sábado, mayo 30, 2009

EN CELEBRACIÓN DE JOSEPH POWER, 24 AÑOS DESPUÉS




Esta carta la escribimos el 16 de diciembre de 1985, hace 24 años, ante la noticia del accidente que había tenido el autobús en el que viajaba Joe Power en una carretera de Nicaragua. Su sonrisa quedó tendida inerme en la tierra. Joe había llegado a aquellas tierras después de hacer un recorrido por Venezuela, donde acampó su persistencia en Los Canjilones de La Vega, en el vano intento de hacer una cooperativa, un espacio para el trabajo compartido, un territorio para el porvenir. Allí en el mismo sitio donde el Padre Wuytack sembró sus enseñanzas. Sufrió reveses y fracasos, pero jamás desilusiones. Su alma crecia ante los obstáculos y las dificultades. Y se irguió como una lección permanente de entrega, ternura e inocencia.

En verdad, nunca se marchó. Se quedó entre nosotros prendido primero de las pupilas de sus hijos, luego en la sonrisa de los nuestros y ahora cabalga en las travesuras de los nietos, empeñados como él en descifrar el secreto de las hojas de hierba. Nació el mismo día que Walt Whitman y se marchó el día del nacimiento de Ludwig van Beethoven.

Reproducimos esta carta, dirigida a su esposa Caty, como si fuese una sonata, para que entre sus acordes, Joseph Power regrese otra vez de salmista a mitigar las penas y a empuñar el porvenir. MS

Caty

¡Qué se puede decir! Es como si algo de pronto se hubiera arrancado de cuajo, como sin un inmenso tronco se hubiese doblado sobre la tierra, como si dentro del corazón hubiese quedado un vacío que amenaza con hacerlo estallar todo. Qué palabras encontrar que recojan aunque sea en parte el estremecimiento, la ira, el dolor sordo que se agolpa en cada resquicio del cuerpo. No podemos consolarte, Caty, no podemos. Ni las palabras que hayamos dicho ni las que diremos mañana, ni las que hemos tejido amorosamente para celebrar la vida y las que hemos desgranado con tristezas del alma para convocar la muerte, nos sirven para nada en este momento.

Lo que quisiéramos es simplemente ponernos a llorar a gritos a tu lado y aferrarnos a tu llanto y hacerlo uno con el nuestro. Con el que brota convulsivo y rabioso hasta que se detiene en el cansancio de la respiración y se aquieta en la inmovilidad hasta que estalla de nuevo. No podemos consolarte, Caty. Tendremos que llorar mucho hasta que el llanto se dibuje de nuevo en la sonrisa de Joe, que está grabada en tantos sitios, tantos recuerdos, tantas batallas, que tendremos que terminar haciendo camino hacia su fortaleza de gigante y su alegría de niño.

Cuántos recuerdos, memorias de días se convierten en imágenes vivas, que danzan alrededor de esta tristeza. Fueron ustedes habitantes de nuestros territorios más calidos. Se hospedaron en nuestro corazón un día cualquiera en que se asomó a nuestro vivir, la cara de niño de Joe esparciendo sueños y bienaventuranzas en medio de una tierra seca e infértil, Se dedicaba a sembrar ilusiones y creía firmemente en que en los muros más gruesos crecerían los arbustos de la vida compartida. Y crecieron. Están allí, aunque muchos estén ciegos para ver, sordos para oír, mudos para cantar.

Desde entonces, se apretaron a nuestro sentir para no poder separarse jamás. Allí quedaron instalados como parte de nosotros, como extensión enamorada de nuestras propias ilusiones, como nuestro ser más batalleante y dulce. En cada pedazo de esta casa se hace inmensa su presencia, en las despedidas y en los encuentros, en las terribles penas compartidas y en las alegrías celebradas. En el llanto que más de una vez se hizo un solo río de afecto entre nosotros.

