Un primero de mayo, unos años atrás, un hijo escribió este poema-vida a su madre. En esa fecha ella había izado sus velas para regresar al mar de donde vino, con su canasta de amor a cuestas, con la que siempre repartió su gigante corazón hecho de helechos y corales. Y fue como si de pronto el oleaje se hubiera detenido para dejar escapar la sal a la estación de los cielos.
El hijo supo deletrear en el silencio lo que la madre le decía y con ello afirmó esa condición humana de no desaparecer jamás de los sitios y los seres que amamos. Cumplir la mágica misión de ser hijo, dando continuidad a ese ciclo maravilloso y eterno de lo que somos.
En ese periplo encantado cada inicio vuelve de nuevo a los orígenes, es decir, a rescatar lo humano que nos define. A veces en el tiempo y con la historia de todos y de cada quien, esa condición se devasta, atropella, quiebra o sumerge en tiempos sombríos. Pero de nuevo insurge en su sueño de instalarse en la tierra como lo que es. Semilla de humanidad, especie en desarrollo, que no tiene más límites que la infinitud del universo.
Esta carta de un hijo a su madre, reproduce la carta que todas las madres quisiéramos escribir a nuestros hijos. Para que no olviden, para que comprendan, para que escuchen que en el susurro del viento hay algo nuestro que habla, que en el vuelo de las mariposas hay señales de nuestro ir y venir. Y sobre todo para que dejen sus huellas para que, a su vez, los hijos que vendrán sepan encontrarlos más allá de toda distancia. Un primero de mayo es buena fecha, como cualquiera otra, para dejarla aquí, entre estas embusterías, que son cosas que se reflejan en las pupilas del niño.
Tal vez algún día las relaciones que se establezcan entre los hombres, sean relaciones de hermanos, de padres a hijos, de hijos a abuelos, de abuelos a nietos, porque después de todo la inmensa y vasta especie humana es una gran familia, con una mesa común que es este planeta, con una residencia múltiple, con una alegría que ríe en infinitas coralías.
Ese día, el trabajo será la más alta evidencia de nuestra capacidad creadora, porque será como ser ingeniero de los espacios sin cercas, arquitecto de los granos y los frutos, jornalero de los caminos, persistente indagador de las mareas, la velocidad de la luz, las ondas sonoras. Obreros fabricantes de manjares de miel. Esforzados segadores de estrellas.
Sabemos que para muchos estas palabras no tienen mayor sentido en un mundo en el que todo tiene un precio y un sello de propiedad. Sin embargo, cuando el hombre-humano que somos se desata de cercas, se deshace de los límites que le han impuesto a su propia e irrenunciable condición, entonces vuela libre en el territorio de la ternura, el afecto, la solidaridad y la fraternidad. Le gusta adornar los días con hierbas olorosas y festejar al que aun no conoce con un ramillete de siemprevivas.
Detiene el tiempo en el dintel de una ventana a ver pasar la nube y acampar en las pupilas de un niño triste. Reconstruye el universo a partir del color de unos guijarros. En su solar aroman hierbas que curan y en su fogón se cuecen siempre confituras para compartir. Vuela papagayos para alcanzar la estatura de las estrellas. Y sabe que en el diminuto corazón de una hormiga cabe todo el misterio de la vida
Pero vivimos aún en un mundo que ha cedido su humano espacio a las guerras y a la violencia, al poder y a la acumulación, a la venta y a la compra, al horror y a la devastación. Por ello es menester inventarse cada día, cada uno, una palabra-acción humana, para ver si de tanto taladrar la piedra logramos entre todos hacer de ella el cincel de una nueva historia, en la cual cada quien construya su propia ofrenda a la vida.
Mientras, en estos tiempos oscuros, las madres y los padres, tenemos que seguir enhebrados de las hojas, los luceros, la brisa, las gotas de rocío, la canción de los sapitos, la reverberación de los peces, para cuidar, proteger, acompañar a los hijos, que son todos, donde quiera que estén, hasta que sobreviva al fin la alegría en cada uno de los rostros que aguardan el milagro de un tiempo de humanidad.
¡Madre! Buenos días madre
¿ríes madre?
Sí, hijo río
río para ti
desde siempre
y ahora que estoy lejos
¿A dónde vas madre?
sabes donde hijo…
Sí lo sé madre
vas como todos los días
al mercado o
a la bodega más cercana
vas a la compra diaria
la comida de tus hijos
tu almácigo de semilla dulce
tu nube blanca de agua fresca
tu canasta de amor
¿Quién te lo pide madre?
¿Quién te lo mana madre?
Mi corazón hijo
Soy madre hijo
siempre
y ahora que estoy lejos
¿Quién madre?
Ustedes hijo…
los hijos hijo
ellos me lo dicen sin decirlo
ellos me lo piden sin pedirlo
ellos me mandan sin exigirlo
siempre lo han hecho sin hacerlo
lo siguen haciendo
siempre lo hacen
y lo seguirán haciendo
¡soy madre hijo!
¿Y desde cuándo madre
siempre hijo
desde que te traje al mundo
durante tu crecer
ahora que eres grande
y ahora que estoy lejos
ahora que te abrazo en espíritu
que te abrazo con mi atmósfera
que me hago brisa para abrazarte
y bañarte con mi rocío mañanero
hecho de tu lágrima alegre
que dejaste en mi siembra
¿Quién madre?
Mi corazón hijo
mi amor hijo
desde siempre
en la tierra
en el mar
en el viento
Y ahora que estoy lejos
siempre hijo
ahora con los hijos del mundo
siempre hijo
¿lejos madre?
sí lejos…
y cerca de la vez
no ausente hijo
otra morada
cerca hijo
lo sabes hijo
soy madre hijo
¿Y qué haces madre?
Tu canasta de amor hijo
tu semilla en mi almácigo dulce
la canción que te hice desde niño
mi sudor y mi trabajo de amor hijo
el olor de mi cuerpo
sobre tu cuerpo hijo
el roce de mi alma
sobre tu alma hijo
haciendo una sola hijo
siempre juntos hijo
¿Viajas madre?
Si hijo viajo
siempre he viajado
soy navegante hijo
en el mar
en la tierra
en el viento
¡Madre siempre
no olvides mis recados!
Nunca hijo
¡nunca!
en la tierra
en el mar
en el viento
¿Cuándo vienes madre?
¡estoy contigo hijo!
¿te veo madre?
siempre que tu quieres
Cierto madre
si madre
madre siempre
¿Y dónde estás madre?
sabes donde estoy hijo
y sabes donde voy
lo sabes bien hijo
si madre lo sé
sé donde hallarte
lo sé bien…
en la tierra
en el mar
en el viento
en mi alma
Y madre…
nunca se me olvida
1ro de mayo de 1999
madre
estás en el tiempo
jaced
No hay comentarios.:
Publicar un comentario