a joe power
36 años después
31 de mayo / 16 de
diciembre
Porque algo tienes de salmista
de gesto más que de palabra
de orilla de tierra y de barro
más que de muralla
de cuerpo robusto y mirada
recia más que de imagen
de sonrisa abierta
y un corazón que tiene un
cierto sabor a melancolía
que andas regalando siempre
sostenido en tus dos manos
fuertes como tu vocación de
canto y de infinito
esos son tus títulos de propiedad
tal vez walt te los dejó una
mañana clara de rocío y hojas
de hierba
sé que nosotros te los celebramos
hoy y todos los días por
siempre amén
mery sananes
31 de mayo de 1982
Joseph Power nació un 31 de mayo, el día en que las pupilas de Walt
Whitman comenzaban a vislumbrar, por primera vez, el esplendor de las hojas de
hierba. Y se nos fue un 16 de diciembre, tres años después de haber escrito
este poema, entrecruzándose tal vez en el camino con el eterno nacimiento de
Ludwig van Beethoven. Dos polos de una vida que a ambos contiene en su
cortísimo tiempo de sembrador de alegrías.
Venía de tierras lejanas y vino a aposentarse en estos predios para
dejar sus señas de inventor de ilusiones, de ingeniero de un tiempo y una
morada que tuviera la extensión de su corazón de niño. Y en esa tarea no lo
detuvo ni las balas, ni las carencias, ni las soledades de su infinita utopía
de compartir su sonrisa en la mesa del hombre.
Un día le tocó marcharse en el cauce del mismo vendaval que lo había
traído. Las aldabas de los otros cerraron las compuertas de su desatada entrega
a la vida. Se fue sin herida alguna, porque no pertenece a esa estirpe de
hombre, sino a quienes van recubiertos del tejido de una esperanza que no tiene
límites ni medida.
Y fue a acampar, con su compañera y sus hijos, a Nicaragua, para
continuar allí sus tareas de flor, su trabajo de artesano capaz de convertir el
dolor y el desasosiego en campos de granos, en paisajes de frutos dúlcimos.
Y un 16 de diciembre, fecha en que la Ludwig van Beethoven irrumpía para
desplegar las tempestades de su fantasía en los cerrados pentagramas de su
tiempo, Joe iba en vertiginosa prisa hacia la desarmada arquitectura de un
autobús sobrecargado de traslados y tristezas. Y a la vuelta de cualquier
espiral, aquella desmadejada estructura dio un vuelco dejando su risa de niño
inmóvil en su rostro y una despedida que aún no hemos atendido no atenderemos
jamás. Era el año de 1985.
PARA QUIENES DESEEN CONOCER MÁS
DE JOSEPH POWER
No hay comentarios.:
Publicar un comentario