No podemos consolarte, Caty, porque no encontramos consuelo porque aun son días de andar desgarrados hasta que aprendamos a vivir de nuevo con él. Juntos estuvimos frente a golpes terribles, tremendos, y nos hicimos promesa de fortaleza. Fue la abuela, fue la madre de Joe, y aquí, entre nosotros, fuimos vasija de un mismo llanto. Fue tu hermana, Caty. Y aquí juntos fuimos columna para la sonrisa.


Pero aquí también vimos nacer la alegría jubilosa de los niños que advinieron a un mundo difícil llenos de las bienaventuranzas de quienes soñamos en una tierra fértil y solidaria. Y llegaron sonrientes a acompañar los combates, armados a su vez, de si coraza y contrafuerte.

Aquí, en estos sitios, dibujamos viajes por países lejanos, hicimos trayectos hasta las tierras más altas, hicimos recuentos de la cuestas y las bajadas, de los espacios disputados a la muerte, del diario afán que se hacía gota de agua, adobe convertido en horno, cuero que se volvía zapato para todos. Palabra que se hacía bendición..

Aquí cobijamos esperanzas y fracasos, derrotas y proyectos, tristezas y alegrías. Un día se fueron, llenas las alforjas de ilusionada solidaridad, de enamorada entrega, de decisión de combates más certeros, en pos de un mundo de hierbas en que todos los hombres fuesen floricultores. Iban no a encontrar sino a construir. No a ingresar sino a levantar. No a recibir sino a entregar cada hilo de fuerza, de esperaza, de amor. Iban simplemente a darle continuidad en otros territorios al mismo sueño.

Allí, en ese escenario de lucha, se habrá acentuado el rubor de las mejillas de Joe, se habrá agrandado su sonrisa de niño. No porque los esfuerzos hayan sido menores, no porque las faenas hayan sido más aliviadas, sino porque tenían una dirección que se hacía de siembra.

Recuerdo, Caty, como si fuera en este preciso momento, el día en que Joe se marchó. Juntos salimos de la casa. Seguiría yo hacia la universidad y él proseguiría hacia el centro donde debía realizar unas últimas gestiones. Nuestra hablar era entrecortado. Ninguno de los dos queríamos hacer conciencia de una separación. Y tratamos de hacerlo lo más normal posible. Se cumplía para Joe un deseo perseguido y se abría una esperanza. Teníamos que acompañarlo con alegría a ese combate. Y esbozamos nuestra mejor sonrisa. Cuídate, cuídate. Escríbenos, desde donde estés, nos haremos compañía en esas letras, allí echaremos a correr todas estas preguntas que el tiempo no nos dejó responder. Allí volcaremos una y otra vez el afecto que nos hace inmensamente solidarios.

Cuando se bajó del carro en la esquina y comenzó a subir la calle, yo me le quedé mirando tal vez con muchas ganas de cambiar la sonrisa por el llanto. Joe se volteó desde lejos hacia mi. Ambos nos quedamos inmóviles en esa mirada por unos segundos. Cuántas bienaventuranzas, Caty, no fueron y vinieron en ese preciso momento. Pensé entonces: tal vez no lo vuelva a ver. Sabía con certeza que Joe iba a entregarse a una lucha, a una causa, a una revolución, como lo había hecho siempre, en cada cosa, en la que había estado, con pasión y entrega definitivas. Y conocía todos los caminos del peligro y el azar, todas las difíciles probabilidades de supervivencia para quien vive solo para rescatar la alegría.

En esos segundos, toda la alegría de conocer a Joe, de haber tenido el inmenso privilegio de haber compartido su decisión de vivir, de habernos asomado a su dulzura, a su coraje, a su manera de construir siempre el mundo a la medida de su propio corazón, a pesar de todas las grietas, se juntaba a toda la tristeza de una despedida que intuía entonces como definitiva. Sabía que era inevitable, pero eso no ayudaba a consolar ni a aquietar la angustia ni la tristeza. Sabía que no había otro camino, pero ello no era consuelo para nuestro propio corazón

Se fue acompañado de todo nuestro amor. Y ese amor hubiese querido hacerse fortaleza y amuleto, talismán, objeto mágico que apartara de Joe todo mal, toda trampa, todo siniestro, que lo resguardara y protegiera, que lo hiciera pasar ileso por sus combates y sus luchas, Soñamos tantas veces con verlo, al igual que Walt, hecho de barbas para que nuestros hijos y nuestros nietos fueran a cobijarse entre ellas a escuchar sus aventuras de revolucionario.

