nos quedamos adheridos
a la transparencia de los párpados
que dan cuenta de lo vivido
Las emprendemos sin irnos
jamás de los sitios donde acampa
la móvil estación de nuestros sueños
Y nos conducen al cambio
incesante de nuestras señales
capaces de desatar tormentas
en los pozos más hondos
Es la partida de los días
que no amanecen recostados sobre
el dintel de las diminutas relojerías
De los adioses que se anclan
en las emanaciones de los luceros
para regresar a los nidos navegando
en los cordeles de los rizos
Del hilo del cual atamos
la majestad mayor de
las complicidades imaginarias
La travesía que dibuja la palabra
alada hasta alcanzar el vértice
De allí el regreso de donde nunca
partimos enamorados como estamos
de los almacenes de trinos
que se despliegan en los amaneceres
aliñados de gajitos de mandarina
Por eso el pronto que sucede al después
de los jueves que se visten de miércoles
para alcanzar el susurro del agua sobre
la plataforma vegetal de los quereres
Concierto para piano No. 21 / Elvira Madigan / Andante
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