miércoles, noviembre 07, 2018

POR CAMINOS DE AGUA


























POR CAMINOS DE AGUA
a mi hermano


No recuerdo hermano ni la hora ni el día
ni el instante en que te diste a la fuga para
ir a sembrarte en las colinas cercanas
pero sé que nunca se han detenido aquellas
largas conversas que llenaban nuestros días

El tiempo es un guijarro que se derrama en
nuestro andar con la tentación de hacerse
memoria y el párpado lo retiene lo reinventa
en la mágica fragua de sus laberintos
hasta rehacerlo convertido en copa alzada
de árbol y polen

Hoy le seguimos pasando revista a los  
vendedores de ilusiones y a la lumbre que no
alcanzó a calentar el pan de almíbar que jamás
masticamos

Y pienso en aquellas horas en la que
paseábamos juntos por caminos de agua
en la enardecida certeza de que apenas
transitábamos una desolada anticipación  

Pero nos reíamos reinventando la infancia
que se nos fue sin que con ella hubiésemos
fundado un espacio de eternidades
apenas un huerto diminuto con un árbol
solitario de nísperos del Japón asistió
a los juegos  que quedaron inconclusos

Pero siempre estuvimos enlazados por
esa ambigua convicción de que todo se  
quebraría después que lo construyéramos
con las solas vigas de un querer sin dueños
ni cercas

Aprendimos a bordar las palabras sobre lo no
alcanzado aunque ya estuviese previsto en el
libro de nuestras fragilidades

Y en este 07 de noviembre haciendo caso
omiso de que no llegaste a tiempo para apagar
las velas las he encendido  en tu nombre
mientras me llegaba de lejos el eco de tu
voz cantando alfonsina en los rieles de
antiguos vagones

Esta noche hermano nos volveremos a sentar
para hablar de las barajas trucadas que nos
entregaron para que con ellas saliéramos
a comernos el mundo y el mundo nos engulló
silenciosamente hasta convertirnos
en ausencia viva que va escribiendo sus
huellas sobre esa brisa en la que
navegamos hasta encontrarnos en mitad de
camino para reiterar el abrazo que siempre
fue insuficiente para abrigar nuestro
desconsuelo

Luego tú y yo nos iremos de nuevo a nuestros
albergues  con una alegría quieta grabada
en los ojos para ir a repartírsela a los hijos
junto a un manojo de azahares que les arome
los días por venir y los que no se han ido
mientras llenan su sed en la vasija de amor
que aún logramos desbordar desde la hondura
de los precipicios de un existir sin tiempo
ni vida
 
07 de noviembre del 2018

texto y foto / mery sananes 

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