No sirvió nuestro amor como coraza. Y una mañana cualquiera un absurdo se lo llevó. No podemos Caty imaginar su hermosa humanidad doblegada. Sigue dando pasos por entre estos espacios. Sigue sentado a nuestra mesa. Sigue esparciendo sus bendiciones. Siguen los ojos de Camilo nombrando el mundo por primera vez. Y no puedo asomarme a sus ojos asustados por la ausencia, porque se me hace grito la voz, se me hace estremecimiento el sentir, se me hace llanto desconsolado la palabra.

Caty, sólo podemos ponernos junto a ti y a vivir contigo esta pena tan terrible, este golpe tan brutal. Así solidaria y amorosamente. Junto a ti a y a esos hijos que son también nuestros. Junto a la hija que no conocemos pero que llevará también dibujada en su frente la dulzura de Joe.

En tanto tiempo, nada habíamos sabido de ustedes. Sabíamos que estaban dando sus batallas y que el tiempo volaba sobre los caminos que habría que llenar de surcos y granos. Sabíamos que algún día arribaría a nuestra puerta el regalo de vuestras noticias. Y aguardábamos, absortos también nosotros en nuestras propias luchas y combates. Trabajando tenazmente en cada tarea, en la que siempre estaban ustedes presentes, porque es la misma dirección del sueño, el mismo contenido de esperaza.

Y un día nos asombró la voz de Leonor para anunciarnos un paquete de Joe. Irrumpió la alegría en nuestros sitios. Y hubo celebración, porque ese paquetico daría inicio a lo que siempre pensamos sería una larga correspondencia entre nosotros. Lo decía a Joe: verás como ahora, por medio de las cartas, tendremos tiempo de discutir y reflexionar sobre tantas cosas que el tiempo no nos ha dejado conversar.

Cuántas cartas imaginarias enviamos desde aquí, a modo de solidaria entrega a vuestros días afanosos. La llamada de Leonor hizo ese domingo un día de fiesta. Quedó en enviar el paquete. Y la semana se fue sin que pudiera hacerlo. Me había dicho también que a través suyo podríamos hacerle llegar a la vez un paquete nuestro. Y volaba mi imaginación sobre todos los papeles amorosos que incluiría en ese envío, como para llenar el vacío de tanto s días sin noticias. Era entregarles el recorrido de nuestro quehacer y asomarnos al vuestro.

No llegó ese envío sino que ates se hizo a la mañana otra llamada de Leonor. Te llamo para decirte lo peor. Quise tirar el teléfono, pedirle que no me dijera, como si de esa forma hubiésemos podido detener lo que intuíamos habría de decir. No hubo posibilidad alguna de retrasarlo. Joe se mató en un accidente de autobús. No siguieron palabras. Qué palabras podían seguir. Dentro del pecho se nos hizo un estremecimiento gigantesco, que aún pelea por salir y que está como represado, comprimiendo y golpeando, como una brasa.

Cuando los seres nos queremos tanto, Caty, se hacen presentes las señales. Y no podía ser de otra manera El día domingo, como excepción tal vez, creo que teníamos más de dos años sin asistir a ningún espectáculo. Fuimos Danielita, Agustín y yo al Aula Magna, a oír el Réquiem de Mozart. Una interpretación extraordinaria que nos conmovió profundamente. Y nos dejó las alas de la muerte entrelazadas en el sentimiento que se agitó con fuerza. Esa madrugada, con la imagen de la abuela, me desperté llorando, apretada la boca contra la almohada para no despertar a nadie. Y todo ese día una tristeza fuerte, honda, dura, nos anduvo golpeando sin que supiéramos por qué.

