Y chispita se fugó
en los furgones de su audacia
desandando risas mientras
una ristra de suspiros
contenía los imperios
del viento atrapado en la
inconsistencia de su lógica
Se elevó con envergadura
de ardilla hasta la cima
de sus asombros para
luego regresar mansamente
a la circunferencia oblicua
de sus pertenencias
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