lunes, julio 29, 2013

ORFEBRERÍA DE AZÚCARES - A CARMEN RAMONA




a carmen ramona 
en otro 29 de julio

Venía ataviada de un cesto
de frutas de una tristeza gris
que se desbordaba de sus ojos
como si fuesen pozos de sed
de un diminuto pañuelo doblado
en el número de desventuras que
le sembraron a sus ansias y que
sin embargo al abrirse le bordaba
fascinaciones a la desesperanza

La conocí en sus amaneceres
de azafate en el leño encendido
de un pan ausente y en el aroma
del maíz que ella desgranaba
como si en cada guijarro estuviera
bordada la mirada de dios

Parió diez hijos y la vida la robó dos
uno aún adherido a su regazo
y el otro mientras desandaba su
desazón desde un andamio sin
cuerdas ni ataduras

Enjugó las lágrimas que nunca
vertió y guareció sus penas en
el corazón de una flor de baile

En su solar las guayabas se hacían
confituras aún antes de caer
el granado escribía una partitura
para solo de percusión mientras
regalaba su savia a los que todavía
no habían aprendido a mirar

Y en el porche un almendrón y
un uvero retaban todo asfalto
para dejar las señas de una costa
hecha de cueros tensados sobre
un calendario de orugas

Sabía de hierbas y de pócimas
para sanar cualquier dolencia
y sus caldos podían espantar
cualquier anuncio de una despedida
a destiempo

Le cosía estrellas a los ojales
pintaba de bromelias el recinto
de sus ojos aliñaba la soledad
con maticas de hierbabuena y
sabía descifrar el código genético
del llantén el orégano y la yerbamora

En su pañuelo podía transportar el
aroma de los azahares del patio
hasta más allá de sus pasos y en su
brasa los granos cuajaban con el
solo soplo de una paleta de madera

En el vasto paisaje de su delantal
los niños viajaban hasta el lugar
donde nacen las caricias que ella
entregaba silenciosa con sus manos
talladas de fogón y madrugada
bordando en la piel un calendario
de besos que aún perduran en
la corteza del tiempo

Su llegada advino en un julio lejano
sin imaginar siquiera el delta de
tristezas que desembocaría
en el atril de sus párpados
y sin embargo nada pudo derribar
la estatura de su tallo desde donde
destiló su orfebrería de azúcares
hasta arraigarse para siempre
en el enigmático y asombroso
paraje de la alegría que se
alcanza una sola vez


texto y foto
mery sananes
29 de julio del 2013

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