En la tarde de ese día, en la oficina, alguien que estuvo allí, advirtió en la esquina de la puerta una mariposa negra y exclamó: es señal de muerte. Y alguien añadió; habrá que hacer las fogatas para ahuyentar los maleficios. Y no bastaron, Caty, todas las hogueras que encendimos en nuestro corazón para ahuyentarlos.. No basto ningún acto de magia, ninguna fuerza del espíritu, ningún secreto talismán parta ahuyentar la muerte que se venía encima,

Asestó su golpe derribando el tronco vigoroso y doblando sobre la tierra el sabor de su sonrisa. Algo nuestro se dobló junto con él. Su grito, su pena, nos alcanzó desde aquel sitio lejano dejando los signos del afecto construido.

Sé, Caty que ahora tendremos que aprender a vivir sin él. Difícil y terrible aprendizaje que pasa por el territorio de las lágrimas, pero que necesariamente debe arribar a la altiplanicie de su fortaleza y su dulzura. A su lección, su entrega, a su alegría permanente, a su capacidad de colocar por encima de toda la tragedia de la vida impuesta, la del canto infinito de sus sueños.

Habrá que enraizarse en su vida para seguir las rutas que él inventó para acercar el porvenir, para cuidar la risa de los niños, para agigantarnos en su decisión de ir siempre hacia adelante, como soldado invencible, teniendo como manto estrellado su corazón hecho de horizontes sin límites

Se hará ahora mas recio e compromiso. Mas acerada la decisión. Más alta la alegría. Nos habrá de arropar con su ternura de niño grande. Con el cascabel de su sonrisa, con la fuerza de su puño que contenía nuestras manos, con su trayecto de salmo, su coro de bienaventuranzas, su temple de minero curtido en las sombras, su equipaje de hierbas frescas que le dejara el viejo Walt, el mismo día que naciera, para esparcir su simiente por doquier.

Te enviamos, Caty, el abrazo que cabalga sobre tu llanto y el nuestro y que se sostiene sobre los ojos grandes de Camilo y las mejillas sonrosadas de Gabriela y Maria Belén. Dile a Joe de nuestra parte que reiteramos nuestro compromiso de hierba y nuestra tarea de siemprevivas. Llévale recados de agua dulce y semillitas de anís. Cubre su noche de amaneceres. Su aposento de tierra de noches estrelladas. Su ausencia de vastedades. Dile que no estaremos jamás ausentes de aquello que nos hizo solidarios. Y que estaremos siempre trabajando en dirección hacia la luz.

16 de diciembre de 1985.




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martes, mayo 26, 2009

CONSTRUIR NUESTRO PROPIO MUNDO


foto / anala 2009
RALPH WALDO EMERSON25 de mayo de 1803 - 27 de abril de 1882

Construid, pues, vuestro propio mundo. A medida que ajustéis vuestra vida a la idea pura que tenéis en la mente, ésta desplegará sus grandes proporciones. Una correspondiente revolución en las cosas acompañará al influjo del espíritu.

Pronto se diluirán las desagradables apariencias, la canalla, los insectos, las víboras, las pestes, los manicomios, las prisiones, los enemigos: todo ello es pasajero y no será visto más. La sordidez y las inmundicias de la naturaleza serán secadas por el sol y barrida por los vientos.

Como cuando el verano que sube desde el sur funde la nieve y entonces la tierra muestra su verde rostro, así el espíritu, en su avance, irá creando sus adornos y trayendo consigo la belleza que él envía y el canto que la hechiza; trazará en torno de sí caras hermosas, cálidos corazones, sabios argumentos y actos heroicos, hasta que el mal no se vea ya.

Entrará el reinado del hombre sobre la naturaleza, que no proviene de la observación –un dominio que ahora trasciende su sueño de Dios-, sin maravillarse menos que el ciego al que poco a poco se le ha restituido la visión perfecta.


