En tu almacén de confituras
nunca está ausente el hilo que
empuja el dedal a dibujar sus filigranas
sobre el lienzo de los días
En tu equipaje de arbola las flores
anticipan el dulzor de los gajitos
que habrán de derramarse sobre
el solar de tus melancolías
En el solitario andén de tus recorridos
siempre perdura el instante de quietud
que impulsa la movilidad de todo
lo que existe
En la templanza de tu gesto
perviven allegros en crescendo
que inundan los días en los que
las pupilas se dilatan como espejos
invertidos
En tu regazo oloroso a besos
que aún no has repartido
sorprende siempre el resplandor
de tus milagros
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