Armando Quintero Laplume
Foto de Efraín Esparza
Puño al aire
Sería maravilloso. Pero...raro. Muy raro.”
Del libro “Lo Cuentos de la Vaca Azul” (Editorial Vaca Azul - CONAC, Venezuela, 2000)
La foto y el cuento que inician este texto tienen una explicación: ilustran dos anécdotas muy importantes entre las tantas que hemos vivido como narrador oral y educador.
El compartirla con ustedes es importante pero el reflexionar sobre ellas es parte de las puertas y ventanas que queremos abrir para la reflexión sobre el maravilloso arte de la palabra viva y la educación que, consideramos, tendría que ser tan afectiva, como eficiente.
He aquí la primera anécdota: Hace unos dos años, en un Festival Internacional que se realiza anualmente en Mérida, narramos para los niños de un preescolar con los muchachos de Narracuentos Ucab. Normalmente, no pasamos de media hora al narrar para niños pequeños pero se notaban tan interesados que seguimos haciéndolo.
De pronto, por un impulso, que sentí devenía de la comunicación que habíamos logrado, narro el pequeño cuento citado arriba, "Puño al aire", que nunca lo había escenificado con niños de esas edades. Hay todo un juego corporal que se inicia con el puño elevado en el aire que comienza cerrándose para atrapar al unicornio en el aire y culmina con las palabras del cuento, pero prosigue gestualmente con el brazo casi extendido, la mano abierta, la mirada detenida en la palma hacia arriba, tal como se ve en la foto.
- Maestra, ¡mire! Y se lo pasa.
- Ella lo toma. Todos sentimos que el unicornio está allí.
Esto que se merece, niñitos - dijo -: ¡un aplauso! - y, sin más, lo hace.
Por supuesto, aplastando al unicornio entre sus manos.
El desconcierto de los niños, no fue menor que el nuestro. Llegamos hasta las lágrimas. Ella, la maestra, no se dio ni cuenta.
A mí, lo único que me salió fue decir:
- ¡Qué bruta!
Más tarde, comentábamos con los narradores sobre el hecho. Nos dolió y nos duele. Sobre todo porque los niños disfrutaban de los cuentos porque lamaestra les leía muchos cuentos y era muy eficiente en ello.
Lamentablemente, no tuvo la sensibilidad de percibir lo ocurrido allí, en ese momento, o de continuar el juego de la imaginación que entre todos nos permitió sentir, con los niños, como la realidad de los cuentos es mágica.
He aquí la segunda anécdota: Tiago De Jesús García, uno de nuestros Narracuentos UCAB (que además nos puede contar los cuentos en su idioma de origen, el portugués) estaba en una actividad con niños de primer grado de uno de los colegios oficiales aledaños a la universidad, uno de esos colegios que constantemente visitamos.
- ¡No!, a ése, no.
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