RALPH WALDO EMERSON
El espíritu de la naturaleza
Buenos Aires, Ediciones Errepar, 1999, pp. 92-93

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viernes, mayo 22, 2009

SERIE CUENTERÍAS




Ella sabía que su único amor era el viento.
Pero nunca creyó que se la podía llevar
con casa y todo. Y todavía la esperan los
recuerdos en cada uno de los rincones que
se ofrecieron para guarecer lo que quedaba
de su figura de camelia adolorida.


abm / serie cuenterías
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miércoles, mayo 20, 2009

EMBUSTERÍAS DE RON RIVERA


http://video.cooperhewitt.org/design-for-the-other-90-ron-rivera-coordinator-of-ceramic-water-filter-and-international-projects-potters-for-peace


Nos llega este nuevo testimonio sobre Ron Rivera. Sobre él ya habíamos hablado en estos recintos, por tratarse de un ser que conjuga lo excepcional con el simple hecho de ser quien es. Un hombre enamorado de la vida que buscando la transparencia del agua se encontró con el barro, para amalgamar una mágica vasija, capaz de ahuyentar la muerte y la enfermedad a millones de seres humanos disgregados en cualquier lugar del planeta.

Ron es la mano que fragua el cántaro y es a la vez la risa del niño que bebe del agua que mana de sus poros. Un oficiante de la alegría que sabía que en el interior de cada hombre hay un barro que lo hace único a la vez que lo hace anónimo y colectivo.

Y a esa alquimia dedicó su vida, silenciosamente, ávido de niños sanos, de aguas puras y cristalinas en un planeta que se muere de sed. Un hombre hecho de manos que se vuelven gigantes al descubrir en las manos del otro el esplendor de la creación.

Este reportaje es un extraordinario retrato de Ron Rivera. Pero Ron es aún mucho más que eso. Es la advertencia de los que somos capaces. Es la señal de la fuerza inimaginable de que disponemos. Es la clave de una historia que no pasa a través de los grandes anales, sino que se adhiere a la vida que batalla por sobrevivir todas las tragedias que le han sido impuestas por los propiciadores de sed.

Ron Rivera, como bien lo dice María López Gil, y como se presentara él mismo, es portador de un arma de destrucción masiva, sólo que en vez de cobrar vidas, se lleva la muerte, la encapsula en las filigranas del barro y la devuelve a su función vital.

Saludamos a Ron, en su actual oficio de construirle filtros a las nubes, a la lluvia, a las tempestades, a los ríos que habrán de ser y, en particular, al amor de los hombres, que aún habrá que filtrar de tanto odio, para que readquiera su innata condición de creador.

ms


Pueden acceder al material a través del siguiente enlace:

http://historiactual.blogspot.com/2009/05/ron-rivera-alfarero-de-la-vida.html


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lunes, mayo 18, 2009

EMBUSTERÍAS DE MARIO BENEDETTI


Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

MARIO BENEDETTI

Del correo de Cristina Castello, poeta, comunicadora social, infatigable artesana de la palabra y los sueños, nos llegan estos enlaces, seleccionados por Alfredo Rubio Bazán, para ir a hurgar en ese vasto universo de Mario Benedetti. Del correo de la también comunicadora social Rosana Ordóñez nos llegan estos versos en Defensa de la Alegría. A manera de embusterias se los entregamos a nuestros lectores. MS


Tacuarembó, Uruguay, 14 de septiembre de 1920 -
Montevideo, Uruguay, 17 de mayo de 2009.
http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/mbenedetti/autor.shtml
DOCUMENTAL "PALABRAS VERDADERAS"
Director: Ricardo Casas - Año 2004
Parte 1
http://www.youtube.com/watch?v=82sp9Ykex8c&feature=channel_page

Parte 2
http://www.youtube.com/watch?v=2gsGN_ULOWY&feature=channel_page

Parte 3
http://www.youtube.com/watch?v=J8p00BDTnlQ&feature=channel_page

Parte 4
http://www.youtube.com/watch?v=1-886w1R9ns&feature=channel_page

Parte 5
http://www.youtube.com/watch?v=nWHlfNjhkWo&feature=channel_page

Parte Final
http://www.youtube.com/watch?v=uehylXN2xug&feature=channel_page

Mario Benedetti entrevistado por Telesur - 2007

http://www.youtube.com/watch?v=pGN6M0FxzEw

http://www.youtube.com/watch?v=5NyRffoviCM&feature=related

MARIO BENEDETTI, COMO SIEMPRE,
EN SU PAISITO Y LOS OLIMAREÑOS
Mayo del 2008

http://www.youtube.com/watch?v=q8N-QjPrmQQ

* * * * *
ALGUNOS POEMAS Y SUGERENCIAS PARA LEER:
http://www.youtube.com/watch?v=3Q4myDcshGY

