Algún día ese corazón que destila
gota a gota la miel de tus amores
tallará como querías los bosques
y las piedras hasta describir en ellos
el movimiento circular de este planeta
sobre la pupila de los niños que naciste
infinitos como la pena larga
que atravesó la noche de tu silencio
Algún día regresarás
de tu morada de luciérnagas
a darle de beber a los hijos del mundo
la miel que derraman
las cuencas de los ojos de las madres
que vienen de las napas profundas
de la tierra a parirle vida
a la devastada oquedad de un tiempo
al que le robaron la risa
Algún día con los ojos asombrados
gestarás otra vez palmo a palmo
tierra a tierra los caminos que no anduviste
para que en ellos el zigzag de las culebras
el vuelo encantado de las mariposas
y el pájaro naranja de los atardeceres
dibuje por siempre el paisaje inédito
de la vida que aún no nace
* ¿Y quién no quiere para los hijos una tinaja de agua clara, una vasija llena de suspiros, un cuenca que destile mieles, un tiempo para parirle fogatas a la noche de los asesinos?
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