistir y permanecer en tus pasos de acompañante mayor. Y todo, mi querido Alexis, porque sabes que te requerimos, te necesitamos a nuestro lado. Y esto, por tu condición de soporte de nuestro vivir en juego alado para ir a descubrir de nuevo las estrellas más lejanas.
No pude ir en persona a estar contigo, pero he enviado una representación sin medida. Lo que no te haya dicho en esta misiva lo refrendará Agustín y Danielita, ángeles mayores y hacedores permanentes del acompañamiento en estas horas cruciales que ya están en el adiós.
¡Alexis, y sí algo te pido, siguiendo tú énfasis de
alegría, que va más allá de todo dolor, es que no olvides nunca, lo mucho y
tanto que te quiero!
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