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EMBUSTERÍAS DE GUSTAV MAHLER

Gustav Mahler y su hija
07 de julio de 1860 - 18 de mayo de 1911

gustav esa canción
de la muerte de los
niños simplemente
resucita el suspiro
de la risa de los
caramelos de todos
los caminos

abm / ofrenda musical

Gustav Mahler / Kindertotenlieder /




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sábado, mayo 16, 2009

EMBUSTERÍAS DEL MOLDAVA


el moldava


Todavía no sé
de dónde salió
aquella cálida corriente que
comenzó de pronto a brotar
por las manos de la hierba
mientras el agua
hacía su ofrenda
a los hombres de los ríos
y que aún recorre
las estaciones de los bosques
en busca de un eterno
océano de amor


abm / ofrenda musical




Bedrich Smetana / El Moldava

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viernes, mayo 15, 2009

EMBUSTERÍAS DE EXILIO






























El exilio es siempre una palabra con sabor a pozo, que se deletrea a intervalos de melancolía, que quiebra la escritura, como si fuese un corazón desahuciado. El exilio es desgarradura, fronteras a la inversa, como si de pronto quedáramos deshabitados de árboles, de pájaros, de sonrisas.

Y ciertamente hay exilios que se cumplen en el interior de uno mismo, cuando en la vereda que recorrimos deja de correr el viento que se llevaba los cometas. Cuando tenemos que enclaustrar la oscuridad en el envés de las nubes. Cuando ya no nos podemos reconocer en la pupila del otro.

De pronto no somos más que extranjeros en los recintos en los que la vida jugaba a ser aurora. Y todo se acalla como una chicharra que cumple su ciclo, sin que otra ocupe aún su oficio cantarino. MS


Marginalia


Sé lo que es la vida
en el exilio
porque he vivido
exiliado en mi país.
Conozco la patria chica
de los despatriados,
porque fue la única
que me abrió los brazos
y brindó su asilo.
Compadezco
a los desterrados,
a los perseguidos,
a los refugiados;
pero, en el fondo,
les admiro en algo
su suerte.

Nada hay como vivir en el exilio,
aun pisando tu tierra.

Te verás forzado a tomar
por derroteros y atajos,
a construir tu casa
en un abismo sin suelo,
entre los linderos de la memoria
y el corazón.

Pero, como toda condena
tiene su expiación,
te verás impelido a entablar
coloquio con el viento,
a sacarle luces al color de las orugas,
a llevar secretas bitácoras
de las caravanas de hormigas.
Te verás obligado
a discurrir con tu sombra,
a beberte el murmullo de sus oscuras luces,
y un sabor a cicuta y uva,
a belladona y ambrosía,
inundará el paladar de tu alma.

Marginalia se llamará tu casa,
tu casa sin cimientos,
en la que, a medianoche,
plantarás tus amapolas;
y en la que por las madrugadas,
sigilosamente observarás
el coqueteo de los nardos
bajo la luz de la luna.

Pero tu condena será
vivir en el misterio.

Y nadie, excepto tú,
tendrá acceso a Marginalia;
nadie excepto tú,
podrá dar cuenta y coordenadas
de tu país, tu utopía, tu silencio
y tu Paraíso perdido,
la patria chica de los despatriados.






LUIS ALEJANDRO CONTRERAS


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miércoles, mayo 13, 2009

SERIE CUENTERÍAS




Don Víctor, como administrador del
Cementerio, pedía que se colocaran
los difuntos viendo hacia Maracay.
Pero llegó el día en que no hubo quien
pidiera lo mismo para él.



