nunca tuvieron calendario
ni espacio para las mortajas
porque fueron arrebatados a la vida
a destiempo y sin misericordia
por causas que nada tuvieron que ver
con sus pasos diminutos sobre una tierra
a la que arribaron sin haberla elegido
y mucho menos demarcado
devastados por la guerra
para que nazcan en ellos las lagrimas
que no tuvieron ocasión de derramarse
porque el golpe certero e inequívoco
no tuvo anuncio ni noticia que
pudiera prenderse de unos párpados
ocupados en reseñar el designio mayor
de los cometas
Hoy retomo la melancolía estancada
en los ojos de la madre que sin embargo
dejó correr aluviones de caricias
sobre días silenciosos y noches de
un dolor que marchitaba las sábanas
del regazo que no recogió su sonrisa niña
Hoy enhebro mis congojas en la mirada
inmóvil de quien conoce las aguas marinas
y los océanos profundos desde los rieles
de una orilla sedienta de peces
que izaron sus tejidos plateados
sobre una mesa olorosa a ají dulce
abierta sin fin a los hijos del mar
para encontrar que en ellas
un vendaval de suspiros
arremetió contra las maderas inermes
de un árbol que quería crecer
atándose a sus raíces hasta hacer cauce
subterráneo en un movimiento
inverso a toda lógica que sin embargo
ahora nutre los solares con retoños
de azahares y jazmines
Hoy me acerco a los pinos encargados
de custodiar las despedidas
y desato los equipajes frugales de nieve
y de lluvia para que desde el precipicio
de sus ramajes resurja el canto antiguo
de romanzas perdidas en las redes de
un laberinto que no cesa
Hoy retomo un abril en cuya
anatomía de cayenas una madrugada
selló un adiós de sequías
e irrumpió con su pena de jueves
a abrirle boquetes a un amor
que no tuvo tregua ni descanso
en su hacer de malabarista
de todas las tristezas
para que aflore de nuevo
la urdimbre resplandeciente
de sus inacabables florerías
nostalgias la vida le ganó de nuevo
la partida a las ausencias
08 de marzo del 2009
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