viernes, abril 03, 2020

UN ACERCAMIENTO A “NO LES GUARDO RENCOR” DE RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO




UN ACERCAMIENTO A 
“NO LES GUARDO RENCOR”
DE RENÉ RODRÍGUEZ SORIANO
mery sananes


 Ahí está Jorgito, papá, quien ahora en julio cumplirá sus once años. ¿Qué futuro le espera? Ojalá, y es mi mayor deseo, tenga otros horizontes, menos rígidos, que tenga respuestas más diáfanas a todo ese arsenal de preguntas que rondan su terca cabecita, que tenga opciones para elegir entre el alfa y el omega de sus días. Ese Jorgito de tus culpas, como tantas veces dices, ese Jorgito merece un mundo diferente al de horca y cuchillo que tú y nosotros hemos conocido, un mundo lleno de ventanas abiertas hacia todos los mundos posibles, un mundo para él. Sí, papá, este mundo de Jorgito y todos los Jorgitos que pueblan la geografía de San José del Puerto y más allá. Ese Jorgito (…) tiene derecho a saber la contrahistoria de esta historia que tanto nos mintieron en las enramadas, en los callejones, en las capillas y en las escuelitas y los catecismos. Santa Fe, Argentina, Palabrava, 2019, p. 49.


Cada nueva lectura a “No les guardo rencor, papá”, de René Rodríguez Soriano, nos entrega un acercamiento mayor a sus entrelíneas. Allí donde reside lo que no se dice, sino que se suelta a manera de ventisca, para que cada quien lo conjugue en su propia dimensión e historia.

Interesa particularmente observar que este es uno de sus primeros libros que, sin embargo, guarda, conserva, anuncia en sus páginas las cualidades que el escritor habrá de desarrollar y sigue desarrollando a lo largo de una extensa y vasta obra que asume todos los retos, desde esa perspectiva única que distingue su escritura. Por ello, este libro, diminuto en número de páginas, se nos presenta gigante en su contenido, en su elaboración, en su mensaje.




Una realidad que y hay que reiterarlo nunca se ausenta de su obra. Está siempre merodeando los sentidos, trizando la realidad, asumiendo un compromiso que no se alinea sino con un sentido de la justicia, la belleza y la libertad. Una hermosa utopía que lo acompaña donde sea que vaya y en lo que escribe, fomenta, difunde o enseña.

Y si algo tiene la obra de RRS, sea poética, narrativa, ensayística, es sin duda que no se acoge a forma alguna. La palabra se junta a otra según una brújula que le dicta su voz interior. Y lo que produce como texto carece de toda premeditación. Es lo sucedido o por suceder, el sentimiento que aflora o que se desploma, lo que lo hace girar las palabras con las cuales él va a retener o disponer para escribir.

Y es esa virtud la que permite que el acercamiento a su obra puede ser desde los ángulos y enfoques más distintos y distantes. No hay una propuesta sino una ejecución. No hay premeditación sino un cauce que se nutre de los más diversos afluentes que en la vida del autor conforman un caudal de agua que a veces alcanza el mar y otras se derrama en cualquier tierra baldía para dejar algún zumo de su propia sed.

La obra, en una presentación singular, en la que concurren entradas de diario, conversas entre padre e hijo, documentos policiales originales, y una realidad política que se asemeja y conjuga con la historia de la mayoría de los países de este planeta, cada uno con sus propios rasgos, atrapa sin duda la atención de cualquier lector, en cualquier ámbito.



Y esto se produce porque su temática política es tratada desde el interior. De modo que la visión se ajusta a una realidad que nada tiene que ver con tomas de posiciones convencionales. Esto es lo que le otorga su valor permanente. Deja ver una realidad que sigue sin superarse y que hiere en su propio corazón a ese núcleo fundamental que es la familia.

Se ubica en San José del Puerto y da cuenta de la gesta del 14 de junio de 1959 en las montañas de Constanza, República Dominicana, en los últimos años de la feroz tiranía de Trujillo y su efecto en una familia traducido en el conflicto entre los cerrados credos del padre y la posición hacia el futuro de su hijo mayor.

Y no es poca cosa esta petición entre un padre encerrado en una postura que ni siquiera comprende a cabalidad y la de Manuel abierta a sacrificarse por abrir esas puertas hacia otras perspectivas. Una actitud ante la cual no le guarda rencor.

Y he aquí otro contenido que hay que rescatar en su justo valor. Porque el no guardar rencor que le otorga al padre, es un gesto del que debiéramos aprender. Significa compresión y enfrentamiento, sin aniquilamiento. Significa persistencia en los ideales y el deber ser. Y también el ejercicio de comprender que la mayoría de las ideas a las que nos sometemos de manera casi permanente, no responden a quienes somos, no logramos ante ellas descifrar sus hilos hacia sus verdaderos propósitos, sino que nos convierten en meras marionetas de agentes totalmente extraños a nosotros.




En su brevedad la obra tiene la inmensa virtud de pasearse por una realidad política concreta que RRS nos entrega, no por la vía tradicional del recuento aunque estos aparezcan sino mediante la visión de una familia que sufre las vicisitudes de unos hechos que crean grietas entre ellos. El padre de familia se posiciona frente a lo existente, sin preguntarse de dónde viene, haca donde va y con cuales instrumentos se mantiene y sostiene en el poder.

Por su propia formación se adhiere a lo que ha sido su modo severo de actuar y a los hijos los amuralla en el interior de sus ciegas creencias. Los hijos en cambio, en particular su hijo mayor, ha dado el salto hacia adelante. Y ante lo que comprende da un paso hacia la recuperación de unos horizontes abiertos, que significan la determinación de romper con los viejos vestigios y la vieja historia contada una y otra vez, para hacerse militante de un futuro no enmarcado en el asesinato, la dictadura, la imposición, que rige el país.

Y con ese solo equipaje Manuel enfrenta al padre, con el mismo valor que enfrenta la dictadura. Es la distancia abismal entre el padre y Jorgito, el niño de once años, para quien Manuel quiere y requiere ventanas abiertas hacia todos los mundos posibles. Esa es en verdad la óptica que le otorga a esta obra ese valor excepcional, que junta su historia a la historia repetida de los países nuestros países que han vivido y siguen viviendo el horror de las dictaduras y los totalitarismos y hasta de las pseudodemocracias, con las cuales se revisten muchos poderes para seguir ejerciendo su dominio y garantizando sus intereses.




Sólo así puede explicarse que este libro diminuto de tamaño e inmenso en contenido haya logrado cinco ediciones hasta hoy dos en República Dominicana (1989 y 2017), una en Estados Unidos (2018), y otras dos en el 2019 en España y Argentina.

De alguna manera, si se me permite, quisiera pensar que René Rodríguez Soriano es aquel niño convertido en un hombre que sigue luchando con perseverancia para tratar de vencer la historia impuesta, a través de una contra-historia que se propone rescatar la verdadera génesis de un hombre cuya vida personal y colectiva ha sido expropiada.

¡Qué más pedirle a un libro que como éste es un dardo lanzado al corazón de una humanidad aletargada y sometida! 

mery sananes
20 febrero 2020


1 comentario:

Víctor Manuel Ramos dijo...

Tal vez has escrito la primera reseña póstuma de René, o RRS, como yo también le decía. Imagino que sabes de la triste noticia de su muerte por coronavirus.