Por ello se dice que la mirada de su
espíritu anda buscando ese lugar
en el territorio de los cielos



Y ahora Don Víctor mira y viene por
todos los caminos tras la huella de la
vida de todos los Maracay del mundo



ABM
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SERIE SUEÑERÍAS

foto / anala 2009


Nunca habrá lamento
en el sueño de la
trascendencia azul de
hombres y gaviotas

abm

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domingo, mayo 10, 2009

EMBUSTERÍAS PARA EMMA

foto / anala

para Emma

En tu almacén de confituras
nunca está ausente el hilo que
empuja el dedal a dibujar sus filigranas
sobre el lienzo de los días

En tu equipaje de arbola las flores
anticipan el dulzor de los gajitos
que habrán de derramarse sobre
el solar de tus melancolías

En el solitario andén de tus recorridos
siempre perdura el instante de quietud
que impulsa la movilidad de todo
lo que existe

En la templanza de tu gesto
perviven allegros en crescendo
que inundan los días en los que
las pupilas se dilatan como espejos
invertidos

En tu regazo oloroso a besos
que aún no has repartido
sorprende siempre el resplandor
de tus milagros
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EMBUSTERÍAS DE PORVENIR

Rafael Olbinski


Un primero de mayo, unos años atrás, un hijo escribió este poema-vida a su madre. En esa fecha ella había izado sus velas para regresar al mar de donde vino, con su canasta de amor a cuestas, con la que siempre repartió su gigante corazón hecho de helechos y corales. Y fue como si de pronto el oleaje se hubiera detenido para dejar escapar la sal a la estación de los cielos.

El hijo supo deletrear en el silencio lo que la madre le decía y con ello afirmó esa condición humana de no desaparecer jamás de los sitios y los seres que amamos. Cumplir la mágica misión de ser hijo, dando continuidad a ese ciclo maravilloso y eterno de lo que somos.

En ese periplo encantado cada inicio vuelve de nuevo a los orígenes, es decir, a rescatar lo humano que nos define. A veces en el tiempo y con la historia de todos y de cada quien, esa condición se devasta, atropella, quiebra o sumerge en tiempos sombríos. Pero de nuevo insurge en su sueño de instalarse en la tierra como lo que es. Semilla de humanidad, especie en desarrollo, que no tiene más límites que la infinitud del universo.

Esta carta de un hijo a su madre, reproduce la carta que todas las madres quisiéramos escribir a nuestros hijos. Para que no olviden, para que comprendan, para que escuchen que en el susurro del viento hay algo nuestro que habla, que en el vuelo de las mariposas hay señales de nuestro ir y venir. Y sobre todo para que dejen sus huellas para que, a su vez, los hijos que vendrán sepan encontrarlos más allá de toda distancia. Un primero de mayo es buena fecha, como cualquiera otra, para dejarla aquí, entre estas embusterías, que son cosas que se reflejan en las pupilas del niño.

Tal vez algún día las relaciones que se establezcan entre los hombres, sean relaciones de hermanos, de padres a hijos, de hijos a abuelos, de abuelos a nietos, porque después de todo la inmensa y vasta especie humana es una gran familia, con una mesa común que es este planeta, con una residencia múltiple, con una alegría que ríe en infinitas coralías.

Ese día, el trabajo será la más alta evidencia de nuestra capacidad creadora, porque será como ser ingeniero de los espacios sin cercas, arquitecto de los granos y los frutos, jornalero de los caminos, persistente indagador de las mareas, la velocidad de la luz, las ondas sonoras. Obreros fabricantes de manjares de miel. Esforzados segadores de estrellas.

Sabemos que para muchos estas palabras no tienen mayor sentido en un mundo en el que todo tiene un precio y un sello de propiedad. Sin embargo, cuando el hombre-humano que somos se desata de cercas, se deshace de los límites que le han impuesto a su propia e irrenunciable condición, entonces vuela libre en el territorio de la ternura, el afecto, la solidaridad y la fraternidad. Le gusta adornar los días con hierbas olorosas y festejar al que aun no conoce con un ramillete de siemprevivas.

