jueves, noviembre 10, 2022

EL VENDEDOR DE SUEÑOS





EL VENDEDOR DE SUEÑOS


Director
Jayme MonjardimLuca Bueno(intern director)

Escritores
L.G. BayãoAugusto Cury (book
Luiza Shelling Tubaldini (co-writer)
Artistas 
César TroncosoDan StulbachDani Antunes



Acabo de terminar de ver una película brasileña, titulada El vendedor de sueños, mientras intentaba ejercitarme un poco sobre una caminadora. Procuraba escaparme y me encontré sorprendida ante una historia que de alguna manera a todos nos pertenece. No hay héroes ni villanos, más allá de los que tanto conocemos capaces de  negociar una vida por un puesto o unos billetes. Lo excepcional no estaba allí sino en todo el desarrollo de una tragedia tan común como la muerte.

Pero tenía mucho tiempo que no me sentía tan enredada en una historia como en ésta. Me atravesó el alma y me siguió abriendo agujeros en mi cansado corazón. Y tuve que adivinar cada imagen detrás del llanto que no cesaba de brotar. Yo, la soñadora, ¿por qué me iba a afectar de tal manera una historia sin altisonancias, frugal, determinada a hacerse sentir, sin nada de subterfugios cinematográficos, o vedettes? Éramos nosotros, cada uno de nosotros, espejándonos silenciosa y frugalmente.




Y las preguntas que me hacía a mí misma se siguieron multiplicando, sin que el llanto se detuviera. Como si hubiese estado retenido largo tiempo esperando su instante de ser cauce y tormenta interminable. Aún escribo con esa sola tinta transparente sobre la que se encaraman palabras que se recuestan venidas quien sabe de dónde. O tal vez de ese historial anónimo que se hizo nuestro desde el nacimiento.

No la voy a narrar, porque no es una historia prefigurada. No la puedo desmenuzar porque a la larga no somos sino partes de un jeroglífico sin entrada ni salida. No voy a destacar sus méritos, salvo aquel que nos agita todos los sentimientos. Tal vez cada quien deba verla para tratar de descubrir si los sueños son una mera ilusión, un refugio para la incapacidad de no tener respuestas, o ese descalabro de entender que entre nuestras manos, que creímos habitadas por milagros, apenas contenían un espejo que mueve las sombras como si fuesen marionetas.

Y yo que me llamo, sin pretensión alguna, soñadora ¿en qué ha constituido mi recorrido? ¿Dónde y cómo se hizo el sueño una realidad distinta? ¿A cuánto destrozo llevaron las ilusiones ante una realidad y un mundo en permanente destrucción? ¿En qué momento dejamos de entender que todos los sueños han sido intervenidos, socavados, maltratados, y sin embargo fueron y siguen siendo útiles a los vendedores de muerte, a los que cambian espejitos por perlas, sin advertir que aquellos hombres no requerían de esa suerte de cristales, porque podían contemplarse en el agua, en la nube, en la flor, en el rostro del hermano?

Si es que nosotros tantas veces nos olvidamos que tenemos ojos para mirar. No para reclamar, obedecer o mandar al otro. Ojos para mirar la esencia de lo que somos y la madeja infinita de una naturaleza cansada de enseñarnos alguna lección antes de caer ante la furia de los depredadores. Y esta historia me pasó encima como una de esas máquinas que corrigen las fallas del asfalto ardiente sobre una carretera sin destino.





Tal vez valga la pena que cada quien la sienta y la descubra a su manera. Y advierto que en cada ángulo de esa historia se está descubriendo –como si no lo supiéramos- un mundo, una sociedad mundial, que ha olvidado los sueños, porque consiguieron que era mejor venderlos, cambiarlos o apostarlos en las mesas de cambio.

Se me han puesto tan chiquiticos mis sueños que podrían recogerse en el corazón de una flor. La palabra se remite a ser un vagón que camina sin rieles, esparciendo baratijas. El llanto es lo único que permanece transparente. Pero qué lejos estamos de esa gota de llanto por donde nos dijo León Felipe que algún día regresaría la luz para que todos los sueños de esta humanidad fallida, pudieran recuperar su esencia. 

La historia concluye –o tal vez se inicia-  con un abrazo. Ay qué punto de partida tan esencial. ¿Cuántos hemos dado? ¿Cuántos hemos recibido? ¿Cuándo al darlo dejamos en ellos nuestras señas o cuántos no llegaron a ser sino unas muecas? Una historia que no concluye sino que nos reta, nos desafía, nos interroga. ¿Encontraré en este llanto que no logro contener mi propia respuesta? 



mery sananes
10 de noviembre del 2022

Uno de los más premiados
best seller internacionales



¿Se multiplicarán los soñadores
con la creciente circulación
de este best seller?



Nota
La película puede verse en Netflix

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