Detiene el tiempo en el dintel de una ventana a ver pasar la nube y acampar en las pupilas de un niño triste. Reconstruye el universo a partir del color de unos guijarros. En su solar aroman hierbas que curan y en su fogón se cuecen siempre confituras para compartir. Vuela papagayos para alcanzar la estatura de las estrellas. Y sabe que en el diminuto corazón de una hormiga cabe todo el misterio de la vida

Pero vivimos aún en un mundo que ha cedido su humano espacio a las guerras y a la violencia, al poder y a la acumulación, a la venta y a la compra, al horror y a la devastación. Por ello es menester inventarse cada día, cada uno, una palabra-acción humana, para ver si de tanto taladrar la piedra logramos entre todos hacer de ella el cincel de una nueva historia, en la cual cada quien construya su propia ofrenda a la vida.

Mientras, en estos tiempos oscuros, las madres y los padres, tenemos que seguir enhebrados de las hojas, los luceros, la brisa, las gotas de rocío, la canción de los sapitos, la reverberación de los peces, para cuidar, proteger, acompañar a los hijos, que son todos, donde quiera que estén, hasta que sobreviva al fin la alegría en cada uno de los rostros que aguardan el milagro de un tiempo de humanidad.


¡Madre! Buenos días madre
¿ríes madre?
Sí, hijo río
río para ti
desde siempre
y ahora que estoy lejos

¿A dónde vas madre?
sabes donde hijo…
Sí lo sé madre
vas como todos los días
al mercado o
a la bodega más cercana
vas a la compra diaria
la comida de tus hijos
tu almácigo de semilla dulce
tu nube blanca de agua fresca
tu canasta de amor

¿Quién te lo pide madre?
¿Quién te lo mana madre?

Mi corazón hijo
Soy madre hijo
siempre
y ahora que estoy lejos

¿Quién madre?
Ustedes hijo…
los hijos hijo
ellos me lo dicen sin decirlo
ellos me lo piden sin pedirlo
ellos me mandan sin exigirlo
siempre lo han hecho sin hacerlo
lo siguen haciendo
siempre lo hacen
y lo seguirán haciendo
¡soy madre hijo!

¿Y desde cuándo madre
siempre hijo
desde que te traje al mundo
durante tu crecer
ahora que eres grande
y ahora que estoy lejos
ahora que te abrazo en espíritu
que te abrazo con mi atmósfera
que me hago brisa para abrazarte
y bañarte con mi rocío mañanero
hecho de tu lágrima alegre
que dejaste en mi siembra

¿Quién madre?
Mi corazón hijo
mi amor hijo
desde siempre
en la tierra
en el mar
en el viento

Y ahora que estoy lejos
siempre hijo
ahora con los hijos del mundo
siempre hijo
¿lejos madre?
sí lejos…
y cerca de la vez
no ausente hijo
otra morada
cerca hijo
lo sabes hijo
soy madre hijo

¿Y qué haces madre?
Tu canasta de amor hijo
tu semilla en mi almácigo dulce
la canción que te hice desde niño
mi sudor y mi trabajo de amor hijo
el olor de mi cuerpo
sobre tu cuerpo hijo
el roce de mi alma
sobre tu alma hijo
haciendo una sola hijo
siempre juntos hijo

¿Viajas madre?
Si hijo viajo
siempre he viajado
soy navegante hijo
en el mar
en la tierra
en el viento

¡Madre siempre
no olvides mis recados!
Nunca hijo
¡nunca!
en la tierra
en el mar
en el viento

¿Cuándo vienes madre?
¡estoy contigo hijo!
¿te veo madre?
siempre que tu quieres
Cierto madre
si madre
madre siempre

¿Y dónde estás madre?
sabes donde estoy hijo
y sabes donde voy
lo sabes bien hijo
si madre lo sé
sé donde hallarte
lo sé bien…
en la tierra
en el mar
en el viento
en mi alma

Y madre…
nunca se me olvida
1ro de mayo de 1999
madre
estás en el tiempo



jaced
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viernes, mayo 08, 2009

EMBUSTERÍAS DE COMETAS




Y para qué morir
si el tiempo de la muerte
se lo llevan los cometas

abm / ofrenda musical
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